Capítulo 9
Las comisuras de los labios de Irene temblaban ligeramente. Desde que cumplió los dieciocho años, Juan siempre encontraba la manera de acariciarle la cara o pellizcarle el trasero de vez en cuando. A pesar de que su madre discutió incontables veces con él por esto, nunca cambió su comportamiento hasta que ella se fue a la universidad y abandonó la casa. Pero estas cosas no podían decírselas. Al cruzar miradas, contestó.

—No. —Robin aún parecía disgustado.

—No quiero que vuelva a suceder. —Se refería a que Juan encontrara una oportunidad de atacarla de nuevo.

—No habrá una próxima vez, procederé a renunciar de inmediato. —Los ojos de él se estrecharon y, de repente, soltó una risa fría.

—Parece que estás decidida a marcharse. —Ella afirmó.

—Sí. —soltó una risa gélida, tan helada que ponía los pelos de punta.

—Bueno, entonces no te retendré más. Puedes proceder con tu renuncia, señorita Irene. —Ella afirmó.

—Bien.

Robin la miró un momento antes de dirigirse hacia un asiento cerca de la v
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