Capítulo 1742
Suprimió el malestar mientras tomaba el segundo y el tercer trago en sucesión, y para cuando dejó el vaso, se tambaleaba, con las mejillas enrojecidas.

-¡Buen trabajo! -La cara del señor Santana se descompuso en una sonrisa de suficiencia, y los demás fingieron elogiarla.

Sin embargo, el señor Santana no quería dejarla marchar.

Se rio, señaló un plato de loncheados de pescado crudo sobre la mesa y dijo: -Señorita Romí, no puedes solo beber. Estos loncheados de pescado crudo acaban de llegar por avión, son frescos. Tienes que comerlos para enseñarnos cómo se atreve una estrella.

Lucía miraba los loncheados de pescado crudo aún retorciéndose, tenía ganas de vomitar, se obligó a contener el malestar y dijo con una sonrisa: -Señor Santana, no estoy bien del estómago estos días, no puedo comer cosas crudas. ¿Sería posible cambiar el programa?

El señor Santana dijo seriamente: -¿Qué? Señorita Romí, ¿no me respetas? No estabas así cuando bebías.

Los demás dijeron: -Eso es, señorita Romí, no p
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