Capitulo :Conociendo a FrancisPaula sostuvo la taza de café entre las manos, sintiendo el calor en sus palmas, pero sin probar un solo sorbo. El silencio entre ella y Francis era denso, como si las palabras que estaban a punto de salir pudieran cambiarlo todo. Su madre biológica estaba sentada frente a ella, con una mirada que no era ni desafiante ni sumisa. Simplemente estaba ahí, con el peso de los años en los hombros, lista para hablar sin adornos ni excusas.—Te abandoné apenas naciste —soltó Francis de golpe, sin rodeos, sin suavizar la verdad.Paula sintió que el aire se volvía más pesado. No lo recordaba, por supuesto, pero lo había sentido toda su vida. El vacío, la ausencia, la pregunta sin respuesta.—Nunca supe qué pasó realmente —murmuró Paula, más para sí misma que para Francis.Su madre biológica asintió con lentitud, como si supiera que le debía esa explicación desde hacía años.—Después, demostraron que yo no merecía cuidarte, porque hice cosas malas para conseguir e
Capitulo: La decisión de Paula Paula volvió a su casa con ese pensamiento clavado en la mente. Trató de distraerse, de convencerse de que no debía hacerle caso a Francis, de que no tenía sentido aferrarse al pasado. Pero la idea seguía ahí, persistente, quemándole por dentro como un fuego que se negaba a extinguirse.¿Por qué no?Eleonor nunca le contó lo que pasó con Mateo. Nunca le dijo nada, como si no valiera la pena hablarlo, como si ese beso no hubiera significado nada.Pero para Paula sí había significado algo.Era su primer amor.Era el único chico al que había mirado con ese anhelo silencioso, con la esperanza ingenua de que, algún día, él la vería de la misma forma. Pero en lugar de eso, lo vio con su hermana.Lo que más le dolía no era solo el beso. Era la traición silenciosa.El hecho de que su hermana no hubiera confiado en ella, que nunca le hubiera dicho la verdad.El hecho de que Mateo, su amigo de toda la vida, el chico con el que había crecido, había usado a Eleonor
Capitulo:La charla con su padre Mateo llevaba años arrastrando el peso de su error. Era un chico inmaduro de 16 años y no pensó con claridad cuando hizo lo que hizo.Desde aquel día en el que besó a Eleonor frente a Paula, nunca volvió a ser el mismo,supo en ese instante que rompió algo hermoso que tenía ,la amistad entre Paula y él.No pasó una sola noche sin recordar la expresión de Paula, la manera en que su rostro se desmoronó antes de salir corriendo. Nunca la había visto así. Nunca había imaginado que podría romper algo tan importante en un solo instante.Y lo peor es que, cuando intentó seguirla, cuando quiso hablar con ella, Paula ya no estaba.La dejó ir.Y ella nunca volvió.Con el tiempo, Mateo trató de convencerse de que era mejor así.Que si Paula no quería escucharlo, entonces él no tenía derecho a obligarla.Pero en el fondo, sabía la verdad.Sabía que su silencio era cobardía.Que su miedo a enfrentarla lo había paralizado.Un día, cuando el peso de la culpa fue demas
Capítulo: Ahora entiendo muchas cosas Mateo salió de la cafetería con el corazón latiéndole con fuerza.Había visto a Paula, estaba tan linda que su corazón latió desenfrenado por ella.Por un momento, sintió que el aire se detenía, que el tiempo retrocedía y que volvían a ser esos chicos que se entendían con solo mirarse antes que el hiciera el desastre que hizo con la hermosa amistad que tenían .Pero no.Nada paso .Paula lo miró como si no existiera. Como si fuera un extraño. Seguía enojada y con razón ,si fue y sigue siendo un idiota que no se animó, ni a pedirle perdón .Y antes de que pudiera reaccionar, antes de que pudiera llamarla, ella ya se había . Paula salió corriendo rumbo a la calle, alejándose sin mirar atrás.Mateo sintió un vacío en el pecho.¿Por qué huyó?¿Qué significaba eso?Cuando volvió a la mesa, Eleonor lo observó con el ceño fruncido sin entender nada.—¿Qué pasó? ¿A quién viste?Mateo se pasó una mano por el cabello, inquieto.—A Paula. Hace años que no
