Xena se sorprendió un poco. Ella acababa de llegar y él ya estaba tratando de echarla. Naturalmente, había un ligero malestar en su corazón, pero aun así, trató de comportarse con sensatez.

“Ten la seguridad de que solo estoy aquí para cuidar de ti y de Sebastian. Sé que has estado buscando a Sharon todo este tiempo y también esperaba que regresara lo antes posible. Además, Sebastian necesita a su madre”.

Simon la miró con los ojos entrecerrados durante unos segundos y dijo con frialdad: “Ya que estamos de acuerdo en la misma cosa... eso es bueno”.

El padre y el hijo procedieron a sentarse en el otro extremo del sofá y la ignoraron.

Los labios de Xena aún estaban curvados en una sonrisa, haciéndola lucir inocente e inofensiva. Parecía como si estuviera pensando de manera genuina en lo que era mejor para ellos.

Fue solo que la ira surgió cuando ella bajó la mirada. La mujer cerró en secreto los puños con fuerza.

Se había cansado de que Simon siempre la ignorara. ¿Cómo podía tolera