En una cama desconocidaCristian me había hecho llegar hasta el cielo demostrándome lo que aún sentía por mí. Era algo que no me cabía en el pecho, era una emoción incontenible y suprema que me daba para creer que estaba en la cima del mundo y que nada ni nadie podía bajarme de ahí. La vida misma me daba la sensación de querer llegar a un fin donde por fin ya no hubiese sorpresas y que la frase de “Vivieron felices por siempre” llegase para mí. Sus besos eran un aviso, aun así no me quería ilusionar con una mentira que sabía que podía cambiar en cualquier momento Por más que quería entregarme al fuego de la pasión sin oponerme en nada, me di cuenta de que lo mejor era esperar, tener un momento para sopesar lo que estaba viviendo, a pesar de que sobre aquella cama mi espalda se encontraba aplastada por el peso de ese hombre apasionado que me besaba con locura.―Cristian… Cristian… ¡Cristian! ―la intensidad de las emociones me hacía sentir en un éxtasis de sensaciones únicas, pero me
Desborde del corazónY era obvio que después de un acontecimiento de tal despilfarro de sensualidad por parte de él yo no iba a poder contenerme, por eso aunque no pude levantarme de la cama por mis propios medios para ir a devorar la escultural presencia que se erguía delante de mí, si le dejé en claro mis intenciones para que él se aproximase hasta llegar frente a mí y tomar el control de la situación. No era algo que me hiciere mucha gracia hacerme la desentendida de todo aquello, pero el corazón me pedía solo una cosa en ese momento, por lo que sencillamente no podía negarme, así que terminamos haciendo el amor ahí mismo. Me sentí estúpida después de que le había puesto tantas trabas para al final terminar sucumbiendo al peso del deseo que me consumía y me derretía desde adentro, pero es que no podía seguir atendiendo a mi recato y al pudor si al frente tenía al hombre que sabía tocar las fibras más profundas de mi placer y deseo. Era una nueva visita a esos miembros escultural
RedenciónY así fue como inicio un proceso que me llevó a un trance de intensidad inusitada. Era una situación que me arrastraba casi sin poder comprenderlo. Sin darme cuenta, las cosas comenzaban a ocurrir como si todo hubiese estado preparado para ese momento que se convertía en mi oportunidad de brillar sin temor a nada.Cristian Cavill se convirtió en algo más que mi amante apasionado, pues de alguna manera que yo no podía comprender, él también se había convertido en mi mentor: era mi hora de brillar y él quería que yo lo hiciera de la mejor manera posible.Raúl hizo todo para que los trámites se llevaran a cabo de manera rápida y discreta, el miedo a lo que podían ser las represalias de parte de Martins estuvo presente todo el tiempo; sin embargo, tratamos en todo momento de no demostrarle miedo alguno, pues según las palabras del propio señor Cavill: En el juego del poder gana quien logra intimidar con mayor fuerza. Así fue como me tocó interpretar un papel que de repente no e
La cereza al pastelLos guardias de seguridad acudieron de inmediato tras las exigencias de Rebeca, quien demandaba como una señorona escandalizada. El encontronazo entre Cristian y Martins por poco y estuvo a punto de obstaculizar el protocolo que procuraba realizar esa mañana la justicia para reivindicarme a mí como la verdadera heredera del emporio y la herencia de los Cavill. Por suerte, gracias a las habilidades de Raúl y las mediaciones de Arthur, el asunto logró resolverse como una simple escaramuza, aduciendo que solo había sido una reacción del momento, prestos por los ánimos caldeados que fogueaban las confrontaciones entre ambos.Ni Rebeca ni Martins estaban al tanto del plan que se había llevado a cabo bajo las sombras; era esa nuestra carta bajo la manga y que nos aseguraba un golpe de autoridad, lo suficientemente certero como para dejar tambaleando a ese par de infelices.Martins se dio por satisfecho retirándose del conflicto solo tras amenazar a Cristian con ese esti
