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El capitán...

Capítulo 5

Sirena

Debo reconocer que esperaba encontrarme con un barco más pequeño, pero según observo el que me ha señalado Juan, este es bastante grande y estoy segura de que puede traer en sus bodegas el doble de lo que reporta.

Me bajo de la camioneta dispuesta a enfrentar a aquel hombre y mientas avanzo puedo notar como todos los hombres de los alrededores se me quedan viendo. Es como si nunca hubiesen visto a una mujer bien vestida en tacones y con el pelo suelto.

Una vez he subido las escaleras y estoy a bordo del barco, noto como al costado de este hay un grupo de hombres riéndose de algo, por lo que hago un ruido con mi garganta para que noten mi presencia y lo logro.

- ¡Vaya! No sé si es una ilusión, pero creo que mis ojos acaban de ver a un mismísimo ángel – dijo uno de aquellos hombres y la verdad me choco un poco la confianza que se acaba de tomar.

- No voy a decir nada con respecto a su comentario, pero me gustaría saber cual de ustedes es el capitán del barco. Estoy buscando a un tal Gonzalo Salazar y es con urgencia – digo con la mayor tranquilidad que puedo retener al ver como alguno de ellos a tratado de ocultar una media carcajada.

- No si yo lo he dicho, que suerte tiene el capitán para que todas las mujeres hermosas lo vengan a buscar a él. Ya quisiera yo recibir una visita así de chula – dijo otro de los sujetos que me observa.

- ¡Miren! No se quienes son ni mucho menos me interesa en este momento, pero si no me dicen en donde encontrar al capitán ya que es obvio que ninguno de ustedes lo es, me encargaré personalmente de que tengan muchos problemas.

- No se ponga así señorita. Los muchachos no querían hacerla enojar de esa manera, le pido disculpas por lo que han dicho y si busca al capitán pase por aquella puerta. Solamente que tenga cuidado con las escaleras no sea que se dañe un pie con esas cosas que trae puestas.

Sin decir ni una sola palabra más le doy una última mirada a cada uno de estos patanes, pero ni al caso voy a dejar que se burlen de mi. Ellos ni siquiera se imaginan quien soy y me voy a divertir mucho cuando lo sepan. Sus caras de burlas quedaran borradas en el mismo instante que los ponga a todos patitas en la calle.

Habia considerado que tal vez lo de las escaleras fuera mentira, pero al ver que si era cierto tuve que sostenerme muy bien para no caerme. Sin embargo, en el momento en el que vi otra puerta abierta de inmediato me dirigí hacia allí en busca de aquel hombre y para mi sorpresa no pensé encontrarme con semejante escena. Justo frente a mis ojos se encontraba el que supongo es el capitán que ando buscando y este estaba manteniendo nada más y nada menos que relaciones sexuales con sabe Dios qué mujer.

Sin saber muy bien cómo reaccionar ante esta escena, me plantee la idea de salir sin ser notada, pero en fracción de segundos lo reconsidere y me dije a mi misma que no había perdido mi viaje hasta aquí en vano. Ya bastante tenía que soportar el estar aquí en contra de mi voluntad como para que ahora también me aparezca esto.

- Les aconsejo que se busquen un motel si tantas ganas tienen de revolcarse porque dudo mucho que este lugar sea específicamente para eso – digo con voz firme haciéndome notar y de inmediato la primera en gritar es la mujer.

- ¿Pero qué demonios? ¿Quién eres tú? - dijo el hombre desorientado al no entender de donde salí.

- ¿Acaso eso importa ahora? Creo que a su amiga está a punto de darle un infarto por lo roja que se ve y supongo que su marido es el hombre que está afuera buscándola como un loco.

- ¿Mi marido? – pregunto esta aterrada y como lo supuse por su anillo en el dedo era casada.

Sin decir ni una sola palabra más aquella mujer salió disparada como un cohete y aquel hombre seguía mirándome sin decir nada pero era obvio que lo que acabo de hacer lo ha enojado bastante. Lastima para el que me importe muy poco lo que esté pasando por su cabeza en este momento porque yo no estoy aquí para perder mi tiempo.

- Muy bien, ahora que estamos solos me pregunto si es usted el famoso capitán Gonzalo Salazar del que todos hablan.

- Dígame por qué debería responder a su pregunta cuando usted ni siquiera ha contestado la mía, pero sobre todo dígame quien demonios la ha dejado subir a mi barco.

La voz ronca y firme de aquel hombre por alguna razón había puesto mis pelos de punta, pero sin duda lo que me dejo realmente sorprendida fue el hecho de que este salió de la cama como todo un desvergonzado dejando ver así su cuerpo totalmente desnudo. Hay que ver que ni siquiera le importo el hecho de que yo estuviera justo en frente de él y aunque me hubiese gustado detallarlo completamente, de inmediato recordé la escena de hace un minuto con esa mujer. No iba a admirar el cuerpo de un hombre que seguro se acuesta con cuanta mujer se le pase por delante, por lo que rápidamente me voltee para dejar de ver.

- ¿Puede por favor ponerse algo de ropa? No sea tan desvergonzado.

- No veo el porqué debería de hacerlo cuando ha sido usted la que subió sin autorización a mi barco y encima me ha interrumpido ¿Acaso nunca ha visto usted a un hombre desnudo? Si ese es el caso puede mirar con confianza que no muerdo a no ser que debajo de mi cuerpo me lo imploren casi sin aliento.

- ¿Qué le pasa imbécil? No me toque – digo volteándome de nuevo al sentir como trato de tocar mi cuello.

- ¡Mire! No sé quien sea usted ni tampoco me interesa, pero ya me ha puesto de malas y le voy a pedirle que salga de mi barco en este mismo momento o no sé que pueda pasar con usted.

- ¿Es idea mía o usted me está amenazando? Creo que si lo ha hecho ha sido muy estúpido de su parte y póngase ropa de una m*****a vez.

Aquel hombre me miro una última vez antes de alcanzar sus pantalones que están justo tirados a un lado mío y cuando por fin los tuvo puestos respire porque ahora tal vez podríamos tener una conversación supuestamente normal.

- Muy bien, ya estoy vestido ¿Complacida?

- Sí, mucho

- Pues qué bien porque tiene menos de cinco segundos para salir de aquí comenzando desde ya.

- Si usted cree que me va a intimidad con sus palabras o con su voz toda grave déjeme decirle que está en un error capitán. Usted ni siquiera se imagina quien soy yo y le advierto que no le tengo miedo.

- Creo que usted no sabe contar, pero mientas decía todas estas palabras su tiempo para salir de aquí por su propios pies se ha acabado. Así que después no diga que no se lo advertí, pero usted se baja de mi barco en este momento.

- ¿Qué es lo que piensa hacer pedazo de troglodita?

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