Llamé a Raquel por segunda vez y me volvió a salir el buzón de voz, por lo que dejé un mensaje diciendo que iba de camino. Me preguntaba qué estaría haciendo para no contesta y traté de imaginar algo como darse un baño, hacer ejercicio con los auriculares puestos o haber dejado el teléfono en modo silencio.Luché contra mis preocupaciones. En primer lugar, aún no estaba familiarizado con ese sentimiento, pero al mismo tiempo tampoco era algo que podía dejar a un lado. Me preocupaba por Raquel constantemente. Y solo por que todo esto fuese nuevo para mí no significaba que resultase más fácil de entender. Era un novato total que aprendía sobre la marcha.El apartamento se encontraba tan silencioso como una tumba cuando entré. Sentí que la ansiedad alcanzaba unos niveles muy desagradables y empecé a buscar.-¿Raquel?Solo reinó el silencio. No estaba haciendo ejercicio y era evidente que no se hallaba en mi despacho. Tampoco estaba fuera en la terraza. El baño era mi última esperanza. Mi
La Galería Nacional de Retratos es un lugar magnífico para celebrar eventos y con el que estoy muy familiarizado, puesto que he estado allí en muchas ocasiones encargándome de la seguridad, algunas veces como invitado y una o dos con una cita.Pero nunca así.Raquel le daba un nuevo significado al concepto de posesión. Al menos para mí lo hacía. Pensé que no iba a poder sobrevivir hasta el final de la noche por tener que aguantar a toda la gente que quería hablar con ella.Estaba preciosa y perfecta con su vestido violeta de encaje y sus zapatos pateados; por fuera era la pura imagen de una modelo, pero por dentro esa mente artística suya era brillante y respetada por el trabajo que hacía en su campo. Mi chica era famosa esa noche. También me ayudaba mucho ver mi regalo alrededor de su cuello. ¡Es mía, gente! ¡Mía! ¡Y que no se os olvide, joder! La decisión de exponer a lady Perceval fue efectivamente un éxito. La habían puesto como ejemplo en la explicación del proceso de conservaci
Mientras llevaba a Raquel a la Galería Victoriana, no pude evitar pensar que se estaba refiriendo a ella misma metafóricamente con la última parte: Ha estado escondida en la oscuridad demasiado tiempo. Me alegró por alguna razón.En solo un momento, Raquel ya estaba envuelta en otra ronda de entrevistas y yo casi desaparecí en un segundo plano y la dejé a lo suyo. Apenas estaba empezando en su carrera y quería que tuviese éxito por unas cuanta razones. Una, era su sueño, y dos, un buen trabajo en su campo la mantendría en Londres conmigo. Yo estaba tan motivado como mi chica.-¿Disfrutando del espectáculo? -la voz de Ivan en mi hombro.-Me alegro de que hayas podido venir esta noche. Nos preguntábamos si nos honrarías con tu presencia. Raquel quiere presentarte a su amiga -miré alrededor buscando a Gabrielle con su vestido verde pero no la vi.-Parece que Raquel está muy ocupada ahora mismo -miró a mi chica con admiración-. Tal vez después.-Mira, Ivan, hoy me han mandado una seudoame
Quedé totalmente impactada con el hecho de que hubo una amenaza de bomba, y supongo que mi rostro era un poema ya que Elliot me sonrió y me sobo la espalda con cuidado. -La verdad fue muy escalofriante pero salimos ilesos. No nos pasó nada y es lo importante. -Sí, pero ¿y si no fuese sido simplemente una amenaza y estallara una bomba sin previo aviso? Y entonces vi en su rostro un asomo de pánico. Supongo que nunca se hizo esa pregunta todo este tiempo. Pero tenía razón, lo importante es que estaban ilesos y fuera de Londres. Eso me hizo pensar en que no he ido y me encantaría ir, pero sin todo ese trajín que pasaron. Me entristecía el hecho de que Raquel tuviera que pasar por todo, pero era confortante saber que tenía amigos y también a un novio como Elliot. -No lo he pensado nunca -dice Elliot-. Pero si fuese sido así, no estaría contando esto y lo sabemos muy bien. Me dedicó una sonrisa genuina y no sé cómo pero tranquilizó y más el hecho de que estuviera allí,
