—Está bien —accedió—. Nada de ir al ala oeste... ¡justo como la Bella y la Bestia! —De repente se detuvo y lo miró bien—. Aunque ahora que lo pienso, te sobra pelo para ser la Bestia. Kainn abrió mucho los ojos. —¡No, no, no, no...! —exclamó retrocediendo. —¡Yo soy tu Maestra de Etiqueta! ¡Tienes
—No te asustes —dijo Kainn en su oído—, aunque se ve imponente, es bastante dócil. —¿Tú crees? —murmuró Elisa sintiendo cómo él se acomodaba tras ella en la silla de montar. —Te lo aseguro —sonrió él antes de espolear a Príncipe, que inició una caminata suave. Pero la verdad era que el animal baj
—No hace falta que vayan todos conmigo. No quiero molestar —dijo Elisa viendo el revuelo. —No es molestia, simplemente la señora de la casa no debería salir sin escolta —dijo él con preocupación—. Si necesitas cualquier cosa, el señor Moe es como si fuera yo mismo ¿de acuerdo? Elisa sabía que Kain
Elisa se quedó mirando aquellos antebrazos con sus tatuajes... sus músculos tensos... sus venas. "Maldito Escorpión. ¿No podías ser ni un poquito feo?" rezongó para sus adentros. —Aquí, aprieta aquí —dijo señalando la masa y él se puso a trabajar con ella en medio, pegado a su espalda mientras Eli
Pero ese día, contrario a lo que esperaba, Kainn no la hizo montar a Príncipe. Tomó una cesta que había preparado, lo sacó sin montura y caminaron juntos hasta la sombra de una arboleda cercana al lago. —Le tienes miedo porque lo ves como un animal y tú como su dueña, pero realmente solo es una mas
Si la situación no hubiera sido tan tensa, Elisa se hubiera reído, pero la verdad era que Kainn estaba que echaba fuego por los ojos como un dragón y esta vez no iba a detenerlo. —Hágame el favor, le dice lord Wellington que le devuelvo su invitación —sentenció entregándole la lujosa tarjeta a la o
El duque la miró con curiosidad y Alton dejó escapar una risa burlona. —¿Quién? ¿Elisa? —espetó con arrogancia—. ¿De verdad cree que ella podrá gobernar un caballo, menos un purasangre? Kainn se levantó despacio y lo miró a los ojos. —Ha gobernado mejores sangres. ¿No cree, lord Brickstow? —murmu
Apenas Alton se marchó de allí, Elisa se llevó las dos manos a la cabeza. —¡Diablos! ¡Todo esto fue inútil! —exclamó con desesperación—. ¡El imbécil no trajo el Sello! Venir aquí fue por gusto... Kainn tomó su mano y le acarició el dorso mientras una sonrisa se extendía por su rostro. —Al contrar