Karen limpió la casa con atención.

Estaba un poco preocupada cuando vio el saco de arroz vacío, pero pronto cambió de opinión y murmuró: “El hermano mayor ahora está de vuelta.

“¡Pronto, el saco estará lleno de arroz!”

Tenía fe en Aren y confiaba en él por completo; era casi como una fe ciega.

Hubo un tiempo en el que siempre se moría de hambre, pero su hermano nunca la había defraudado. La comida a veces se ahogaba con la propia sangre de Aren, y Karen se sentía incómoda en el fondo, pero no obstante era comida.

Aun así, creía que todo estaría bien mientras su hermano mayor estuviera allí para ella.

Sí, todo estaría bien.

Karen ya no estaba ansiosa después de recordar sus recuerdos. Ella tarareaba una tosca melodía mientras limpiaba todo en la habitación a fondo.

Aren se levantó lentamente de la cama.

Aren palmeó suavemente la cabecita de Karen y dijo: “Quédate en casa hoy como una buena niña.

"Nos mudaremos a la ciudad después de un día o dos".

Karen asintió mientras colgaba una son