“Penelope, igual, cuídate”. Sharon también se volvió muy educada.

Al ver a Penelope irse, sus labios se curvaron hacia arriba. Como decía el refrán, no se podía ser grosero con una persona educada. Parecía que esto era cierto. Por lo menos, no tenía que pelear con Penelope por el momento.

Con una sonrisa aún dibujada en su rostro, ella volteó la cabeza y se encontró con los ojos oscuros y profundos de Simon mirándola. Al instante, su corazón dio un vuelco.

“¿Por qué me estás mirando? ¿Hay algo en mi cara?”. Ella tocó su rostro.

“¿Por qué recordaste de repente que eres mi esposa?”, dijo él con frialdad. ¿Acaso ella no había olvidado su identidad después de encontrarse con Eugene?

No había forma de que Sharon no detectara la burla en las palabras del hombre. Aun así, ella solo podía decir que se habían malentendido entre sí.

“Lo siento”, se disculpó ella con sinceridad.

Cuando escuchó esto, Simon se quedó estupefacto mientras miraba fijamente a la mujer frente a él. ¿Por qu