Toda mi vida estuve rodeado de lujos, los mejores juguetes,
regalos, viajes… todo era absolutamente mío. Con solo chasquear los dedos, teníaa todo el mundo a mis pies y así crecí: haciendo siempre mi voluntad y quetodos me respetaran. Con las mujeres ya había perdido la cuenta de cuántas estuvieronen mi cama, pero solo una me hizo rendirme ante sus encantos. Regresar a lagran manzana fue un gran fastidio para mí, pues acostumbré toda mi vida a viviren Europa. Sin embargo, las cosas cambiaron y tenía que cumplir la voluntad demi padre. Luego de haber insistido de que no hiciera una fiesta, a lo últimocreó una, aunque al principio solo sonreía para no mandar todo al demonio, porprimera vez sentí que valió la pena ese detalle por parte de mi papá. Su olorera suave, lo que no llamaba mucho la atención. Observé su andar toda la nochey vi la torpeza en ella, lo que me pareció algo tierno. Su cuerpo, a pesar deser pequeño, se miraba llamativo. Lo que más cautivo fue el nerviosismo en susojos al sentir mi presencia. Eso fue el punto de quiebre para mí. Jamás me habíasentido molesto, hasta en ese momento que vi a ese hombre viéndola con el morboen sus orbes. Sabía que toda la noche la vi, pero sentía que mi mirar eradiferente. Nunca me gustó usar mi voz de alfa, pues siempre sabía que, con tansolo mi presencia, los asusto o a veces era el apellido que lo hacía por mí. Noobstante, al ver el deseo inocente en sus luceros, algo se encendió en miinterior.La besé,
No hubo parte de su cuerpo que no besara y que no marcara
para que nunca más olvidara con quien había pasado la noche. Amé la inocenciade sus movimientos, al igual que sus besos, que se volvieron en una nueva drogapara mí. Me sorprendí cuando me dijo que era virgen, era como ver a ununicornio en pleno siglo XXI. A pesar de que ambos éramos unos completosdesconocido, quise hacer las cosas bien, por eso la cuidé como a un tesoro quellevaba tiempo buscando. Ella se entregó a mí plenamente y eso me gustó. Meembriagué de sus gemidos, de los movimientos de su cuerpo y jadeé al oír su vozgritando mi nombre mientras ambos llegábamos al cielo.Frío.
Sentía demasiada fría la cama donde horas atrás era el
infierno por el calor que desprendía nuestros cuerpos. Me levanté con rapidez yla busqué en toda la habitación, pero solo había quedado la esencia de su olor.Mi alfa gruñó molesto al no tener a la omega que él escogió. Yo también me sentíafrustrado y molesto. Por unos segundos me puse en el lugar de todas aquellasmujeres que les hice lo mismo. Tomé mi teléfono y llamé a Julián.—Dígame, señor.
—Quiero que busque a una mujer que lleva por nombre Hana.
—Pero, señor, hay muchas mujeres con ese nombre. Dígame algo
más específico.—Trabaja como mesera en una empresa de catering, así que búsquenla.
—¿Por qué, señor? ¿Acaso ella le ha robado?
—No. La quiero solo para mí y que no sea de nadie más.
Ella seria mía y solamente mía.
Cuatros días donde pensé que todo lo que había vivido fue
nada más que un sueño y que tal vez estaba cansado por el viaje, pero lodeshice al oler mi camisa y sentir aún su olor impregnado. Casi estaba volviéndomeloco si no encontraba noticias de ella.Terminaba de revisar unos papeles, cuando entró mi hermana
Stefanie. Una alfa quien llevaba cuatros años casada con otro alfa. Stefanieera “la madame de la moda” por sus diseños atrevidos y tan controversiales, peroa pesar de ser criticada por todos, creó un gran imperio de la moda y todosbailaban al son que ella tocaba. Ella era capaz de destruir la carrera de unapersona con solo chasquear los dedos. La observé serio mientras seguía leyendounos papeles de unos inversionistas.—¿A qué has venido?
