Capítulo 4

Narra Jackson

Tener 31 años y haber experimentado tanto, ya es una ganancia para mí, puedo decir que desde mi infancia he gozado de todo, de mi familia, de viajes, juguetes, de cosas costosas, de cosas no tan costosas, etc. Tengo muchos recuerdos en Walt Disney, pero al mismo tiempo tengo recuerdos en los viñedos de mi padre, jugaba con las personas que se dedicaban al cuidado de las uvas, era feliz cuando mi padre me pedía que lo acompañara a esos viajes, en las vacaciones iba a la casa del abuelo, me gustaba hacerle compañía y que me contara cosas, como datos curiosos, sus historias de cuando era joven, hasta me enseñó varios juegos, entre esos el ajedrez; era tan niño para entender la vida real de los adultos, iba solo donde mi abuelo y muchas de esas veces mi padre y el estaban enojado, nunca lo supe y nunca lo noté, me bastó crecer para que me lo confesaran.

Desde muy joven conozco el funcionamiento del negocio familiar, por el lado del abuelo y por el lado de mi padre, siempre me han inculcado que ese es como el legado, que nuestro apellido va a estar toda una vida ligada al tema del vino, pero no sé si es por el hecho de crecer en medio de lo mismo que mis intereses siempre iban por otro lado.

Al terminar mis estudios universitarios, especializaciones y demás, mi padre me pide quedarme con él en su empresa, pero desde antes ya tenía un tipo de interés diferente al que venía acostumbrado, deseaba involucrarme en la industria hotelera, algo que no tiene nada que ver con lo que hacen en mi familia, pero creí que eso no sería de importar y que mi padre por el simple hecho de ser mi padre, valga la redundancia, me iba apoyar, lo que no pasó como estaba en mi cabeza, esa noche en medio de una cena en frente de la familia me dijo que eso era como traicionarlo, que ese era el legado que él me daría y que luego yo inculcaría por ese mismo camino a mis otros dos hermanos y así hasta llegar a las próximas generaciones, por los siglos de los siglos, amén.  

Me vi derrumbado, me sentí solo como perrito callejero, pero gracias a Dios tuve el respaldo de mi abuelo, obvio que no fue gratis, él fue un socio importante en mi creación de líneas de hoteles Brown, hasta ese momento supe que se estaba repitiendo una historia de la que nunca antes había tenido conocimiento, mi abuelo parecía divertido cuando mi padre le reclamó por incentivarme a irme de casa y de recorrer solo un mundo lleno de maldad, a lo que mi abuelo solo dijo, “hijo de tigre, sale pintado” le recalcaba una y otra vez que eso que le estaba pasando ya él lo había experimento, fue incomodo estar en medio de esa confrontación pero lo importante es que conté con alguien.

Desde hace más de dos años me vine New York para empezar de cero, tuve días difíciles pero que valieron la pena porque los resultados llegaron antes de lo inesperado, aun no soy ni la mitad de lo que quiero ser y ya mi nombre se hace escuchar en muchos lugares, mi madre me ha manifestado lo orgullosa que está de mi pero mi padre puede ser un poco más orgulloso, no he vuelto a casa desde aquel día que quise emprender mi rumbo, no lo hago por ego, solo no he podido sanar muchas cosas en mí, ni el tiempo tampoco me ayuda.

Ahora, luego de tantas cosas, la vida me obliga a reaccionar y a volver a donde inicié, voy a volver a casa no de la forma que quería, porque a verdad lamento mucho lo que le ha pasado a mi padre, cuando supe lo de su enfermedad lloré en mi apartamento con mucho arrepentimiento por no estar justo cuando más me necesita, pero a pesar de las diferencias con él, me han enseñado que primero es la familia, mis negocios en New york marchan a la perfección, por lo que puedo dejar a alguien a cargo y hacer lo que hago cuando me tomo recesos, solo revisar que todo esté en normalidad; por ahora debo hacerle frente a lo que mi padre necesite.

- ¿Cuándo te vas? – pregunta Chanel, una amiga que me ha apoyado mucho en lo que llevo en la ciudad, ella es muy importante para mí, es la única chica con la que tengo un feelling agradable, la verdad ella me gusta, es diferente al resto de mujeres que he conocido y vaya que han sido muchas, pero cuando tengo a Chanel cerca, el sentimiento es mucho más profundo, es la persona a la que puedo ver y decir que podría enamorarme y entregarle hasta lo que no tengo.

