Capítulo X: Encuentro Inesperado Isabel se encontraba parada frente a la majestuosa casa donde se llevaría a cabo la comida de damas. A pesar de su decisión de asistir, sentía una mezcla de emociones: ansiedad, miedo y una ligera satisfacción por desafiar la voluntad de su esposo. Respiró profundamente y se ajustó el sombrero antes de caminar decidida hacia la entrada. Al llegar, fue recibida por Amelia, quien lucía radiante y exudaba una falsa cortesía. Amelia mantuvo la apariencia de no reconocer a Isabel, lo cual no pasó desapercibido para ella. Sin embargo, Isabel decidió comportarse como una verdadera dama y no hizo mención de su relación con William. La atmósfera en la mansión estaba cargada de intriga y secretos ocultos. Mientras las demás damas charlaban y reían, Isabel buscaba con la mirada a su esposo entre la multitud. Finalmente, lo vio, pero su rostro reflejaba una expresión de profunda perturbación. Los ojos de William se encontraron con los de Isabel y durante u
Mientras Isabel y William se perdían en su amor y promesas mutuas, sin percatarse de las miradas acechantes de los oscuros rincones de la habitación, Carmina, la protegida de William, los observaba con una mezcla de furia y desesperación. Ninguno sospechaba la enfermiza idea que la chiquilla tenía en mente. Carmina había sido testigo del amor que William y Isabel compartían desde el principio. Se había enamorado perdidamente de él, pero su posición como protegida y el compromiso de William con Isabel habían truncado sus esperanzas de tener una oportunidad. Ahora, verlos juntos, en un íntimo momento, despertaba en ella una rabia incontrolable. Ella permaneció oculta,observando con dolor como su amor se entregaba a otra,a una mujer que no lo merecía,no como ella que siempre había estado dispuesta a todo por él. Se prometió a sí misma que no dejaría que fueran felices, que no permitiría que Isabel se llevara al hombre que ella amaba. Carmina tramaría un plan, utilizaría todos los
Han pasado varios meses desde que William e Isabel se casaron y han construido una vida juntos. Su amor ha fortalecido y su matrimonio se ha convertido en una fuente de felicidad y apoyo mutuo. En medio de la cotidianidad de su vida matrimonial, Marcus Warner, Vizconde de Linley, hizo una visita inesperada a la mansión de los Pembroke. Su llegada causó cierta tensión en el hogar, ya que Marcus siempre había sido un hombre encantador y carismático, conocido por su capacidad para seducir y cautivar a las mujeres. Isabel se encontraba en la sala de estar, compartiendo un momento de intimidad con su esposo, cuando Marcus irrumpió en la habitación con una sonrisa pícara en el rostro. —¡Queridos amigos! ¿Cómo va la vida conyugal? Espero no interrumpir nada importante —dijo Marcus con su habitual tono juguetón. William se puso en guardia ante la presencia de Marcus, consciente de su habilidad para crear problemas. Isabel, por su parte, se sintió incómoda con la llegada inesperada d
Estaba en su habitación, envuelta en la soledad de sus pensamientos que se aferraban a ser lo único que le pertenecía. No tenía nada que le pudiera distraerla de sus nuevas obligaciones adquiridas. Imágenes la asaltaron por cada rincón de su mente. Días de paz,y de juegos. No había angustia , no había dolor. De pronto, un aguijón se le clavó nuevamente en el pecho.No deseaba hacerlo, moriría antes,pero para qué pensar en ello, ya estaba muerta.El viento sopló en su dirección hacia la vela a un lado de su cama,la flama se extendió con un temblor y el color azul se tiñó de rojo por unos segundos,sus ojos seguían en ese punto cuando de pronto una voz aguda le sorprendió con un portazo.-Deja de hacer esas cosas Isabel,parece que hubieras perdido la razón-. Dijo su madre acercándose.Con dos dedos apagó la flama y en su lugar quedó una mota de humo dispersándose.Ella no solía ser buena compañía para nadie,ni siquiera para su padre. Su aspecto delgado,su nariz aguileña y su falta de gen