Sonrió y fue ahí que empezó a jugar con mi maravillosa
paciencia.—Eres
un amargado. —Hizo un puchero—. Solo quería recordarte que el quincuagésimo aniversariode nuestros padres está cerca, y estoy buscando a alguien que me acompañe haceralgunas diligencias conmigo.La vi con una cara de jódete.
—Dile a Masha o a Kevin, ellos siempre tienen tiempo de
sobra, si es que no están vendiéndole su alma al diablo con sus apuestas.—Sabes que Masha pasa más ebria que buena y sana; Kevin pasa
encerrado en su laboratorio. Además, no sé qué lugar escoger.Iba a rechazar a Stefanie cuando entró Julián a mi oficina.
Este le hizo una leve reverencia a Stefanie, a lo que solo
sonrió.—La encontré, señor.
Abrí los ojos como platos mientras sonreía. Julián me entregó
un sobre manila de color amarillo. Leí su contenido con rapidez. Analicé susfotos y alguna información de más. Stefanie solo me observó y alzó la ceja,confundida.—Ya sé qué personas nos puede atender. Tú solo busca el
lugar y yo me encargo del resto. —Sonreí con malicia.El día llegó.
Los invitados llegaron a la hora acordada. Una suave música
inundaba toda la estancia dándole un toque elegante y casual a la fiesta deaniversario de nuestros padres. Mamá sonreía como enamorada mientras bailaba lacanción con la que se había casado con mi padre. Vi algunos meseros, pero no laatisbé. Luego de unas horas la vi sirviendo unos bocadillos. Sonreí triunfante,no dudé en llamar a uno de mis sobrinas.—Julie, ¿quieres hacerle un favor a tu tío favorito?
—Depende, ¿de cuánto estamos hablando? —habló con inocencia
fingida.¡Dios! Tenía que ser la hija de Stefanie.
—Te daré cincuenta dólares si haces lo que te digo. —Extendí
el billete y la niña sonrió—. ¿Ves la mujer que está allá? Quiero que la llevesa la habitación de invitados, pero no le digas quien la manda.La niña salió en dirección en donde estaba, a lo que solo sonreí.
Al cabo de unos minutos, escuché la puerta del cuarto
abrirse. Su olor tan suave y tan dulce acarició mis fosas nasales. Me endurecíal instante. Me di la vuelta y vi el asombro en sus ojos cafés claro. Me acerquéa ella, pues se quedó paralizada en la puerta.—¡Sorpresa!
—¿Por qué me llamaste? —preguntó nerviosa.
—Eres muy cruel, Hana. —Acaricié su mejilla—. Después de que
fui todo un caballero contigo, te fuiste sin decir adiós. Pero ya veo que esnuestro destino encontrarnos.—¿Qué quieres de mí?
Observé sus labios como si fueran manzanas con caramelos. Los
acaricié con el pulgar, ella se estremeció por el tacto y cerró los ojos. La vitan sumisa como la primera vez que se entregó a mí. En eso la besé con todaslas ganas que sentía hacia ella, la besé con hambre y me respondió con la mismaferocidad. Desvié el beso hacia su cuello arrancándole un gemido a mi omega.Me separé de su dulce piel y miré el rubor en sus mejillas.
—Me preguntaste qué es lo que quiero de ti y te diré qué es.
—Besé su mejilla—. Quiero que esta noche seas mía.Hana me vio con duda y luego me besó.
—Está bien. Hazlo.
Una vez que ella dijo aquellas palabras, fue la sentenciapara ambos. En toda su vida jamás sintió ese deseo por estar con alguien y porprimera vez quería ser mala para romper las reglas. Hana actuaba fuera de suscinco sentidos, cosa que nunca haría, pues era una persona que pensaba con dosdedos de frentes y que siempre hacía todo metódicamente. Silvia se burlaba deella por ser una persona aburrida, hasta le decía que era una vieja para laedad que tenía. Sin embargo, había algo en el olor de Adrián que la hacíaperder completamente la razón y se dejaba entregar a su omega interno, quien,con sumisión, se dejaba guiar por el alfa.Adrián besó su cuello y lamió consuavidad, esto le provocó un pequeño espasmo en todo su cuerpo. Él la observóde los pies a la cabeza. Ella se sonrojó al instante ante la mirada tan fuertedel alfa sobre su cuerpo.
