"Niña traviesa". Me burlo, acariciando su suave mejilla. "¿Te desmayaste para no decirme lo que sentías?". "No fue a propósito". Hace un puchero y me mira con evidente preocupación. "¿Por qué estás fuera de la cama? ¿Y tus radiografías?". "No te preocupes por mí, cariño". Le pregunto: "¿Cómo te sientes?". "Un poco resacosa", admite mientras intenta incorporarse. La agarro suavemente por el hombro y la mantengo quieta. Finalmente resopla y dice: "Dominic, tengo que hacer pis". "¿Por qué n
Ella“¿Reposo en cama?”, repito mientras miro nerviosamente a Sinclair. "¿Quieres decir hasta que nazca el bebé?". "No, no creo que tengamos que hacer algo tan extremo todavía". El doctor responde con una sonrisa amable: "Por ahora, empecemos con unas semanas. Más allá de eso podemos verlo para entonces". "¿Qué significa eso exactamente?", pregunta Sinclair, con su enorme cuerpo imponiéndose sobre mí. Su calor, que a veces me recuerda demasiado al de una caldera cuando estamos acurrucados e
"Ay, está bien, ignórame, habla de mí como si no estuviera aquí". Refunfuño. "Eso me mantendrá tranquila". "No te preocupes Ella, estás en buenas manos", responde el doctor, completamente impasible ante mis petulantes palabras. "Hasta pronto". En cuanto se da la vuelta, Sinclair se pone delante de mí, me rodea con sus musculosos brazos y hunde su cara en mi cuello. Estoy tan sorprendida por el gesto que apenas me doy cuenta de que olvidé darle las gracias al doctor. Sinclair no me gruñe ni m
Ella"¿Por qué parece que esto es más para mi beneficio que para el tuyo?", pregunto con tono irónico y observando cómo Sinclair vierte aceites y sales en una gran bañera humeante. El astuto lobo sabe cuánto me gustan los baños de burbujas, sobre todo ahora que estoy embarazada. Después de años de estar constantemente sucia e incluso viviendo en la calle, no hay nada que me parezca tan lujoso... y no se me ocurre nada más relajante. "Oye, iba a meterme contigo: tú eres la que metió la pierna"
"Tal vez", interrumpe bruscamente, "pero nuestra situación ciertamente no está mejorando las cosas", dice Sinclair, sintiendose como un tigre enjaulado. "Por favor, no hagas esto". Le ruego, con un sollozo que me quita el hipo. "Por favor, no te culpes por esto. Intentas hacer lo correcto para todos. Ninguno de los dos planeó esto, ninguno de los dos podría haberse preparado para lo que el mundo nos iba a lanzar estos últimos meses. No te culpo, simplemente no quiero que las cosas se complique
Ella‘Bueno, supongo que eso sella esa disputa’, pienso al mirar fijamente la imagen que se muestra en la estrecha pantalla de mi dispositivo inteligente. Es un hecho que me la envió la mujer que guardé como "Amante de Satán" en mis contactos y que está centrada justo debajo de la foto de Lydia y Sinclair juntos en la cama. No hay duda de que se trata de una prueba de embarazo positiva. He hecho suficientes pruebas caseras en mi vida como para entender lo que significan las dos líneas rosadas
"¿Qué pasa, pequeña humana, te preocupa que te devore?". Sinclair se burla, con su voz grave que hace que mis entrañas se vuelvan gelatina. "Solo me pregunto por qué necesito oler como tú para pasarme el día recostada en la cama", respondo, intentando sonar despreocupada. "Porque siempre necesitas oler como yo", insiste Sinclair, paseando su mirada oscura por mi cuerpo con gusto. "Eres mía tanto en público como en privado". Me estremezco cuando me reclama para sí, y aunque mi feminista int
SinclairCuando llego al hotel de Lydia, sigo pensando en Ella. Hemos estado llevándonos bien durante las dos últimas semanas, manteniendo nuestra relación afectuosa pero conteniendo lo mejor que podemos nuestros deseos compartidos. Hasta ahora hemos evitado ser más íntimos de lo que ya lo habíamos hecho antes de que el doctor ordenara reposo en cama, pero la tensión sexual sigue creciendo y la sugerencia de que Ella podría ser menos irresistible es más que ridícula. Además, el bebé la está