Sinclair Me despierto, unas horas más tarde, levantándome de un salto en cuanto me doy cuenta de que Ella no está a mi lado. Hace horas que se había quedado dormida tras una cena sencilla y un maratón de películas. Mientras ella dormía a mi lado, yo había pasado la mayor parte de las últimas horas de la noche respondiendo a la pila de correos electrónicos que se acumulaban en mi bandeja de entrada y observándola dormir por el rabillo del ojo. Pero ahora, cuando abría los ojos por un momento
"De todo", murmura, cogiendo y abriendo un paquete de regaliz. "También por eso no podía despertarte para que me trajeras comida. No sabía lo que quería. Resulta que lo quería todo". Hago una mueca cuando le da un mordisco al regaliz y lo arranca con los dientes mientras me mira con curiosidad. "¿Alguna posibilidad de mover el nido hasta aquí abajo? Sería muy conveniente, con todos estos antojos...". La corto con una carcajada, negando con la cabeza. "No, Ella", insisto. "No puedes mudarte a l
Ella Cuando abro los ojos, Sinclair ya se ha ido, a pesar de que anoche durmió unas cinco horas en total. Se durmió en cuanto su cabeza tocó la almohada cuando volvimos a la cama. Me había tomado un momento para mordisquear una galleta que me había metido en el bolsillo de la bata, pero no me había quedado muy atrás. Ahora me estiro tranquilamente en la cama, disfrutando de la posibilidad de extender las piernas y los brazos sin que ningún hombre lobo gigante me impida hacerlo. Por supuesto
"Oh", digo mientras vuelvo a caer contra las almohadas, con los ojos muy abiertos. "Espera, ¿así que ya no sales con Roger?". "Para empezar, nunca he salido con Roger, Ella", miente, apresurada y avergonzada. Entonces, oigo que alguien la llama desde dondequiera que esté. "Me tengo que ir. Luego te cuento. Adiós, te quiero. Adiós". Miro fijamente la pantalla del teléfono que tengo en la mano mientras se queda en negro. ¿A Cora ya no le gustaba Roger? ¿Y está saliendo con mi médico? ¿Y s
Ella "¡Hola, cariño!". Le digo alegremente a Sinclair cuando aparece en la puerta de nuestra habitación esa misma noche, apoyado en el marco y sonriéndome cansado. "¿Quieres pizza?". Levanto la grasienta caja cuadrada en el borde de mi nido. "Solo queda medio trozo, pero...". Me encojo de hombros, "está muy buena". "No, Ella", responde riendo y entrando en la habitación, sentándose en el borde de la cama. "Esa es tu pizza fría de hace horas. Quédatela para ti". "Respuesta correcta", murmur
"No", tararea complacido, atrayéndome de nuevo contra él con ansia, como si yo fuera algo de lo que no pudiera soportar separarse más que un momento. "Hueles a frituras de maíz". "¿Qué?". Chillo, horrorizada y riendo al mismo tiempo. "¿Huelo a frituras de maíz?". "¿Por qué te sorprendes?", se ríe entre dientes, echando un vistazo a las dos bolsas vacías en la mesilla de noche. "Llevas todo el día con ellas...". "Dios mío", gimo, cubriéndome la cara de vergüenza y dejándome caer sobre sus b
Ella "Tardaste bastante", le digo cuando por fin aparece. Estoy sentada en la copia de nuestra cama en el bosque iluminado por las estrellas. Me parece que han pasado horas, pero no hay forma de saberlo. Aquí el tiempo funciona de otra manera. Probablemente solo han sido minutos, y el hecho de que lo deseara tanto hizo que me pareciera más tiempo. "En serio", murmura Sinclair, sus ojos me recorren mientras estoy sentada ante él, con un picardías azul oscuro que refleja el blanco que llevaba
Me lleva hasta el orgasmo, con su lengua apretada contra mí. Entonces, cuando mi pecho se agita y mis ojos se cierran, se levanta y se cierne sobre mí. "Ella", murmura, girando mi cara hacia la suya con una suave presión de su dedo contra mi mandíbula. "Mírame, Ella". Obedezco, abro los ojos y miro fijamente la brillante mirada verde de mi pareja. "Siénteme", me ordena, y vuelvo a obedecer, agachándome entre los dos para agarrar su gruesa y aterciopelada polla, moviendo la mano lentamen