Tenía más de quince minutos jugando con el cereal, su mirada estaba perdida en las hojuelas casi desechas por la leche. —Selene. —Llamé tomando asiento junto a la jovencita abstraida. —Si —respondió ella sin quitar la vista del tazón de cereal remojado. —Solecito hija, ¿qué te pasa?—No es nada mamá. —Dijo la chiquilla cabizbaja. Sabía que por esa cabeza pelirroja algo pasaba, no quería presionarla era mi niña, aunque no salió de mi, no importaba sabía cuando algo le afligía. —Mamá no iremos al paseo del lago, todos mis amigos irán, incluso tío Cole y la tía Angie estarán ahí. Ya entendía la cara larga de mi Solecito, lastimosamente no podíamos ir, yo tenía mucho trabajo además hace poco me había convertido en profesora en la universidad estatal y Helios también estaba igual de ocupado. —Selene, hija ya habíamos hablado de esto, tú eres una niña muy razonable además tu padre y yo prometimos compensarte a ti y a tus hermanos. —Ya no importa. La adolescente se levantó de la me
—Ya cálmate Angie al menos en este momento, lo menos que quieres es que Emily lo sepa ¿Verdad? —cuestionó Mía sentandose en la orilla de la cama junto a su hermana menor. —Si pero...—Pero nada Ángela —reprocho la mayor de las hermanas—, deja de actuar como demente si, llamarás más la atención y aunque creas que no te entiendo, si te entiendo esa mujer no merece estar en libertad. —Se adelantó Mía a lo que su hermana alegraría. —Si Mía está bien. —Respondí meditando en las palabras de mi hermana, dandome de cuenta que tenía razón en sus palabras. —Se puede. —Vico pasa, claro que puedes. —Dijo al ver a su prima en el umbral de la puerta. —Me enviaron por ti linda, al parecer tu hija cree que estás molesta. —Bueno las dejo solas chicas tengo un montón de cosas que hacer. Mía salió de la habitación dejando a Ángela en compañía de Victoria. —¿Y bien? Linda ¿Qué te ocurre? —inquirió la rubia de corto cabello rubio cenizo. —Me pasa que me enteré que Tabita fue puesta en libertad
Fuí a buscar a los niños en la escuela Apolo y Serena entraron al asiento trasero como siempre compitiendo entre ellos a ver quien entraba primero y Selene adelante junto a mi, la adolescente entró callada saludando a su madre solo con un movimiento de cabeza. —¿Ma adivina quién tiene novio? —preguntó el pequeño Apolo a su madre mirando con una sonrisa picara a su hermana mayor ganándose una mirada de reproche de parte de Selene. —¡Ya te dije que no es mi novio Apolo! —exclamó Selene exasperada con su hermanito menor. —Si es tu novio, haces corazoncito con su nombre en tu cuaderno. —Se burlo el niño a carcajadas. —¡Enano entrometido eres un...!—Selene nada de malas palabras. —Reprendi a Selene, definitivamente oír a Helios decir malas palabras ya estaba provocando consecuencias en los pequeños luego hablaría sobre ese tema con él. —Bueno —dijo tajante la muchacha poniendo sus brazos en jarra.El camino siguió en silencio al llegar al estacionamiento los mellizos bajaron del auto
Se alegró al ver un rostro conocido. —Ami me alegra verte. —A mi igual. —Respondió la sonriente doctora Parker. —Y dime Ami ¿Por qué el cambio? —Inquirió el pelinegro. —Bueno la verdad era esto o California y no quería estar lejos de mis seres queridos, desde que cambiamos a Alana de escuela es más extrovertida y un cambio así sería retroceder y obviamente Abel no quería irse. —Te entiendo. —Bueno esto hay que celebrarlo cardiología ha ganado una doctora excelente. —Halagó el pelinegro a una de las mejores amigas de su esposa. —Artemis —llamó Helios llegando a la cafetería. —Hola Helios ¿Estás libre? —Si y por eso te busco tú y yo tenemos un tema de conversación. —Si lo sé es verdad, tú y yo tenemos un asunto que no puede tratar. —Secundó Artemis de acuerdo con su hermano menor. Ami entendió que el tema era importante y su presencia estaba demás, se levantó de su silla dando por terminada la amena charla con el pelinegro. —Bueno chicos tengo cosas que hacer, nuevamente gr
