Le doy las gracias con una inclinación de cabeza y ella me sonríe. No puedo evitar la pequeña sonrisa que se dibuja en mis labios, aunque normalmente me esfuerzo por mantener mis emociones alejadas de mi cara mientras trabajo.Es que es tan... adorable. Maldita sea… qué difícil es mantener la compostura a su lado. Roger tiene razón: la dejo salirse con la suya más que a nadie.Ignoro estos pensamientos y me giro hacia Simon, asintiendo con la cabeza e invitándolo a continuar. Cuando sigue, de
SinclairCora rompe la tensión entre Ella y yo, pero desafortunadamente no de un modo que me beneficie."Estoy de acuerdo", dice ella, de pie junto a su hermana, con los ojos clavados en los de Roger. Suspiro para mis adentros, mi lobo gruñe de descontento, al darme cuenta de que la advertencia de Roger al principio de esta reunión era bastante acertada. Cada una por su cuenta es voluntariosa, pero juntas son una fuerza perturbadora."Es demasiado peligroso", continúa Cora, sacudiendo la cabe
Papá nos hace un pequeño gesto con la mano y sale rodando por la puerta junto a la que están Cora y Ella, con mi hijo aún durmiendo felizmente en brazos de mi pareja. En cuanto papá sale rodando con el último de los hombres, Ella cierra la puerta y se gira para fulminarme con la mirada.Vuelvo a cruzar los brazos sobre el pecho, devolviéndole la mirada, dispuesto a reanudar nuestro enfrentamiento, pero Roger me interrumpe y camina rápidamente al lado de Cora."Cora", suspira él, sacudiendo la
EllaParpadeo, sorprendida, cuando de repente escucho una carcajada salir de la boca de Roger.Sinceramente, me esperaba otra cosa. ¿Gritos? Sí. ¿Suplicas? Claro. ¿Órdenes severas? Absolutamente.Cualquier cosa, en realidad, excepto la risita que sale de los labios de Roger mientras se echa hacia atrás y se mete las manos en los bolsillos."Hablo en serio", dice Cora, cruzándose de brazos y fulminándolo con la mirada. "Me voy contigo. Me necesitas"."Cora", dice Roger, sacudiendo la cabeza.
Siento mi propia agitación de emociones intensas ante su pregunta, miro a Sinclair y me encuentro con sus ojos mientras sacude la cabeza. ‘No’, me dice firmemente a través del vínculo. ‘Tendremos paz. Traeré la paz. Solo... un poco más’."Te lo prometo, Cora", responde Roger, extendiendo sus brazos en torno a ella. "Te prometo que todo estará bien".Sinclair me da la vuelta y yo asiento, dejándole que me saque de la habitación y permitiéndoles un momento a solas. Mi pareja me agarra de la mano
SinclairTodo pasa rápidamente una vez que llegamos al punto de entrada. Todo se ha planeado al pie de la letra para que incluso nuestra llegada sea silenciosa, encubierta, en las horas más oscuras de la noche, cuando es menos probable que nos vean. Cada uno de los coches llenos de nuestros hombres se ha estacionado en distintos puntos de las manzanas circundantes de la ciudad para que, cuando converjamos en la cloaca, lo hagamos casi en silencio y en la oscuridad. Roger y yo llegamos de primero y, para prepararnos, nos ponemos en contacto con nuestro padre en casa para informarle de que estamos en posición. Estando en las alcantarillas, nuestra capacidad para hablar con él será limitada: solo estaremos nosotros ahí abajo, junto con lo que encontremos. Papá ha respondido con prontitud, haciéndonos saber que todo está bien, si no un poco tenso, en el búnker. Esbocé una ligera sonrisa al escuchar el mensaje, pensando en Ella y Rafe a salvo y preocupados; en Cora paseándose ansiosa
SinclairInformo a las tropas que están fuera de la alcantarilla de nuestros movimientos, cuando giramos a la izquierda o a la derecha, mientras sigo a Roger, que avanza con paso firme siguiendo el rastro del sacerdote. Las tropas de fuera transmiten la información a mi padre, en el búnker, que puede seguir nuestros movimientos en los mapas para que, al menos él, sepa exactamente dónde estamos en todo momento. Una media hora más tarde, Roger me mira por encima del hombro, con ojos repentiname
Funciona, por un momento… antes de que el sacerdote gruña otra de esas palabras arcanas y sienta un pulso de calor ardiente que sale de su mano izquierda, su muñeca se vuelve de repente blanca y caliente, demasiado caliente para que la sostenga, no sea que mi piel empiece a derretirse... Rujo por el dolor y la frustración, pero aguanto lo suficiente para darle la vuelta, empujándolo con fuerza hacia la puerta que emite la luz amarilla en vez de hacia el largo pasillo. Si conseguimos meterlo ah