Victor despertó de golpe, respirando con dificultad, como si hubiera estado sumido en el agua y acabara de salir a la superficie. Sus ojos se abrieron y se encontraron con el techo blanco de su oficina, la luz del sol entrando suavemente por la ventana. Por un momento, no entendió lo que había sucedido, como si todo hubiera sido un sueño borroso, pero el sudor frío en su frente y el pulso acelerado le aseguraron que no lo había sido.Se incorporó lentamente, tocándose el rostro con ambas manos, tratando de borrar la sensación de la pesadilla que aún lo atormentaba. "¿Fue real?" murmuró para sí mismo. El eco de la figura oscura, su otra mitad, seguía resonando en su mente."Victor..." La voz suave de Elena lo sacó de su trance. La miró, y por un instante, pensó que la realidad era tan surrealista como la pesadilla. Ella estaba allí, de pie junto a su escritorio, sus ojos fijos en él con una mezcla de preocupación y determinación. "¿Estás bien?"Victor asintió lentamente, aunque la duda
Victor caminaba con paso firme por las oscuras calles de Nueva York, su mente aún luchando por aferrarse a la realidad. La pesadilla, aunque distante, no dejaba de acecharlo. La figura oscura siempre parecía estar al acecho, esperando un momento de debilidad para aparecer nuevamente. Pero esta vez, él estaba decidido a no dejarse consumir por ella. Sabía que la única forma de avanzar era enfrentarse a lo que había dentro de sí mismo y al caso que lo mantenía atado a su deber como detective."Victor, ¿estás bien?" Elena lo miró con preocupación mientras caminaban hacia el lugar donde se había encontrado el cuerpo. Ella había decidido acompañarlo, sabiendo que esta vez no podía dejarlo enfrentar la oscuridad solo.Victor asintió, aunque la angustia seguía acechando en su pecho. "Lo estaré. Solo necesito concentrarme en el caso."El cadáver había sido encontrado en un parque abandonado, en un rincón apartado de la ciudad. A primera vista, parecía otro asesinato más en la larga lista de c
La tensión en el aire era palpable cuando Victor y Elena llegaron a la oficina de los forenses para revisar los informes más detallados sobre el último caso. La carta, la marca en el cuello de la víctima y las palabras del asesino lo seguían atormentando. Sabía que cada paso lo acercaba más a la verdad, pero también sentía que, al mismo tiempo, lo alejaba más de sí mismo.Elena lo observó en silencio, sabiendo que el peso de la situación recaía sobre él. "No eres solo el detective de este caso, ¿verdad?" preguntó suavemente mientras caminaban por el pasillo.Victor la miró y, por un instante, las paredes entre ellos parecieron desmoronarse. "Es difícil separar lo personal de lo profesional cuando el asesino parece saber más de mí que yo mismo," confesó, su voz áspera. "El mensaje, la carta... todo apunta a algo más profundo."Elena asintió. "Tienes razón. Y hay algo más que está claro: no solo está jugando contigo, sino que está estudiando tus reacciones. Este caso es como un espejo d
El caso había tomado un giro escalofriante. Lo que en un principio parecía ser una serie de crímenes aislados ahora era un enfrentamiento directo con las sombras de la mente de Victor. El asesino no solo estaba jugando con las víctimas, sino con él. Cada pista que encontraba, cada carta dejada en el escenario del crimen, le revelaba más de lo que no quería ver. Lo peor era que, de alguna manera, sentía que no podía escapar de su propia mente, como si fuera una trampa sin salida.Victor había comenzado a cuestionar su propia cordura. Las voces que había escuchado en su cabeza, las sombras que lo acechaban, parecían tener vida propia. ¿Qué parte de él estaba siendo manipulado? ¿Cuál era la verdadera cara del asesino? ¿Era él quien los estaba cazando o era su otra personalidad la que tomaba el control?Elena notaba el deterioro en su compañero, aunque él hacía todo lo posible por ocultarlo. "Victor," le dijo en una noche lluviosa mientras caminaban por el pasillo de la estación de policí
Las semanas siguientes fueron una mezcla de confusión y claridad para Victor. El caso seguía avanzando, pero él ya no era el mismo hombre que había comenzado la investigación. Había enfrentado sus propios miedos, las voces y las sombras, y aunque no las había vencido por completo, había aprendido a reconocerlas y no dejar que lo controlaran.Elena había sido su ancla en todo este tiempo. Había estado a su lado cuando las cosas parecían fuera de control, pero también había respetado su necesidad de procesar todo lo que estaba sucediendo en su mente. Juntos, habían seguido el rastro del asesino, cada pista más inquietante que la anterior.La última víctima había sido encontrada en un apartamento abandonado en las afueras de la ciudad, con la misma marca en el cuello. Pero algo era diferente esta vez. Había una carta más, pero esta no estaba dirigida a Victor, sino al asesino mismo."Sé quién eres. Y ahora, yo tengo el control."Victor sintió un nudo en el estómago al leer las palabras.
