Ella Estoy agarrando la mano de mi hermana, apretando los dientes y gruñendo con el primero de mis empujones, cuando la puerta se abre de nuevo. No abro los ojos, no puedo mirar. La verdad es que en este momento no me importa quien es, si Hank, Roger o si los insurgentes que vienen a matarnos. Lo único que me importa es el horrible y desgarrador dolor en mí mientras traigo mi bebé al mundo. Gimo, echando la cabeza hacia atrás contra las almohadas mientras jadeo, sintiendo que el dolor
"¡Oh, su cabecita!", Cora dice, sonriéndome. "¡Ya está aquí, Ella! Solo un par más para que su cuerpo salga!". Asiento, ansiosa, y comienzo a pujar de nuevo. Y empujo, y empujo. Jadeo, echándome para atrás y jadeo cuando siento que la contracción terminó, y miro a Cora esperando las instrucciones. Pero en vez de una sonrisa de felicidad, veo que intercambia una extraña mirada con Hank. "¿Qué?", le pregunto, haciendo un esfuerzo por sentarme y gimiendo por el dolor que me recorre la espalda.
Sinclair Agonía. Es una agonía para mí, obviamente mucho más para mi pareja, estoy seguro, pero verla sobrevivir esto me está matando. Lucho contra el agarre de Roger, él no debería ser más fuerte que yo, nunca ha sido más fuerte que yo, debería poder zafarme, pero hay algo de todo esto que me ha dejado agotado. Estoy débil viendo a mi pareja luchar por su vida, viendo a mi hijo respirando por primera vez, lo que me quita la energía. Jadeo, con pánico, mirando entre mi Ella y el beb
Mi cuerpo está lleno de dolor y no sé si es la pérdida de sangre por el corte médico de Hank, algún desgarro en mi interior o... algo más. Pero mi visión viene y va entre una borrosa vista al dormitorio del palacio y entre la oscuridad. Pero aún así, en los breves momentos que me puedo concentrar, veo a Sinclair de pie a mi lado, siento su mano en la mía y veo a nuestro pequeño bebé envuelto en una sábana en su brazo... Justo como estaba en el estado de sueño. Y encuentro una nueva determ
Ella Mientras cierran la puerta, miro a Sinclair y sonrío. No tengo palabras, pero su expresión me deja saber que siente exactamente lo mismo que yo. Calor, felicidad y con un poco de miedo por ahora tener que cuidar de esta personita, pero emocionado. Absolutamente emocionada de estar aquí, con él. "Estuviste increíble, Ella", Sinclair murmura, levantando mi barbilla con el dedo mientras se sube a la cama conmigo, ignorando el hecho de que está un poco... bueno. Que estas sabanas tendrán que ser destrozadas por no decir otra cosa. Pero a Sinclair sé que no le importa. Él solo quiere estar cerca de mí, cerca de nosotros. "Él es increíble", digo, enfocando mi atención hacia mi bebé y acercándome para darle un beso en la cabeza. Me río cuando lo veo retorcerse. "Dios, no pensé que se enojaría tanto. ¡Qué niño más enojado!", digo, pasando un dedo por su perfectamente suave cachetito mientras maúlla y da pequeños gritos. "No seas así con él", Sinclair dice, con un poco de
Ella "Me iré de inmediato", Roger añade, haciéndonos reír a todos. "De verdad", dice, "no sirvo hasta que el niño tenga la edad suficiente para lanzar una pelota. Entonces, para entonces solo será el Tío Roger". Le sonrío, complacida, y tomo su mano para apretársela, dejándole saber lo feliz que estoy que haya venido. Sus ojos se suavizan cuando me mira, y sé que él siente lo mismo. "Está bien", digo, suspirando y subiendo a la cama. "Me parece un buen plan". Entonces todos van a h
"Cora", Roger dice, vacilante, y veo que busca mi mano. Me alejo. "¿Qué?", le pregunto, de repente enfadada. "¿Qué siquiera haces aquí? ¿No estabas apurado por regresar a casa?". Roger duda y luego retira la mano, a lo mejor queriendo pretender que nunca extendió la mano en busca de la mía. Se encoge de hombros despreocupadamente, mirando a la ciudad recién pacificada. "Las tropas calmaron los disturbios, pero eso no quiere decir que todos hayan ido a casa y que no haya nadie merodeando en
Ella Gruño cuando despierto, pero no abro los ojos. Aún no. Siento que los acabo de cerrar hace diez minutos, mis pobres ojos necesitan descansar. En lugar de eso, me tomo un momento para sentir mi cuerpo desde dentro hacia fuera, para ver qué duele y qué se siente bien. Me sorprendo cuando puedo sentir los restos del regalo de mi madre pasando a través de mí, lo que se sienten como pequeños tentáculos brillantes de luz que recorren mis extremidades, que a lo mejor me están curando. Sonrío cuando lo pienso, que mi madre me dio algo que dura después de tantos años de ausencia. Es una diosa madre después de todo, la madre de todos, no solo mía. Pero aún así, como mi verdadera madre, se siente bien por fin tener... una parte de ella. Oigo a mi pequeño bebé llorar un poco y abro los ojos, buscándolo. Me siento, me pongo una mano en la cabeza y miro a mi alrededor con cansancio. Mis ojos se posan de inmediato, como era de esperar, en el gran hombre lobo que hay al otro lado de la