El viaje a la hacienda le produjo vértigo, aunque fue rápido y cómodo. Su prometido era dueño de varios coches de lujo y según había dicho su padre el que había mandado por ella era el mejor. Trataba de impresionarla y eso la llenaba de rabia, de odio. Sí, odio hacia ese hombre que se empeñaba en poseerla.-Muy buenas noches señora-El señor Melville se dirigió a su madre con una leve reverencia y otra hacia Isabel. Después se fue y no supo mas de él. Su padre llegaría más tarde.Comenzaba a oscurecer cuando la condujeron a la que sería su habitación,su madre se había retirado a la suya para descansar del viaje exagerando su agotamiento.Con horror, miró que su habitación estaba apartada de todo,en ella no encontró una ventana o algo que le indicara un poco de libertad. Se estremeció, y aunque trató de calmarse,los nervios se apoderaron de Isabel.-El amo vendrá a conversar un poco más tarde,él aún no regresa del campo.Le informó la doncella que la condujo hasta su habitación.—¡No!—
-Entiendo-Musitó. Hablaba en susurros,como si al decirlo en voz alta confirmara sus sospechas.Le dio la espalda para caminar,se sentía asfixiada,aún en medio de la noche seguía sintiéndose presa,ese era el motivo de su odio irracional.-Él no es tan mala persona,algunos hasta le aprecian de verdad,su gente le tiene en alta estima.¿Estima?...se volvió para encararle.-La prole es tonta y confunde el agradecimiento con la estima,que es lo que los peones sienten por él-Se revolvió al saber que le comparaba con la servidumbre-No hay motivo para que yo le estime o le quiera,es mi captor,mi verdugo,alguien tan ruin que fue capaz de comprarme aún en contra de mi voluntad convenciendo a mi familia por una buena dote o qué sé yo.Él arrugo el entrecejo visiblemente alterado por sus palabras.-Los arreglos matrimoniales se han realizado desde antes de que usted naciera señorita Tolliver, y son los padres de la novia los que permiten el enlace,pero no creo que debe juzgar tan a la ligera sus m
—Le odia-. Volvía a mirarle con tristeza,a él qué podía importarle eso, solo debía dejarla ir. Pero se sintió débil para discutir,la cabeza le daba vueltas.-Sí-Afirmó con suavidad-Yo tenía otros sueños.-Todos tenemos sueños-. Elevó la voz y se levantó del suelo dejándole un espacio considerable para pensar—¿Qué tipo de sueños tiene?.Que más daba,ya no estaban,igual que su libertad,una que,irónicamente nunca tuvo.-No lo sé, tonterías supongo.-Para una mujer no existe eso,todo es importante,hasta el más mínimo detalle.Su explicación le sorprendió,como sus claras palabras,él no era un peón cualquiera ni mucho menos,él lograba que la sangre le hirviera en las venas con sus palabras, y la medida de su voz,...Era un hombre en armonía con su cuerpo.-Me he perdido el baile de debutantes.Sonaba a capricho,dicho de esa forma.-He escuchado que las mujeres son seleccionadas como a una buena yegua y las menos afortunadas necesitan de una buena dote o un apellido que las respalde.Su atrev
Abrió los ojos lentamente al escuchar mucho ruido fuera de su habitación, sonido de pasos apresurados que hacían crujir la madera del piso,voces en susurros y rechinidos incesantes. La cabeza le daba vueltas y los ojos los sentía arenosos. De pronto el recuerdo de William asaltó su mente, quería verle,sentir sus brazos protegerle en esos momentos en los que sabía, le pertenecería a otro al caer la noche.De pronto se dio cuenta lo tarde que era y que nadie le había ido a buscar para los preparativos.No había dormido muy bien los últimos dos días y su cuerpo estaba agotado como su mente,y sin ganas de luchar. El único consuelo que tenía era saber que,de quedarse, vería a William. Buscaría la forma de estar con él, de proteger lo que había nacido entre ellos. Porque él era lo único que ahora tenía, algo lejos de la intriga que conllevaba su matrimonio forzado.Se levantó de prisa, sólo se puso un vestido de muselina y recogió su cabello con una peineta,era más la urgencia de saber qué