—Bueno, volvamos primero.

Natalie subió al asiento del conductor y condujo a Bahía de los Olmos.

Leonardo cerró los ojos y descansó después de llamar a la criada de la mansión de la familia Ramos para que alguien acudiera al hospital a atender a Antonia.

Pronto Natalie oyó una respiración acompasada procedente del lado del copiloto.

Natalie giró la cabeza para mirarle mientras el coche se detenía en un semáforo.

Incluso dormido, su ceño seguía fruncido.

Habían pasado tantas cosas últimamente que su mente debía de estar tensa todo el tiempo.

Le daba pena y Natalie alargó la mano y trató de suavizarle el ceño fruncido.

En el momento en que estaba a punto de tocarlo, sonó una bocina.

Vio que el semáforo se había puesto en verde y retiró la mano para arrancar el coche.

Al llegar al chalet, Leonardo aún no se había despertado y Natalie no le despertó, dándole una camisa antes de salir del coche y entrar en el chalet.

Leonardo no había bebido ni una gota de agua desde anoche y ella iba a pre