- Pronto, solo estoy terminando de dejar todo en orden para evitar inconvenientes

- No quiero que te vayas, pero bueno, es tu padre y ahora te necesita – dice tomando mi mano

La observo y me sonríe como en forma de darme ánimos, es una mujer preciosa, siento que en ella pude encontrar una novia o alguien con quien llevar una relación estable, nunca he pensado en hijos pero con ella tendría docenas, pero creo que mis indirectas no son suficientes, mis intentos por conquistarla siempre son fallidos o quizás me conoció en todas las facetas promiscuas de mi vida, lo que la ha hecho retenerse un poco, pues tengo muchas amiguitas por allí.

- Si, pero estoy tranquilo porque sé que tu estarás aquí

- Puedes estar tranquilo.

Ella me sonríe y me da un abrazo, no puedo explicar con palabras lo que me hace sentir esta mujer, es muy diferente a lo que producen las demás, rodeo su cintura con fuerza y ella dice en mi oído.

- Todo va a estar bien – menciona en un sutil susurro que me provoca quedarme aquí por mucho tiempo.

Más tarde, al llegar a mi casa, pido una pizzas para cenar, mientras las espero llamo a mi madre.

- Entonces, tu padre ya le ha dicho a todos que vendrás, la verdad lo veo muy feliz

- ¡Vaya! No me esperaba esa reacción, sé que me ama pero al no llamarme en mis cumpleaños por la diferencia que tuvimos fue de locos

- Ya lo conoces, podrán pasar miles de cosas entre ustedes pero siempre me pregunta si habías llamado y cosillas así

- De verdad lamento no haber vuelto antes a casa, me siento mal por verlo y darle un abrazo justo ahora que su salud lo amenaza

Mi madre hace silencio y escucho como hipea, sé que las lágrimas corren por su mejilla en este momento, al tiempo que a mí se me forma un nudo en la garganta

- El y yo estamos orgullosos de ti, tiene en su despacho la nota de la revista donde te entrevistaron el otro día; ¡Oh! estoy tan feliz de que volverás a casa.

- Ya pronto madre, ya pronto.

Al colgar la llamada limpio las lágrimas que han salido, es inevitable no ponerme sentimental, pero a pesar de todo sé que las cosas serán mejor, todo va a estar bien. 

La mañana siguiente tengo muchos nervios por regresar a Londres, quizás no sean nervios, más bien puedo decir que me encuentro ansioso, hace mucho no abrazo a mis padres ni hermanos, tampoco he vuelto a ver a mis amigos y en fin, son muchas las emociones que tengo encontradas.

- ¿Desea algo de tomas? – pregunta una auxiliar de vuelo

- Si, una copa de vino, por favor

Creo que me ayudará con la ansiedad que me come por dentro en este momento

- Tenemos estos vinos, por favor mire la carta y me dice cual desea

Miro atentamente y me detengo en uno de los mejores

- Me da una copa de vino Cheldont Brown tinto, si es muy amable

- Claro que si

La sonriente dama se retira y al paso de unos minutos llega con mi pedido

- Señor, lamento mi intromisión pero ¿es usted el hijo de Nicholas Brown? – pregunta entregándome la copa de vino

- Sí, soy yo – respondo y luego le doy un sorbo a mi copa de vino

Ella sonríe y al tiempo se sonroja, veo que se retira y desde la cabina le comenta a sus compañeras, lo puedo notar, no soy tonto.

Unas casi siete horas más tarde, el avión aterriza, agradezco haber llegado porque siento que se empezaba a lastimar mi cuello.

Al salir del aeropuerto un auto esperaba por mí, el conductor de la familia estaba afuera con un cartel de bienvenido a casa, lo que me pareció conmovedor, me llevó a casa en medio de múltiples preguntas sobre la ciudad y de como estaba, también recalcó lo diferente que me veía.

Cuando el auto se detiene afuera de la casa de mis padres, veo a mi madre con una enorme sonrisa junto a mis hermanos, me bajo del auto y no camino más de dos pasos cuando mi ella se abalanza sobre mi rodeándome con sus brazos.

- No sabes lo feliz que me hace poder abrazarte – dice mi madre con voz entre cortada

- También estoy muy feliz de verte mamá 

Mis hermanos solo me sonríen sin hacer nada

- ¿Los adoptados no me darán un abrazo? – pregunto haciendo que ellos sonrían y me abracen

Emilia es hermosa como mi madre, ha crecido mucho desde la última vez que la vi, es mi hermanita pequeña, que decir de Néstor, ya le están saliendo bigotes y todo.

