Edurno se calló un momento y le dijo, —Quizá... Podríamos pedirle a tu mujer que volviera y se hiciera cargo, después de todo, la señora ha sido accionista de la empresa...

Al instante Ricardo vetó.

—¡No, me he divorciado de ella, seguro que no volverá! Si acudimos a ella, ¡sólo saldremos humillados!

—Si la persuadimos con la señorita Silva, tal vez acepte, después de todo, quería dejarle todos sus bienes a la señorita Silva.

Al oírlo, Ricardo guardó silencio.

—¿Sabes dónde está ahora?

Ricardo no quería ir a buscar a Beata, pero ahora mismo Beata era realmente la mejor opción si quería que la empresa siguiera funcionando sin que nadie la arrebatara.

—Ella aún no ha salido de Imperialia, así que quizá no sea demasiado tarde si vamos a buscarla.

Ricardo agachó la cabeza, con las manos apretadas sobre la mesa, y después de mucho tiempo, asintió.

Edurno estaba muy contento, y se apresuró a decir: —¡Ahora mando a alguien para que averigüe dónde está la señora ahora!

—Vale.

Pronto, Edurno re