Caminamos y caminamos hasta que por fin llegamos al lugar que David me quería mostrar. Un espectacular lugar dónde a poca distancia de nosotros hay una pequeña cabaña aunque bonita, miré atontada a David que ya tenía la mirada puesta en mí. Sus ojos azules demostraban alegría, confunsión, lujuria y mil cosas que no podría describir. 

Vuelvo a posar mi vista en la cabaña y él me suelta haciendome señas que podía ir a verla más de cerca. Le dedico una sonrisa algo tímida, lo tomo del brazo fuertemente y empiezo a caminar para que él me siga el paso. Alce un poco la mirada y él estaba sonriendo, supungo que noto lo nerviosa que estaba y que no quería ir a la cabaña sola, poso su mano sobre la mía y por alguna manera extraña me sentí protegida, bajo su mirada y le dedique una sonrisa mientras me acercaba más a