- Ven hijo, entra para que comas algo – dice mi madre tomándome del brazo

Al entrar a casa más de uno de los empleados que son como de la familia me saludan, me abrazan y me dicen lo felices que están por verme, sé que ellos al igual que yo lamentan reencontrarnos en medio de malas noticias.

- Hijo, al terminar con tu comida iremos a la clínica con tu padre, estuve con él pero quería venir a recibirte

- Esta bien madre

Sigo comiendo la lasaña sin dejar nada en el plato, como solo por complacerla pero la verdad no tengo apetito, es como si mi estómago rechazara las comidas, el estrés de estos días me hace revolver las tripas.

- ¿Emilia y Néstor como han afrontado las cosas? – cuestiono a mi madre sabiendo que esto ha de ser muy duro también para ellos que son mas jóvenes

- Emilia hace muchas preguntas, han sido tantas que juro que ya no sé qué responder, Néstor es un chico muy callado, el solo se traga las cosas y ya, el otro día lo vi salir de su habitación y sus ojos lucían irritados, lloró toda la noche.

- Todo va estar bien, diles eso cada vez que pregunten o les veas tristes

Mi mamá me toma de la mano y veo como una lágrima sale de su ojo

Mas tarde, el conductor nos lleva hasta la clínica, por el camino no suelto la mano de mi madre, por como luce no ha tenido días buenos, tiene ojeras y hasta se ve de mal aspecto, no creo que esté durmiendo bien. Al paso de unos quince minutos estamos por el pasillo que nos lleva a la habitación de mi padre, automáticamente el corazón se me acelera y las manos se me tornan frías como cubos de hielo. Al estar frente la puerta trago la saliva que se acumula en boca, mi madre abre la puerta e ingresa primero.

- Cariño, ya has regresado, ¿Jackson llegó a la ciudad? – es lo primero que pregunta

- Si padre, llegué hace poco – respondo saliendo detrás de mi madre y viéndolo como abre sus ojos al notar mi presencia, le sonrío y el parece no reaccionar, noto como su piel es amarillenta y luce más delgado

- Hijo – dice en tono de voz baja

Camino hasta él y lo rodeo con fuerza con mis brazos, lo siento frio, ya estaba acostumbrado a sentir la calidez de su piel.

- ¿Cómo estuvo tu viaje? – pregunta con sus ojos cristalinos

- Muy bien padre, fue bueno

- Estoy muy feliz de verte – continua mi padre pero esta vez dejando escapar una lagrima, la cual seco con mis manos

- Si estas feliz, entonces no llores – le digo sentándome a un lado de su cama.

- Sé que tenías tus compromisos, pero de verdad, en este momento no puedo confiar en nadie más que tú. 

- Por mí no te preocupes, todo lo tengo bajo control, y si, aquí estoy para respaldarte en lo que sea que necesites, no tienes que preocuparte por nada, daré lo mejor de mí.

- Ya todo está listo en mi oficina para que puedas comenzar a revisar todo, el día que quieras y te sientas descansado para ir lo puedes hacer.

- Iré mañana mismo, seré muy puntual.

Luego de una larga charla, en la que nos reímos, recordamos cosas del pasado, le charlé sobre mi línea de hoteles y de todo lo que me ha ocurrido en estos años, decido volver a casa para que pueda descansar, mi madre se quedará con el así que no tengo más que irme.

Salgo de aquella habitación casi que renovado, me hacía mucha falta esa platica con mi padre en la que no se notaran resentimiento ni cosas negativas, me alegra poder estar para el ahora que más me necesita, entro al ascensor y presiono el botón para bajar, miro la pantalla que indica los pisos que he bajado y cuando estoy cerca me preparo para salir, lo que no esperaba es que al abrirse las puertas saldría sin percatarme que alguien más entraría, por lo que de manera accidental he chocado contra una mujer a la cual le he derramado encima su café.

- ¡Demonios! – Grita mirándome con molestia – fíjate antes de salir – responde separando un poco de su piel la tela de su camisa blanca

- Tu fíjate antes de entrar – refuto a su mala manera de responder

- Deberías disculparte, me has quemado el pecho y manchado mi blusa – contesta secando con sus manos la humedad

- No es tan costosa, no te preocupes – digo para seguir mi camino

- ¡¿Cómo te atreves?! – grita ella aún más enojada pero ignoro sus palabras

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