- Abre los ojos- tardé un momento en obedecer esa orden y un poco más en acostumbrar la vista debido a la oscuridad. El azul del acuario fué iluminando la sala. Los peces se movían lentamente en un mundo lejano, ajeno a todo. Me quedé frente al cristal un largo rato. Hasta que mi corazón logró calmarse y el miedo fue desvaneciéndose.- Esas personas... por mi culpa...- Déjalo- me interrumpió Costas a mis espaldas. Cerré los ojos nuevamente - ¿Cuándo va a terminar esto?-murmuré cansada pero mi cuerpo se estremeció al recordar a Alessa. Me volví hacia él con avidez- Préstame tu celular- él solo me lo dió sin hacer preguntas.- ¿Hola?- casi caí al suelo al escuchar su voz fuerte y clara.- ¿Dónde estas?- ¿En casa y tú?- ¿Estás bien?- Tengo una especie de perro guardián aquí, estoy bien.- No me esperes despierta.- Ten cuidado- colgué y marqué el número de Emilio. Los pitidos me ponían nerviosa pero su voz no se escuchaba. Colgué y le devolví el teléfono- gracias- me dirigí a la sal
Casi me fué imposible respirar al ver la residencia en la que había estado hacía casi cuatro años. Quedé sin habla al ver como Costas estacionaba el auto frente a la casa que había explotado ante mis ojos. Mis piernas temblaron mientras bajaba del vehículo, luchando contra la impresión para mantenerme de pie y coordinar mis pasos hasta la entrada.La luz cálida del sol inundaba todo, haciéndolo parecer un sueño. Crucé la puerta perpleja. Los muebles color crema, la cocina abierta, la alberca... todo estaba exactamente como lo recordaba. Las lágrimas se acumularon en sus ojos mientras contemplaba el lugar sobrecogida.- Bienvenida- volteé rápidamente, encontrando a Luca en la entrada con una amplia sonrisa. Le sonreí de igual forma, haciendo saltar las lágrimas de mis ojos mientras me acercaba a él para abrazarlo- Costas pidió que reconstruyeran la casa exactamente del mismo modo, en caso de que de volvieras ó... de que te trajera- lo miró de reojo a lo que Costas bufó y se dirigió a
Me removí incómoda por los movimientos limitados, obligándome a abrir los ojos. Dí un respingo y retuve la respiración al ver rostro de Costas justo frente al mío. Me congelé al sentir como su respiración tibia chocaba contra mi nariz y su brazo envolviendo mi cintura, impidiendo que cayera del sofá. Con el mayor cuidado, me removí para alejarme pero perdí el aliento cuando su brazo ejerció presión en mi cintura, reteniéndome.- No te muevas, estoy durmiendo...- murmuró con voz ronca, empujando mi espalda baja con su mano, pegandome a su cuerpo, dejándome sin aliento.- Deja de temblar- cerré los ojos muerta de vergüenza y volví mis manos, puños tensos contra su pecho. Permanecí quieta por un momento hasta que recordé que día era. Esta vez me moví sin ningún cuidado y salí del sofá. Costas me fulminó con la mirada fastidiado, haciéndome encoger de hombros.- Tengo que irme ahora.- Tu viaje a Venecia no sale hasta las 4 de la de la tarde, no seas ruidosa.- Pero...- un suspiro salió d
- ¿Emilio...?- lo llamé, insegura y asustada. La manera en que me miraba, sin pestañear... La oscuridad es sus ojos, era escalofriante.- Dije que lo olvidaría... pero ahora que sé que está vivo, no puedo seguir ignorándolo. En este punto, alguien tendrá que morir- horrorizada, me dí cuenta de que ya no me miraba a mí, sino sobre mi cabeza, hacia algún punto del pasillo.- Bastardo, ¡díselo de una vez por todas!- gritó Costas a mis espaldas pero me paralicé cuando Emilio disparó a cada lado de mi cabeza, hacia Luca y Costas. Mi cuerpo tembló antes de encogerse en el suelo. Mis manos cubrieron mis oídos, intentando en vano eliminar el dolor punzante e intenso. Las lágrimas cayeron aterradas. Emilio se inclinó frente a mí. Sus ojos me envolvieron con frialdad.- ¿Qué estás haciendo?-ni siquiera pude escuchar mi propia voz. Él apartó mi mano de mi oído y la tomó, levantándome y llevándome al interior del ascensor. Ví detrás de mí. Costas se sostenía el brazo izquierdo y Luca le apunt
