prologo

La lluvia caía con fuerza a lo largo de la tierra de los lobos, la manada estaba tranquila, resguardada en el interior de sus casas, el Alfa, con la tranquilidad que le brindaba su pareja. Todo estaba saliendo de maravilla y la manada estaba en paz como nunca lo estuvo.

Una loba acobijada por las nuevas sensaciones que le proporcionaba aquel lobo, algo que sin duda nunca había sentido, tenía miedo, pero eso no era algo que la hiciera detenerse, la cobardía no era algo que sus padres le hubieran enseñado.

Mientras tanto en las fronteras de la manada los guardias empezaban a alertarse, pisadas se escuchaban y la presencia de los vampiros sólo indicaba peligro, rápidamente miles de vampiros entraron a la manada y la alerta sonó, haciendo que el miedo se instalara en cada lobo, el Alfa dejando a su Luna en un lugar seguro sale al encuentro de los vampiros quienes no vienen en son de paz, al llegar al centro de la manada los lobos guerreros, preparados con su Alfa miran sorprendidos la imponente presencia del Rey de los vampiros quien sonríe con burla mirando a su alrededor.

—¿Quieren romper el tratado? — pregunta el Alfa, la seriedad plasmada en sus facciones haciendo que la sonrisa en el vampiro rey se extienda.

—Sabes lo que quiero — Afirma el vampiro, sus ojos rojos inexpresivos escanean al lobo a unos metros de él.

—No nos iremos, esta tierra le ha pertenecido a mi familia por generaciones.­— responde con rudeza el alfa.

—Entonces prefieres la guerra.

—Sí.

Respondió el lobo sabiendo lo que implicaba.

—Tú lo has pedido lobito...

El Rey levanta su mano y en segundos la batalla comienza, lobos contra vampiros, igualados.

El Alfa pelea, dando mordiscos certeros.

«Ningún rival decente»

Piensa entre sí despedazando cada vampiro como si fuera un simple venado, no por nada era el Alfa más fuerte. El Rey vampiro se detiene frente a él sonriendo inmensamente.

—Llegó tu hora lobo.

—No lo creo.

Ambos empiezan una feroz batalla en la que el lobo va perdiendo, sus fuerzas se van debilitando a medida que el tiempo pasa, pero sin que nadie se percate una figura camina entre la batalla, mirando a su alrededor. Buscando al Alfa, una vez localizado se acerca a ellos, el vampiro sonríe con burla al ver que ha logrado herir al fuerte lobo y va a lanzarse directo a su garganta, la figura parada a unos metros de ellos levanta su mano con una rapidez que sobrepasa la del vampiro Rey y con ella envía una bola de hielo impactando en la espalda del vampiro, desequilibrándolo, esté sorprendido por el repentino golpe se levanta y mira en todas las direcciones, la batalla parece haberse detenido viendo el repentino ataque a su rey.

Esté incrédulo se acerca lentamente a la figura de pie a unos metros de ellos, ganándose gruñidos de parte de toda la manada.

—¿Quién demonios eres tú?

La figura sonríe y la da una fría mirada que deja perplejo al vampiro, quien en su vida había conocido una persona tan imponente.

—Yo soy el Rey del hielo y te aconsejo que te largues, si no quieres que tus hombres acaben muertos.

Con el ceño fruncido este mira a su mano derecha y este niega con la cabeza, sin duda no podría con este nuevo personaje del lado de los lobos.

Luego de una leve señal los vampiros desaparecen y el Rey mira al gobernante de hielo.

—Esto no acabará aquí, volveré.

—Aquí te esperaré. Grábatelo bien, vampirito. Soy el Rey del hielo, gobernante de todas las manadas, no te metas conmigo o los míos, si no quieres una guerra peor que esta.

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