La otra cara de la monedaLa emoción de aquella noticia no tenía ningún tipo de comparación. Era un asunto incomparable el que me permitía descubrir cuanto había sufrido en mi vida para ahora poder descubrir que la vida era capaz de sonreírme de vuelta. No tenía forma de como contenerme, por lo que comencé a llorar de inmediato en los brazos de Cristian, quien con ternura me abrazó y me estrechó en su pecho para demostrarme que él estaba ahí para mí, tal como le lo había asegurado.―… En las buenas y en las malas.Había dicho Cristian tal como si de un ritual marital se tratase y si, aunque no habíamos podido formalizar de ninguna manera ese cúmulo de amor que nos unía a nosotros, el vínculo que nos estrechaba iba más allá de cualquier cuestión protocolar o ceremonial. Lo nuestro iba más allá de cualquier situación.Por orden del juez yo debía tomar posesión de lo que me pertenecía justo cuando los profesionales en el asunto determinasen las reparticiones equitativas de los bienes y
Entre gustosCristian se tomó de lo mejor aquella especie de desliz con la opinión de mi hermanito, entendiendo que no era nada del otro mundo que él se declinase en apuntar con mayor optimismo hacia una oportunidad para Ethan, que ni de lejos se podía anticipar ahora que con Cristian las cosas comenzaban a encaminarse. De nada me servía pensar en lo que podía haber sido Ethan en ese tiempo de angustia, ahora que con Cristian las cosas estaban todas en su lugar. Ahora que él había tenido la oportunidad de enterarse de todo los pormenores de mi pasado, conociendo casi toda mi historia al tiempo que nos poníamos al día con lo que había sido el acontecer de esos meses de zozobra. Así, sin más, dejé de lado cualquier atención que podía darle a la opinión de mi hermano mientras que estaba enfocada en recuperar el tiempo perdido con el hombre que me hacía sentir viva a pesar del dolor. Las cosas en cuanto al resto de situaciones estaban igual de prometedoras, pues en cuanto a la recuperac
De vuelta al ruedoY como era de esperarse, habiendo logrado encaminar los pasos de una vida que había tenido tantos traspiés, volvíamos a tener la oportunidad de enfocarnos en nuestra realidad y en las que eran nuestras prioridades, y en ese momento en aquella oficina, tanto para él como para mí, las prioridades de ambos estaban bastante en claro: el deseo debía ser satisfecho.Los besos más sabrosos de mi vida hasta ese momento me los regalo Cristian en aquella oficina. Él se había inclinado hacia mí y me había tomado por el cuello en una acción bastante autoritaria y apasionada que me dejó con el aliento cortado por el filo del deseo. La silla de ruedas no era nada amigable con las demostraciones de afecto tan fogosas como a Cristian le gustaban, sin embargo, él se las arreglaba para sobreponerse a cualquier obstáculo y hacerme sentir la mujer más amada del universo.Se notaba que aún le costaba adaptarse a la dinámica de una relación como la que estábamos viviendo sin haber tenid
Una fechaLa calma de mi corazón era un regalo que solo él podía darme. Eran muchos los factores que entraban en la ecuación. Muchos detalles individuales y particulares que podían y tenían influencia en lo que era mi estabilidad, se habían conflagrado para que en ese particular pasaje de mi vida yo pudiese sentirme en calma. Como si la vida, de una manera contradictoria, se hubiese trasformado para dejar de ser aquella historia de dolor y angustia, para ahora ser un relato de felicidad y mucha paz.Cristian me acababa de dar la mejor noticia, aún mejor que aquella de haber ascendido a ser la accionista mayoritaria de las industrias Cavill; de solo saber que podía convertirme en su esposa me sentía en la cúspide de la felicidad.―No te imaginas lo feliz que me hace saberlo.― ¿Qué dices entonces? ¿Quieres que nos casemos hoy mismo?Mi mano aún no se había retirado de su mejilla, por lo que pude tomarlo con fuerza para atraerlo de vuelta a mi rostro para besarlo con pasión. Cristian