Emilio se liberó de mis brazos en un parpadeo y abrió fuego contra Costas mientras yo me ocultaba tras un mueble.Cristales, plumones y trozos de madera caían en todas direcciones mientras yo solo lloraba impotente. Las balas cesaron cuando Costas lo tacleó y comenzó a golpearlo en el suelo con furia. Rodaban por el suelo propinándose golpes contundentes. Emilio logró zafarse de él y arrastrarse por el suelo hasta alcanzar su arma. Al ver lo que pretendía, mi cuerpo se abalanzó sobre el arma de Costas, cerca de mí y le apunté muerta de miedo.- ¡Esta noche tú morirás!- por un segundo todo se movió en cámara lenta. Costas en el suelo, respirando con dificultad, Emilio apuntándole justo al rostro con la mirada desorbitada y yo, frente a ambos, oyendo mis latidos martillar mi pecho.Mi dedo se colocó sobre el gatillo y disparé.El sonido paralizó todo y el silencio se cernió sobre el lugar.Los ojos de Emilio me enfocaron asombrados un momento antes de sonreírme con tristeza.Su cuerpo
Desperté con la sensación de que me mecía por el lejano sonido de las olas del mar. Él abrió sus ojos un momento después.Ambos nos miramos en silencio y así mismo nos levantamos, comimos y nos tomamos de las manos al salir de la casa. No intercambiamos más que un par de miradas mientras íbamos hacia la playa. El viento soplaba con fuerza y el sol estaba ocultándose con lentitud. Ambos nos descalzamos y caminamos por la orilla, mirando el firmamento. Decidí dejar mis recuerdos ahogarse por un momento en ese atardecer. A la mañana siguiente volvimos a Milán. Matteo y Alessandra nos recibieron en la estación y no pude evitar sorprenderme al ver que Matteo sostenía la mano de Alessa; ella lo había soltado rápidamente al verme pero él había vuelto a tomarla con la misma rapidez, instalando una expresión nerviosa en el rostro de mi amiga y una sonrisa ladina en los labios de él. Alessa no habló en todo el camino de vuelta. Nadie lo hizo. Ya en casa, me ayudó a desempacar pero aún seguí
Cuando tomamos asiento para comer, escuche el tintineo de unas llaves en la cerradura de la entrada. Gire el rostro justo cuando esta se abría, dejando ver el radiante rostro de Luca.- ¡Buenos días!- gritó llegando a la cocina- ¡estás aquí!- su sonrisa se amplió al verme- ¿Comen sin mí?- como un resorte me levanté de la silla.- Siéntate, aún no empezamos. Te serviré un poco...-solo alcancé a ponerme de pie antes de caer de golpe en la silla de nuevo. La mano de Costas me había devuelto a mi asiento.- Él puede servirse solo, tú come.- Hey... mírate, siendo celoso... ¡No tienes que actuar así!- se burló Luca, a lo que aparté la mirada de él incomoda- Yo me serviré, espérenme- finalmente terminamos comiendo los tres. Soltaba una que otra sonrisa a causa Luca y evitaba la mirada de Costas, que no se apartaba de mí.- Salgamos- levanté la mirada para ver a Luca y de soslayo la mirada expectante de Costas- ¡solo salgamos!- la sonrisa de Luca era tan brillante y contagiosa que por segund
La expresión de Costas era escalofriante.El aire dentro del auto se había vuelto pesado por la tensión. Lo miraba de reojo, nerviosa, sin atreverme a decir algo realmente.Él apagó el motor del auto luego de estacionarse y se volvió hacia mí, fulminándome con la mirada.- 5 minutos- ordenó con una expresión tan iracunda, que no pude moverme. No entendía por qué todo se había vuelto tan incómodo.- De acuerdo...-murmuré abriendo la puerta del auto, justo después de cerrarla escuche como otra puerta se abría y cerraba. Él estaba frente al auto y yo lo miré curiosa- ¿también irás?- ¿Querías verlo a solas?- espetó en tono acusativo. Lo miré extrañada.- Solo iré a ver como esta. No actúes así- murmuré, dirigiéndome al hospital. Escuché sus pasos rápidos detrás de mí, hasta alcanzarme.En la habitación estaban el director Mario, Clara y muchos arreglos florales muy bonitos.-¡Oh! ¿Cómo estás?- incluso en una camilla, él lucía totalmente relajado. Me sentí aliviada.-¿Estás postrado en