Hana sonrió con pena mientras jugaba con sus manos connerviosismo. Una mano fuerte la tomó de la cintura, Adrián se acercó hasta su oídopara susurrarle cosas y ella se estremeció con el sonido de su voz, después seapartó de golpe.—¿Quieres que vaya a una cena contigo? —comentó con vozsuave—. Es imposible, ese día tengo un evento al que tengo que ir y voy a ganarmuy bien.
Hana observó con admiración el hotel donde se llevaría acabo la cena. Una cosa era atender a pomposo alfas o betas y otra muy diferenteera participar en la élite. Sonrió con nerviosismo y vio cómo algunas personasla miraban como bicho raro, algunas tuvieron el descaro de reírse en su cara. Levantóla vista y empezó a caminar con paso firme, sin temor alguna. No le gustaballamar la atención, pero cuando se necesitaba era experta en hacerlo. Sonriócon coquetería a algunos alfas y siguió moviendo sus caderas mientras algunasomegas le golpeaban el hombro a sus acompañantes.
AdriánObservó los papeles que tenía en sus manos y los tiró alsuelo, asustando a los presentes. Su asistente se acercó a él con miedo de serdevorado por su mirada, pero este se congeló en su lugar. Adrián se levantó desu asiento y empezó a caminar de un lado a otro como león rugientebuscandodevorar a las cuatro presas que tenía en su oficina. El olor desus feromonas ahogaba a los que yacían a su alrededor a tal punto q
Hana estaba sin palabras, era la primera vez que habíapasado su celo con un hombre después de tanto año de soledad. Lo que estaba ensegundo plano era estar con un alfa en celo, y no era un alfa común y corriente,era nada más y nada menos que Adrián Lemietre, hijo mayor de una gran fortuna,el sueño húmedo de varias mujeres. Sin embargo, en ese momento a él no leimportaba el status social, pues la estaba besando como si no hubiese unmañana. Hana sabía que los alfa por naturaleza eran muy sobreprotectores consus parejas, al igual que posesivo y dominante en el acto.
Hana no hallaba las palabras o más bien no encontraba algúnobjeto para darle en la cabeza a Adrián, su “alfa”. Su omega interno ya bailabala conga innumerable veces, pero ahora que ya tenía la marca, estaba más felizque nunca. Sin embargo, su parte razonable quería partirle la cara o lo que sea.Maldijo que su naturaleza fuera demasiado débil para no lanzarle el sofá o el retretedel baño. Adrián, como el alfa que era en toda su regla, infló su pecho conorgullo al saber que ya había encontrado a su pareja ideal y a la madre de susfuturos cachorros, dejando másexpuesto sus feromonas por todo elapartamento. Buscó sus manos, a lo que Hana suspiró rendida, pues ya no teníaotra alternativa. Ya era su omega.
Hana contempló el lugar con recelo. Se escondía detrás de laespalda de su alfa; al estar unidos a través de la marca, este podía sentir elcúmulo de emociones que estaba sintiendo su omega. Adrián, como el caballeroque era, abrazó a Hana mientras liberaba un poco de sus feromonas para calmarla ansiedad de su omega y así se relajara. Unos pasos pusieron los pusieron enalerta, pero más a Hana, quien se escondió más en el cuerpo de su pareja. Apesar de que el olor de Adrián era fuerte, el de la persona que estaba enfrentede ellos la estaba debilitando por completo, lo que la hizo sentir mas nerviosade lo que ya estaba. Hana salió de su “hogar”, que eran los brazos de Adrián, yobservó al alfa que la miraba como si
Dos semanas despuésHana sintió un leve mareo y dejó las bandejas de lado. Llevabados semanas sintiéndose cansada; el cuerpo lo sentía pesado, como si estuviesecargando todos los problemas del mundo. Siempre dormía más de la cuenta, estocausaba que siempre llegara tarde a su trabajo. Se volvió más sensibles a losolores que había a su alrededor, desde el olor de la loción de Adrián en lanoche, hasta el olor de un paquete de ga