Ya ha pasado una semana desde que todo acabó. Hemos estado tranquilos, viajando del pueblo a la casa. David nos ha ayudado a Alejandro y a mí en las instalaciones nuevas de la empresa. Se ha remodelado gran parte, los empleados están ayudando, pues no querían quedar sin trabajar.-¿Qué tal va todo? -pregunté a los chicos-. Les he traído merienda.-Hola, jefa -dice uno de ellos sonriendo-. ¿Cómo ha estado? ¿Qué le parece?-Está quedando muy bien -le devuelvo la sonrisa-. ¿Dónde está mi hermano?-Está adentro, señora -responde otro de ellos-. Con su prometido. Revisando algunos planos.-Bien, gracias -digo adiós con la mano-. Qué disfruten. Mi cuñada los hizo, quedaron riquísimos.El cambio iba bien, pero cada día que entraba me daba tristeza no ver la empresa como lo era antes. Mi padre se había esforzado tanto y todo su esfuerzo se derrumbó. Pero por otra parte, un nuevo comienzo no dañaba nada. Estarían orgullosos y tranquilos al saber que Alejandro y yo por fin nos haríamos cargo de
Cinco minutos después las chicas entraron de nuevo a la cocina. Los chicos voltearon y empezaron a aplaudir, a llenarla de halagos, Elliot se levantó y le dio una vuelta. -Oh, pero que preciosa te ves Marisol -dijo con una sonrisa genuina-. Te queda estupendo. -Pareces una princesa -dijo David-. Una princesa muy preciosa -y le dio otra vuelta. -¿Princesa? -dice mi hermano-. Una reina diría yo -y otra vuelta. -¿Te gusta papi? -pregunta Marisol a Franco y todos volteamos a verlo. -Me encanta, preciosa -dice levantándose y girándola en el aire-. Toda una reina. Gritos llenaron el silencio y me llenó de alegría saber que a pesar de todo las risas y las alegrías no faltaban. Terminé de preparar la comida y nos sentamos a la mesa. David sacó una botella de vino y preparó una limonada para mí. Luego de comer, nos sentamos en la sala, habían llegado mi suegra y los niños de sorpresa. Decidimos que los niños se quedarían con ella durante el proceso de restauración de la empresa, ya qu
Mi tío y Elliot llevaron al doctor de nuevo a su casa o a su consultorio, la verdad no tengo la mínima idea de dónde fueron por él, solo sabía que no podía salir de casa ni hacer NADA.Alejandro, David y Franco salieron de la habitación y me dejaron con las chicas y mi suegra. Todas me sonrieron y le devolví una sonrisa forzada, no por hipocresía ni molestia, en realidad estaba cansada. No entendía porque si no habia hecho casi nada durante el día, o quizá sí, por mi embarazo.-Nueve meses pasan volando -dijo mi suegra-. Lo ves eternos pero no lo son. Además, los mareos, desmayos y las nauseas no serán para siempre. Toma -dice tendiéndome un papel-, le he pedido al doctor que te recomendara algo para los malestares.-¿Segura que no afectarán? -pregunté mirándola, algo asustada.-No te harán daño, cariño -dice con voz dulce-. ¿O crees que arriesgaría la vida de mi yerna y la de mi nieto? -pregunta en un tono serio pero su mirada era serena, cariñosa.-Lo siento -le digo-. No quise dec.
Pasó una hora cuando me senté en la sala con los niños. Seguían viendo televisión. Alzaron la mirada hacía mí y mis primos-cuñados se hicieron a un lado.Me reí de eso. Además de ser los hermanos de mi prometido, eran los hijos de mi tío y eso nos unía como familia así David y yo no tengamos nada. Lo malo de eso, es que si nos llegamos a dejar por alguna estúpida o lógica razón, los pequeños siempre me iban a recordar lo vivido hasta ahora. No los culparía, claro, pero no creo que pudiera superar tal cosa tan rápido.Pero no podía pensar en eso. Todo iba bien estás últimas semanas. En unas cuántas más nos casaríamos.Quería irse a nuestra casa. Estar solos. Hablar y planear nuestra boda y comentarle luego a Elliot y Rachel pero no podíamos. Luego de lo que pasó con la empresa de mis padres, decidió quedarse y ayudarnos en todo lo que fuese necesario y supongo que mis malestares de embarazo también se lo impiden. Sabía que no podría cuidarme e irse a trabajar y estar tranquilo mientras