Capítulo 34
Cada vez que la atrapaban, le lanzaban piedras y barro, y entre eso, a veces caían ratas, lagartijas y serpientes.

En una ocasión, Irene no pudo aguantar más y terminó golpeando a Lolita.

Increíblemente, Carlos llegó a su casa y, sin mediar palabra, comenzó a azotarla con un cinturón.

Ella lloraba mientras contaba todo lo que Lolita había hecho.

Una frase que Carlos dijo en ese momento, Irene todavía la recuerda:

—¡Aunque te mate a palos, tienes que aguantarte!

Ahora, esta escena se repetía ante sus ojos.

Pero escuchar esas palabras de Robin dolía aún más que escucharlas de Carlos.

Conteniendo la amargura que subía por su garganta, le preguntó:

—¿Por qué?

¿Por qué tenía que evitarla?

¿Por qué debería esconderse?

Ella no era la tercera en discordia, y no había hecho nada malo, ¿por qué tenía que esconderse?

Robin la miraba y dijo:

—Porque ella es Lolita, y tú, solo eres Irene.

Esas palabras se clavaron en el corazón de Irene como un cuchillo.

Ella intentó sonreír mientras lo miraba.

—¿Y
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