Kaiden frunció el ceño, mirando a la mujer cuyo rostro no podía ver hasta ahora, pero sus labios siempre sonrientes le sonreían con picardía. "No entiendo, ¿cómo puede ayudarte mi maldición?" "No puedes morir, al menos, no intencionalmente". "Es cierto, pero sufro un dolor insoportable hasta que me desmayo cada vez que intento quitarme la vida a la fuerza". "Oh, eso lo sé", se rió Catherine, "por eso es un juego perfecto. No puedo levantar mi ejército sin los humanos tontos". "Entonces ve allí y tómalos, obviamente, no son rival para ti", dijo Kaiden como si fuera algo tan simple de entender y no se necesitara ciencia espacial mientras se preguntaba cómo era un buen trato y cómo lo sacaría de la celda y lo alejaría de su hermano menor. "Oh, no seas más rápido que tu sombra, Kaiden, eso ya lo sé. Pero para lo que yo quiero, no va a funcionar si voy tras ellos, necesito prepararles una escena. Y ahí es donde tú, querido mío, juegas el papel más importante. Quiero accidentes, muchos, muc