Aunque el caso había llegado a su fin, la verdadera batalla para Victor había solo comenzado. La ciudad de Nueva York ya había comenzado a olvidar al asesino, pero para él, el rostro del hombre que había capturado no era más que un reflejo distorsionado de sí mismo. La verdad era que el monstruo nunca se había ido. Había estado allí, dentro de él, todo el tiempo.Los primeros días después de la captura fueron oscuros. Victor no podía evitar sentir una profunda sensación de vacío, como si el acto de encarcelar a su otra personalidad no hubiera traído la paz que había esperado. La policía había hecho su trabajo, Elena lo había apoyado incondicionalmente, pero en su interior, la lucha continuaba.Fue Elena quien lo animó a buscar ayuda profesional. "No puedes cargar con todo esto solo," le había dicho una noche, mientras se sentaba frente a él con una taza de café en las manos. "Hay un camino hacia la sanación, pero tienes que recorrerlo."Victor había estado renuente al principio, temie
El camino hacia la sanación de Victor no fue lineal. Aunque había comenzado a integrar las diferentes partes de su personalidad, las sombras del pasado seguían acechando. La mente humana, pensó, es un laberinto oscuro, y uno nunca sabe cuántos pasajes ocultos existen hasta que se encuentra perdido en ellos.En sus primeras sesiones con la Dra. Harper, Victor comenzó a entender que su trastorno de identidad disociativa había sido una respuesta de protección, una forma en que su mente había intentado hacer frente al dolor y al trauma de su vida. Lo que no sabía era cuántos fragmentos de su ser se habían perdido en el proceso. Cada fragmento, cada alter ego, había sido una protección, pero también una distancia creciente de su verdadera esencia.A medida que pasaba el tiempo, Victor comenzó a trabajar en reconstruir esa identidad. La terapia no solo consistía en confrontar sus miedos o recordar los momentos oscuros de su vida. Era un proceso activo de descubrir qué lo hacía él. Se tratab
El proceso de sanación de Victor no solo había transformado su relación consigo mismo, sino también con los demás. Antes de su lucha interna, las relaciones en su vida habían sido superficiales, distantes. El trabajo lo consumía, y la batalla contra sus propios demonios lo mantenía apartado de las personas que realmente importaban. Pero ahora, con una nueva perspectiva, comenzaba a entender el verdadero valor de esas conexiones. Elena seguía siendo su roca, la persona que lo había apoyado sin preguntar, pero las tensiones entre ellos, aunque leves, no pasaban desapercibidas. Victor sabía que su recuperación también implicaba sanar su relación con ella. Había pasado tanto tiempo encerrado en su mundo interior que temía que su proceso de sanación pudiera alejarlo de las personas que más quería. Una tarde, después de una sesión particularmente intensa con la Dra. Harper, Victor se encontró con Elena en un café. Los dos se sentaron frente a una mesa, pero había algo diferente en el aire