Tomé una bocanada de aire termine aceptando la petición de mi abuela y fui a su casa a cenar con Helios y mis hijos, fui recibida por una mujer delgada y alta, de una alta coleta y vestimenta negra. —Buenas noches —saludé a la mujer que nos recibió—. ¿Está Alexa? —pregunté intimidada con el aspecto de esa mujer. —Si señora, su abuela la espera. —respondió la mujer recalcando el parentesco familiar de la pelinegra y su señora—, adelante pasen. —Dijo la sobria ama de llaves. Helios tomó de la mano a Gabrielle la situación le ponía algo nerviosa, eso por no decir incómoda. —¡Mira mami un piano! —señaló Serena un piano de cola en color café.La pequeña pelirroja corrió al instrumento animada, sentandose en el banco de este, el pequeño y su hermana mayor Selene fueron con la niña en el piano. —Niños bajen de ese lugar. —Ordené a los tres traviesos bajar de ahí no fueran a dañarlo. —Dejalos jugar querida —habló Alexandra bajando los últimos escalones—. Buenas noches, me alegra que
Apenas su madre le llamó fue al hospital, se sintió tonto como no se dió cuenta antes que estaba pasando. Vió a su madre y hermano en la sala de espera.—¿Cómo está? —preguntó apenas estuvo frente a ellos. —En este momento están haciéndole un lavado estomacal. —Dijo Helios recostado a la pared con semblante cansado. —Pero...—Fue envenenada con veneno para ratas, el médico dijo que de no haber vomitado las cosas serían más complicadas. —Dijo el rubio metiendo las manos en sus bolsillos. Las palabras de su madre y su hermano le dejaron petrificado, no creía en lo que decían, algo así era inconcebible de creer pero sin embargo cera una realidad. —Artemis —llamó Helios sacando a su hermano mayor de su telaraña de pensamientos—, ¿Qué es lo que pasa? —cuestionó el rubio serio. —¿Pasan? —cuestionó el pelinegro arqueando una ceja. —Si pasan —repitió Helios—, mi madre ya me contó que algo pasa, que acaso no piensas decirme. —habló el menor de los hermanos cruzando sus brazos en jarra
Llegué temprano a casa, quería sorprender a los chicos con un rico postre al regreso de la escuela, todo esté tiempo Helios y yo por el asunto de Ángela y Emily no le hemos dado la suficiente atención a nuestros niños. Al entrar al departamento me sorprendió no encontrar a Sora, el lugar estaba en absoluto silencio, pero un aroma venia de la cocina. —Huele delicioso, algo quemado pero aún así delicioso. Al entrar a la cocina me encuentro a Helios con mi delantal puesto sacando una bandeja del horno. —Hola —dijo el rubio al darse la vuelta, no esperaba verla por lo menos no tan pronto quería sorprenderla, su idea era llamarla en cuanto todo estuviese listo—. No te oí llegar Gabrielle. —Ya pude darme cuenta, yo tampoco esperaba verte aquí tan temprano. No tenía citas en la tarde y quería venir temprano a casa. —Miré el desastre en mi cocina, quería matarlo pero una parte de mi gritaba, «cálmate y deja que todo fluya» me dije controlando mis ganas de ahorcarlo con el palo de cocina q
—Ya Tabita fué sentenciada. —Eso escuché. —Dijo una voz femenina tomando un poco de café. —Bueno es lo que ella eligió y contra eso no se puede hacer nada Charlotte, Tabita tubo opciones y muchas oportunidades y mis padres en vida nunca le negaron nada cuando aún vivían. —Dijo el pelinegro con frustración y melancolía en su voz. —Zack reprocharte no hará que cambien las cosas, ella rechazo las ayudas. Medito en las palabras de la rubia frente a él llegando a la misma conclusión que ella, Charlotte acababa de llegar luego de año y medio volvió a verla estaba igual de preciosa que la última vez que la vió. —Aún no creo que estés aquí. —Dijo él con un dejo de incredulidad en su voz, estaba emocionado por verla después de tanto tiempo, lucía más hermosa que nunca. Ahora sus ojos verdes ya no se escondían detrás de sus gruesos anteojos de pasta negra, su corta cabellera había quedado en el pasado, ahora su melena dorada estaba larga y su extraña vestimenta hipster había quedado en el p