Capítulo 36
Apenas se había sentado cuando Robin la abrazó por la cintura.

Apoyó su barbilla en su hombro, y el cálido aliento alcohólico la envolvió.

—¿Por qué viniste?

Irene se tensó:

—Pensé que usted realmente había bebido demasiado.

Robin soltó una risa suave:

—¿Alguna vez me has visto borracho, señorita Irene?

De repente, Irene se quedó en silencio.

¿Cuándo había visto a Robin perder el control?

Este hombre era cauteloso y reservado.

Nunca permitía que ocurrieran cosas fuera de control, y eso incluía no permitirse embriagarse.

Siempre había socializado bastante.

Robin bebía, pero nunca se había pasado de la raya.

—Perdón.

Era lo único que Irene podía decir.

La voz de Robin sonaba despreocupada:

—No te disculpes, solo me preguntaba si esta noche, si cualquiera te llamara, ¿vendrías?

Irene guardó silencio un momento:

—Siempre que tenga que ver con usted, estaré ahí.

Robin dio su veredicto con indiferencia.

—Tonta.

Después de decir eso, se inclinó hacia un lado.

Irene reflexionó sobre su palabra
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