Capítulo 113
Irene no entendía qué le pasaba a este hombre de nuevo.

Pero instintivamente sintió que él estaba enojado.

Ella no se acercó, solo se paró al lado de la cama.

—Si hay algo, dilo así.

Los ojos de Robin se estrecharon de repente, levantó la mano para agarrar la muñeca de Irene y la jaló hacia él.

Irene, ya sin mucha fuerza, fue arrastrada y cayó pesadamente sobre él.

Robin rodeó firmemente su cintura con los brazos, la giró bruscamente y la empujó contra el alféizar de la ventana.

—¿A quién fuiste a ver? —preguntó el hombre, su voz tan fría que parecía soltar escarcha.

El respaldo de Irene dolía por el roce con el alféizar, y ella comenzó a luchar instintivamente.

Al sentir su resistencia, el rostro de Robin se tornó aún más feo.

Agregó un poco más de fuerza, y Irene sintió que su espalda estaba contra algo tan doloroso como un cuchillo desafilado.

—¡Te estoy preguntando, a qué hombre fuiste a ver!

—¡Me duele! ¡Robin!

Robin soltó una risa fría:

—Lo siento, que te duela.

Aunque dijo eso,
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