Capítulo 814
—No es eso —Natalie lo negó.

—¿Entonces por qué tienes la cara tan roja?

La voz de Leonardo estaba teñida de risa, y Natalie sintió la vergüenza de que se supiera lo que pensaba.

—¡Porque acabo de salir de la ducha!

Leonardo enarcó una ceja, —Vale, pero quiero secarte el pelo, ¿me das esa oportunidad?

Natalie frunció los labios y fingió que no le importaba, —Ya que tienes tantas ganas de secarme el pelo, te doy esa oportunidad.

Ante la mirada arrogante de Natalie, Leonardo sonrió.

—¡Bueno, gracias, cariño!

Natalie quedó helada, hace un mes no podía imaginarse que alguien la llamaría cariño, pero en este momento no sólo no se sentía incómoda, sino que se sentía un poco dulce.

—Dale. Has dicho que me secas el pelo, ¿no? Ven aquí.

Al notar la timidez en sus ojos, Leonardo sonrió, sacó el secador, lo enchufó y empezó a secarle el pelo.

Sus largos dedos la recorrieron con movimientos suaves.

En la memoria de Natalie, aparte de cuando era niña, Michela le secaba el pelo, sólo ahora Leonardo
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