DANTE
Ella estaba parada en las duchas, su delicioso cuerpo desnudo estaba disponible para que yo la tomara en este mismo lugar. Justo frente a mis ojos se encontraba con esa figura que simple pero que ante mis ojos la miraba exuberante como ninguna otra mujer.
No hay belleza más sensual que una mujer sexy sin esforzarse por serlo.
Llevaba unos cuantos minutos aquí de pie, a una distancia donde ella no me podía ver, en silencio me quedé viendo como se duchaba, mientras mis ojos se desvían por todas sus curvas. Las burbujas del jabón recorrían toda su piel, mi deseo empezó a incrementar más y quise acercarme para seguir el rastro de la espuma, y así poder acariciar su suavidad. Pero aún así me quedé solo contemplando la desde el lugar donde me encontraba.
Su
LILLIESe que era algo tonto discutir con él, siempre se salía con la suya, por más que insistiera, él siempre salía ganando.Por más que deteste su terquedad, admito para mí misma que me esta gustado que cuide de mí. Nunca alguien que no fuera mi familia se había preocupado por mí, ni mucho menos cuidarme.Él era el primer hombre en mi vida, y no se trataba de cualquier hombre. No lo digo porque sea mafioso, sino por su personalidad, su rudeza, lo atractivo que es, su lado malévolo y su lado dulce.Descubrí que tenía un lado bueno y eso era lo que me estaba haciendo caer, o más bien lo que ya me hizo caer.Llegamos al hospital, en cuanto se detiene en el estacionamiento del lugar, yo no pensé más, e intenté abrir la puerta para bajarme, no quería irme sin decirle nada, pero no se que decir, él tampoco dijo nada en todo el camino, sin contar nuestra pequeña discusión. Cuando estoy por salir él toma de mi antebrazo para jalar de mí y así detenerme.— ¿Te irás sin despedirte? — dice, su
LILLIEMi mirada pasaba de mi madre a ese señor misterioso que estaba de pie a lado de su cama. Los ojos de ella denotaban algo de preocupación, la conocí muy bien y por eso se que algo pasaba.¿Espero no sea nada grave?Camine hacia ella, para así acercarme un poco más. El señor desconocido no dejaba de mirarme, no era una mirada perversa que pudiera incomodar, si no parecía otra cosa, pero algo extraño, como si nos conociéramos, como si ya nos hubiéramos visto de algún lado. Pero no era así, nunca en mi vida me había cruzado con este hombre, si hubiera sido así, nunca lo hubiese olvidado. Se nota que es una persona que con su presencia demuestra poder, misterio, y elegancia. No sé si sea a todos les haga sentir así, pero conmigo así sucedió.
LILLIEA pesar de todo no quería marcharme, tenía casi una vida aquí, era difícil acostumbrarse a otro ambiente, y más otro país.— Madre, no puedo. Sabes bien que tengo una vida aquí, y no es que no dejaría todo por ti, sabes bien que si lo haría. Pero no puedo hacerlo ahora, aún me falta un mes para terminar el semestre, no puedo pedir cambio, no me lo darían. — dije todo rápido, quería que se diera cuenta porque razón no me podía ir, ya que no solo era por eso.— Lo sé. Esto tardará un poco más, da tiempo a que termines el semestre y hagas el trámite del cambio. — dice — Ya lo hablé con tu hermana y si me tengo que ir un poco antes, Lionel — le echa una mirada rápida, parecía como si no estuviera ahí, pero aún seguía en donde mismo, solo que en silencio sin dejar de ver el infinito por la ven
DANTESigo escuchando cuando nombra algo que le había enviado. Había mandado a Franco, a que le entregara unas cosas que en algún momento le compré, unos días atrás. Pero por decidía mía no se las había dado antes.También estuve un poco confundido ese tiempo, desde entonces ella estaba provocando muchas sensaciones extremas en mí. Algo muy fuera de lo normal, algo que nunca había sentido. Es más yo no sabía lo que era sentir, lo único que había sentido era mi pene como se movía de excitado por cualquier mujer,. Pero eso también había cambiado, ya ninguna despertaba nada en mí, en absoluto, solo mi fiera de ojos esmeralda. Ella era la única, y dueña de mi miembro y todo lo mío, supuestamente todo…Malditamente era un cabron, porque la quería tener siempre conmigo. No sé si podía llegar a ofrecerle una vida como ella se lo merecía,
DANTE— Dante — dice Iván. Ya nos encontrábamos solos, en la misma sala — Quería tenerte al tanto de algo, por lo relajado y tranquilo que te veo, dudo que ya estés enterado de ello.¿A qué se refería?, solo espero que no sea algo relacionado con el maldito de Bachman.— ¿Qué sucede? — me apoyo en mis piernas con los brazos hacia el frente para fijar mi mirada en él, él ya está sentado en el otro sofá — Suéltalo ya, sabes que no me gusta el suspenso y mucho menos las sorpresas de mal gusto.El suspira profundamente y me ve.— Hace unos días fui al bar, y Filippo, — se refería al dueño del lugar — me dijo que Tamara, esta embarazada.No sé porque razón me contaba esto, lo que hicie
DANTE Me encontraba de pie frente al espejo mientras terminaba de vestirme. Unos pantalones de vestir negro y una camisa sin corbata abierta con los primeros botones de arriba, casi nunca me gustaba usar algo en el cuello, que no fuera mi cadena de oro blanco que mi madre me regaló cuando cumplí quince años. En ella cargaba un dije de alas parecido a mi tatuaje, solo que con dos alas era la diferencia. Atrás de ellas tenía escrito en italiano "sempre con te" Ella había dicho que esas alas eran las mías, y la frase era para que supiera que siempre iba a estar conmigo protegiéndome. Que cuando estuviera listo para volar las iba a necesitar. Por una parte tenía razón esas alas las necesite
DANTESabía que este no era el lugar adecuado para darme placer, tenía que irme a mi habitación, así que le pedí que no cortara la llamada, quería escuchar su voz mientras me masturbaba y me corría en mi mano mientras me la imaginaba. No me quedaba de otra.Me marché sin decir nada, y la verdad a estas alturas, a como me encontraba, no creo que era apropiado hacerlo.Ya en la habitación comienzo a quitarme los zapatos con torpeza y la camisa, después desabrocho mi pantalón y lo bajo un poco mientras me dejo caer en la cama y acomoda mi cabeza en la cabecera.Tomo a mi pene con una sola mano y comienzo hacer mi labor para bajarme lo que ella provocó en mí.— ¿Quieres escucharme mientras me masturbo? — pregunte, mient
DANTEUn pitido en mis oídos provoco el sonido de la explosión. Abrí los ojos y veo a Franco ponerse de pie y caminar hacía mí, mi cabeza me dolía mientras sentía que todo a mi alrededor daba vueltas. Aquí es cuando odio haber tomado mucho alcohol esa noche.— Señor, ¿se encuentra bien? — me ayudó a ponerme de pie, pero antes de responder los disparos llegaron a nosotros. Nos habían encontrado.Y como dijo Franco. Estaban completamente cubiertos de telas por todos lados, solo dejaban ver sus ojos, y estaban muy equipados con armas.— Debemos regresar al camino y ver si aún hay alguna camioneta intacta. — vuelve hablar Franco.