Las cosas alcanzan un desafortunado clímax cuando intentan llevárselo para hacerle radiografías, porque, por supuesto, no puedo ir con él. Tienen que evaluar los daños internos causados por la fuerza directa del choque, y aunque la parte lógica de Sinclair se da cuenta de ello, la combinación de tanto peligro, mi enfado y todos los extraños que nos rodean tiene a su lobo en pleno control. Al final tiene que hacer que todos los guardias del hospital me vigilen hasta que regrese de la radiografía,
EllaDolor.Mi primera reacción es de dolor: ardiente e intenso, como tener el cuerpo suspendido sobre un pozo de llamas y asado lentamente. Sinclair ya no me necesitará. Lo perderé. A pesar de toda mi resistencia, me he encariñado irremediablemente con Sinclair y mis sentimientos por él son mucho más fuertes de lo que me gustaría admitir. La idea de no tenerlo más en mi vida es tan insoportable que ni siquiera puedo considerar la posibilidad. Quiero huir y esconderme de ella, fingir que no es
"Lo sé y no digo que no sea terrible, solo que necesitas una verdadera Luna", comento con un débil encogimiento de hombros. "Y contigo ahí para mantenerla bajo control, su peor naturaleza nunca se saldría de control". "¿Quién dice que necesito una verdadera Luna?", refunfuña Sinclair, sonando tan mezquino y amotinado como yo debía de sonar antes. "¡Lo dijiste tú!", grito, pero ahora estoy riendo. "¡Desde el primer día, Dominic! Desde el primer momento en que nos conocimos me dijiste que nues
SinclairCuando Ella se desploma en mis brazos, apenas puedo esperar a que vengan corriendo las enfermeras. Inmediatamente asumo que se nos debió de haber escapado alguna lesión del accidente y al instante me pongo furioso conmigo mismo por haberme dejado convencer por Ella para que el personal médico me diera prioridad. ‘¿En qué estaba pensando? Sé que la examinaron y que no tenía marcas físicas en el cuerpo, pero ¿y si era algo interno? ¿Y si de alguna manera se golpeó la cabeza en medio de
"Niña traviesa". Me burlo, acariciando su suave mejilla. "¿Te desmayaste para no decirme lo que sentías?". "No fue a propósito". Hace un puchero y me mira con evidente preocupación. "¿Por qué estás fuera de la cama? ¿Y tus radiografías?". "No te preocupes por mí, cariño". Le pregunto: "¿Cómo te sientes?". "Un poco resacosa", admite mientras intenta incorporarse. La agarro suavemente por el hombro y la mantengo quieta. Finalmente resopla y dice: "Dominic, tengo que hacer pis". "¿Por qué n
Ella“¿Reposo en cama?”, repito mientras miro nerviosamente a Sinclair. "¿Quieres decir hasta que nazca el bebé?". "No, no creo que tengamos que hacer algo tan extremo todavía". El doctor responde con una sonrisa amable: "Por ahora, empecemos con unas semanas. Más allá de eso podemos verlo para entonces". "¿Qué significa eso exactamente?", pregunta Sinclair, con su enorme cuerpo imponiéndose sobre mí. Su calor, que a veces me recuerda demasiado al de una caldera cuando estamos acurrucados e
"Ay, está bien, ignórame, habla de mí como si no estuviera aquí". Refunfuño. "Eso me mantendrá tranquila". "No te preocupes Ella, estás en buenas manos", responde el doctor, completamente impasible ante mis petulantes palabras. "Hasta pronto". En cuanto se da la vuelta, Sinclair se pone delante de mí, me rodea con sus musculosos brazos y hunde su cara en mi cuello. Estoy tan sorprendida por el gesto que apenas me doy cuenta de que olvidé darle las gracias al doctor. Sinclair no me gruñe ni m
Ella"¿Por qué parece que esto es más para mi beneficio que para el tuyo?", pregunto con tono irónico y observando cómo Sinclair vierte aceites y sales en una gran bañera humeante. El astuto lobo sabe cuánto me gustan los baños de burbujas, sobre todo ahora que estoy embarazada. Después de años de estar constantemente sucia e incluso viviendo en la calle, no hay nada que me parezca tan lujoso... y no se me ocurre nada más relajante. "Oye, iba a meterme contigo: tú eres la que metió la pierna"