Ella estaba tan preocupada como confundida. Hice un esfuerzo para sonreírle. Se puso extremadamente seria, tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados mientras me asesinaba con la mirada. Mire al suelo, de verdad no podía ver su cara. Sentía vergüenza y miedo de que estuviera enloqueciendo.

Me despedí con la mano. Media vuelta, dos pasos y al suelo. Eso fue lo que resisti. Ella se acercó nuevamente.

-Estoy bien, te dije que puedo solo. vete. -

- No logró entenderte. ¿Porque te tratas de esa forma?. - Ella me volvió a dar la mano. No quería tocarla, la rechacé.

- ¿Quieres dinero para el taxi? - Le ofrecí dinero y ella me golpeó la mano. Estaba actuando como un imbécil pero sino lo hacía ella no iba irse porque sabía que sentía que me lo debía.

- No necesito tú dinero, solo querí