Capítulo 259
Esperaba que asistiera a la fiesta e incluso estuve a punto de pedirle a mi jefe que la fiesta fuera obligatoria para todos los empleados contratados, pero me contuve. No quería forzar las cosas.

Decidí esperar a ver si venía y, si lo hacía, hablaría con ella en la fiesta. Si no, sería en el trabajo.

Pero vino. La vi en cuanto entró en la sala, iluminando el lugar con su imponente presencia. Mientras la miraba parada en la entrada y asimilaba el gran cambio en la sala que antes era la recepción, luché contra el impulso de correr hacia ella y abrazarla.

No estaba seguro de cuál sería su reacción si intentaba hablar con ella frente a todos. Por lo que sabía, la Ana que conocía no dudaría en tirarme la bebida a la cara sin importarle que yo fuera su jefe. Así que envié a uno de los camareros a buscarla.

Pero ella no dudó en dejarme muy claro que no quería tener nada que ver conmigo. Cuando le pedí que habláramos de lo que pasó ese día, fue muy clara expresando su desinterés por hablar
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