Capítulo 212

Cuando llegamos a casa, a las doce del mediodía, la primera en salir para recibirnos es Carmen. Al ver caminar tranquilamente a Raquel, salta, grita, llora, hace de todo. Estaba feliz. Se le veía.

-Oh, Raquel, cuánto me alegro que ya estés en casa -dijo abrazándola, y al verme me abraza también-. Cuánto os extrañé a ambas. Daniela estuvo toda la noche a mi lado, me dolía horrores la cabeza.

-¿Te encuentras mejor? -pregunté.

-Como nueva -respondió Carmen alegre-. El abuelo de Karla tenía una pastilla para el dolor y me la ha dado.

-No hemos podido dormir muy bien -dice él bajando las escaleras de entrada-. Pero gracias a Diosito ya está mejor nuestra Carmencita.

Mi abuelo siempre le ha dicho así por cariño. Carmen nunca se ha quejado y así se quedó. Pero eso sí, solo lo acepta de mis abuelos. Que alguien más se lo diga y se forma la tercera guerra mundial. Mi cuñada, encantada por aquel apodo sonríe y añade:

-La preocupación no me dejaba dormir. ¿Qué puedo hacer? Mis dos cuñadas estaba
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