Cuando las primeras ráfagas de balas comenzaron a escucharse, todos partieron a protegerse. Felipe tomó a Alondra de la mano y corrieron a cubrirse posterior a una pared. La colocó detrás de su cuerpo y enseguida comenzó a disparar a los enemigos que divisaba.
Los disparos eran constantes, pero alcanzó a ver a uno de sus enemigos que se acercaba por su lado izquierdo, mientras disparaba por su flanco derecho. Giró su cuerpo de inmediato y mientras se lanzaba al suelo, le propinó una fuerte patada en su estómago con el pie derecho. El hombre se llevó las manos al sitio del impacto para palparse, momento que aprovechó Felipe para
El hombre se quedó meditando en las palabras que ella había pronunciado y luego respondió: —Pues muéstrate. Ven hacia donde estoy y después permitiré salir a estos dos—indicó haciendo un gesto hacia Lucca y Felipe.—En ese trato solo tú sales ganando—habló dejándose escuchar una leve risa—Además acabo de comprobar que no eres un hombre de palabra. El señor Lucca permanece allí herido y sin atención médica, aun cuando diste tu palabra a Felipe de que si se entregaba lo enviarías a hacer atendido. Pero no cumpliste, por el contrario estabas a punto de volarle
Alondra comenzó a correr hacia donde se estaba dando la batalla, pero igual buscaba permanecer a salvo, corría manteniendo la inclinación de su cuerpo hacia adelante formando un arco con su columna; en su avance casi se dio de bruces en el suelo al tropezar con un cuerpo. Se agachó para observarlo: no era de los hombres de Felipe sino de Los Nostro. Revisó al hombre y tomó sus armas, incluso un estuche con una daga que se colocó en la cintura, sosteniéndola con la pretina del pantalón.Siguió en esa posición, moviéndose sin levantarse, se asomó por un resquicio de un espacio entre dos parede
Alondra estaba convencida de que podía lograr que Giuseppe le creyera por lo menos que se iba con él por su propia cuenta, Felipe se estremeció por el dolor y ella bajó la cabeza soltándolo. —Permítele que se vaya, me iré contigo – le dijo con los ojos nublados en llanto y un gran ardor en su garganta. Pero debía hacerlo. Se lo debía a su amor. Giuseppe sonrió triunfante y ella se acerc&oac
Al sentirlo cerca, se llevó una mano a donde había escondido el puñal, pero luego lo pensó mejor y se dio cuenta de que no era el momento para ella rebelarse. Debía aguantar por ahora sus asquerosas manos en su humanidad, porque si lo atacaba ahora no saldría viva de allí. Apretó nuevamente sus ojos y contuvo el asco, pensando en sus hijos y en Felipe para tolerar esa situación, hasta que por suerte llegaron en ese momento a la casa principal, lo que evitó que continuara el avance del hombre. Al abrir la puerta del auto salió disparada tan nerviosa que trastabilló y estuvo a punto de caer, pero lo
Felipe vio a Alondra frente a él con el fuerte golpe en su mejilla, su boca sangrando y la rabia lo cegó. Aun cuando el hombre estaba muerto, descargó su ira en él, siguió disparándole hasta vaciar una de sus armas en él, sintiéndose frustrado por no haberle podido evitar todo ese sufrimiento a Alondra, mientras las lágrimas surcaban su rostro, estaba fuera de sí. La rabia y el dolor le anularon toda capacidad de razonamiento. Ella se levantó y lo abrazó con fuerza por detrás mientras le hablaba al oído.—Ya pasó mi amor, tranquilízate. No nos volverá a hace
Felipe se quedó observándola con intensidad, aunque entendía perfectamente la posición de Alondra, pero había una diferencia mínima entre hacer lo correcto y lo justo y su conciencia lo incordiaba a hacer lo correcto.—Estaríamos actuando igual que ellos, si cada uno nos dejamos llevar por nuestros instintos más primarios y pagamos mal con mal y ojo por ojo, nos convertiremos en seres crueles e inhumanos, por lo cual entonces no
Cuando ya estaban llegando al Centro Médico, Felipe le preguntó a Alondra.— ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? Discúlpame por no preguntarte antes, soy un desconsiderado. Tengo que alegar a mi favor que solo quería cortar con todo, no quiero saber nada de la policía anti narcótica, ni de mafias, ni maleantes —pronunció con un suspiro, acariciando el rostro de Alondra, para luego acercarla a él y darle un beso apasionado. SEIS DÍAS DESPUÉSLos días habían dado la impresión de haber pasado lentamente, las primeras veinticuatro horas de ingreso de Felipe al Centro Médico, habían sido cruciales, fue sometido a múltiples operaciones para extraerle las balas tanto de la pierna como del hombro y en el pecho para repararle unos vasos sanguíneos que resultaron afectados por la herida que le fue propinado.Valeria pCAPÍTULO 46. FELICIDAD COMPLETA