Capítulo 1: Golpeado por la realidad El motor del auto rugía suavemente bajo sus manos temblorosas. Emanuel Ferreira tenía los nudillos blancos de tanto apretar el volante, pero ni siquiera se daba cuenta. Toda su atención estaba en la entrada del hotel, donde el mundo que había construido en su cabeza se derrumbaba en cuestión de segundos. Allí estaba ella. Georgina López. Su secretaria. Su amante. La mujer con la que, hasta hace unas horas, había compartido una noche de pasión desbordante, la misma que lo había envuelto en promesas susurradas en la penumbra de una habitación de hotel. Y ahora, ella salía de ese mismo lugar… con otro hombre. Un vacío helado le recorrió el estómago. Era una escena sacada de sus peores pesadillas. Georgina se veía impecable, con el vestido negro que él mismo le había quitado la noche anterior. Cada paso suyo era seguro, confiado, como si no tuviera ni una gota de culpa en su sangre. Como si él jamás hubiera existido. Pero lo peor no era verla. E
Capítulo 2: La Trampa de Georgina Emanuel golpeó la puerta con furia. Una. Dos. Tres veces. El sonido retumbó en la noche silenciosa, un eco de su rabia contenida. Su pecho subía y bajaba con fuerza. Su respiración era errática. La traición lo carcomía desde adentro. Dentro de la casa, había un murmullo. Luego, pasos apresurados. La puerta se entreabrió con cautela. Y allí estaba ella. Georgina López se apoyó contra el marco de la puerta, con el cabello despeinado y los labios hinchados, como si acabara de levantarse. Sus ojos destilaban sorpresa… y una pizca de fastidio. —Emanuel… ¿qué demonios haces aquí? Su tono era una mezcla de incredulidad y molestia. Él no respondió. No podía. Porque detrás de Georgina, en la penumbra del pasillo, estaba él. Ismael. Su hijo. Descalzo, con el torso desnudo, con una expresión de desconcierto en el rostro. El estómago de Emanuel se contrajo con violencia. Un golpe seco y cruel. No podía ser. No podía ser. Pero estaba allí. En su ca
Capítulo 3 La Resaca de la Verdad Emanuel llegó a su casa con el cuerpo pesado y la mente destrozada. Apenas podía sostenerse en pie. No sabía si era el whisky que había bebido o el impacto de su sueño… o pesadilla. Todo se sentía demasiado real. Los pensamientos lo atormentaban, cada uno más oscuro que el anterior. Ismael. Georgina. Su propio hijo, involucrado con la misma mujer que él había tenido en su cama. El asco le revolvió el estómago. No podía ser cierto. Pero la angustia que lo carcomía por dentro le decía lo contrario. Entró en su habitación y cerró la puerta con fuerza, como si pudiera dejar todo lo que sentía del otro lado. Se quedó de pie en la oscuridad, respirando con dificultad. El pecho le dolía. Sentía que algo lo estaba ahogando por dentro. Se llevó las manos al rostro, intentando calmarse. Pero no podía. El peso de la incertidumbre lo estaba matando. Se dejó caer en la cama y miró el techo. Quería dormir, desaparecer, dejar de pensar. Pero su cuerpo
Capítulo 4 : La inquietud de Verónica El bar había quedado en silencio, salvo por el murmullo lejano de la música y el sonido de los vasos chocando en la bandeja de Marta. Pero en la cabeza de Verónica, el eco de la conversación con Emanuel seguía retumbando como un grito mudo, como una herida abierta que se negaba a cerrarse. Había atendido a muchos hombres dolidos, muchos que buscaban ahogar sus penas en alcohol y palabras arrastradas por el whisky. Pero Emanuel Ferreira no era como los demás. Había algo en su historia que la golpeó con una intensidad inesperada, que la dejó inquieta, con un nudo en el estómago que no podía ignorar. Su hijo. No era solo el engaño lo que lo destrozaba, sino la traición en su forma más cruel. Verónica lo había visto en sus ojos, en la forma en que apretaba los puños sobre la barra, conteniendo una rabia que amenazaba con devorarlo desde dentro. No le dolía solo la infidelidad, sino la certeza de que su hijo estaba con la misma mujer que él había am