Capítulo 38
— No lo sé

Natalie tenía la cara roja, empezó a sudar en la frente y estaba ardiendo.

Leonardo le cogió la barbilla y le dijo: —¡Mira bien quién soy!

El dolor en la mandíbula hizo que Natalie se despertara por un momento, y se esforzó por abrir los ojos.

— Le...Leo...

Leonardo bajó la cabeza para basar sus labios rojos, sus grandes manos le agarraron la cintura, saboreando su belleza.

Natalie sintió por un momento como si la asaran al fuego, y luego como si cayera en un lago helado.

La noche era larga.

Al despertarse de nuevo, los dolores y molestias de su cuerpo hicieron que Natalie gritara inconscientemente.

Los ojos de Natalie se abrieron bruscamente y cuando vio el rostro hermoso de Leonardo a su lado, se dio cuenta de que lo que había pasado anoche no había sido un sueño.

Se frotó las sienes y al instante sintió un dolor de cabeza más intenso.

Despertó a Leonardo.

Cuando las miradas se cruzaron, nadie habló primero.

Natalie frunció los labios y, cuando quiso hablar, se dio cuenta
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