Ismael y la Decisión de Cambiar Esa noche, Ismael estaba en su cuarto cuando Carolina le mandó un mensaje. Caro: Podemos hablar un momento? Ismael: Claro. No tardó en sonar su teléfono. —Hola —dijo Carolina del otro lado. —Hola. ¿Todo bien? —Sí… Bueno, en realidad quería decirte algo. Ismael se sentó en la cama, preparándose para lo que fuera que viniera. —¿Qué pasa? Carolina tomó aire antes de hablar. —Siento que necesito un poco de espacio, Isma. No porque esté enojada o algo así, solo… siento que no estamos en el mismo lugar que antes. Y creo que necesito tiempo para entender qué quiero. Hubo un silencio breve. —Te entiendo, Caro —dijo Ismael con calma—. Y si eso es lo que necesitas, está bien. Carolina pareció sorprendida por su respuesta. —¿De verdad? —Sí. No quiero que hagamos esto más difícil de lo que ya es. Si necesitas espacio, te lo doy. —Gracias, Isma. Se despidieron con un “nos vemos” que sonó más incierto de lo normal. Ismael dejó el teléfono sobre la
Ismael la miró con una mezcla de ternura y resignación. —No me estoy alejando, Caro. Pero no puedo quedarme en el mismo lugar para siempre, esperando a que decidas si me necesitas o no. Su voz no era dura, pero sí definitiva. Carolina sintió que las palabras le golpeaban el pecho con una fuerza inesperada. No podía retenerlo, y lo peor era que ni siquiera sabía si quería hacerlo.Pero quería gritarle. Decirle que no era porque pensaba que iba a tomar. Que no tenía miedo de eso. Ella sabía que él era un tipo que distinguía lo bueno de lo malo. Lo que realmente le pasaba… Era que no quería que estuviera con esa mujer. No quería verlo sonriendo con otra. No quería que se alejara de ella. Pero no podía decirlo. Porque ni siquiera ella sabía lo que quería. La otra mujer volvió en ese momento, sentándose de nuevo con una sonrisa tranquila. Miró a Carolina con curiosidad, pero no dijo nada. Ismael también guardó silencio por unos segundos antes de suspirar y mirar a su amiga. —¿Quiere
Capítulo Entre el orgullo y el dolor Carolina no entendía cómo habían llegado a ese punto. Pasó todo el fin de semana con el teléfono en la mano, debatiéndose entre escribirle o no. El domingo a la noche, después de que Ismael se hiciera el desentendido , ella había intentado tragarse el orgullo y le había enviado un mensaje. "¿Estás bien?" Era un simple mensaje, sin reclamos, sin exigencias. Pero él no lo había visto así. A los pocos minutos, la respuesta llegó. Un mensaje seco, frío, que le clavó una espina en el pecho: "Estoy muy bien acompañado." Carolina sintió un golpe en el estómago. Las palabras se clavaron en su mente como un eco venenoso. Lo peor no era lo que decía, sino lo que implicaba. Ismael quería que ella supiera que estaba con otra persona. Y no con cualquiera, sino con la morocha de labios rojos. ¿Cómo lo sabía? Porque esa misma tarde había escuchado los rumores. Que Ismael se había ido con ella. Que no había vuelto a su casa. Que su padre ni siquiera sabía
Noche de confesiones y decisiones Verónica se acomodó en la cama, abrazando la almohada mientras observaba a Emanuel con el ceño fruncido. Él estaba recostado de lado, con un brazo bajo la cabeza, mirándola con esa mezcla de paciencia y diversión que la desesperaba. —Emanuel, yo no sé qué está pasando con nuestros hijos —soltó de golpe—. Los noto distantes, pero no sé si soy yo que me estoy haciendo la cabeza o si realmente algo anda mal. Él suspiró y pasó una mano por su rostro. —Vero, es evidente que algo pasa. Ismael está con esa cara de perro apaleado desde hace días y Carolina… bueno, desde que hablaste con ella, ¿cómo la notaste? —Diferente —admitió Verónica—. Yo le dije lo que pensaba, pero no para que terminara peleándose con Ismael. ¡Solo quería que no se encerraran en una burbuja! Pero parece que lo tomaron al extremo. —¿Te sorprende? —Emanuel arqueó una ceja—. Caro es buenísima pero es terca como una mula, igual que su madre . Verónica le pego en el brazo con una so
Capítulo El dilema de Ismael Ismael estaba tumbado en su cama, mirando al techo con una mezcla de frustración y confusión. Todo había cambiado desde esa charla con Carolina semanas atrás, donde ella le había dicho que necesitaban abrirse, conocer a más personas, salir de la burbuja en la que vivían. En ese momento, él había aceptado su petición con cierto desdén, pensando que era una idea pasajera. Pero ahora estaba viendo las consecuencias, y no le gustaban en absoluto. Suspiró profundamente. La conversación del bar seguía dándole vueltas en la cabeza. Había sido un idiota. Las palabras que le soltó a Carolina aquella noche todavía resonaban en su mente: "Yo ya tuve una mamá y se murió." Había sido cruel, impulsivo, y sabía que había herido a la única persona que siempre había estado para él. Por eso, después de días de silencio, decidió que tenía que hablar con ella. Al día siguiente, encontró a Carolina en la biblioteca, sentada en su lugar habitual, con un libro abierto y los
El teléfono de Carolina vibró sobre la mesa, interrumpiendo su concentración en los apuntes de la universidad. Al ver el nombre de Georgina en la pantalla, su pecho se tensó. No hablaban seguido, solo lo necesario. Sin embargo, algo le decía que esta vez era distinto.—¿Georgina? —preguntó al contestar.La voz al otro lado de la línea sonaba entrecortada, agitada, con un tinte de ansiedad que Carolina nunca le había escuchado.—Caro… Creo que ya viene. La bebé…Carolina se puso de pie de inmediato, su corazón latiendo con fuerza.—¿Dónde estás?—En casa… pero no puedo moverme sola. No quiero llamar a nadie más.Carolina respiró hondo para no dejarse llevar por el pánico. Sabía que Georgina no tenía a nadie más en quien confiar. Y aunque la historia entre ellas no había sido fácil, esta no era una cuestión de rencores ni heridas pasadas.—Quedate ahí. Voy a buscarte.Corrió hacia el dormitorio de Ismael y golpeó la puerta con insistencia.—¡Ismael, necesito que me lleves al hospital!S
Capítulo : Distancias peligrosasEl tiempo había pasado, y lo que antes era una relación inseparable entre Carolina e Ismael ahora se sentía como un eco lejano. Un mes había transcurrido desde aquella noche en el hospital, cuando Ismael comenzó a distanciarse más de lo que Carolina había imaginado posible. Y aunque ambos intentaban enfocarse en sus estudios, había algo en el aire, una tensión que los seguía dondequiera que fueran.Ismael estaba en los últimos días antes de graduarse. Cada examen lo acercaba un paso más a su título y a su puesto en la empresa de su padre. Carolina, por su parte, estaba cerrando su segundo año de universidad, con la determinación de mantener su promedio impecable. Sin embargo, ese mes había estado lleno de silencios incómodos, miradas esquivas y conversaciones cortadas antes de comenzar.Esa tarde, Carolina encontró a Ismael en la biblioteca, estudiando solo. No era algo inusual últimamente, pero algo en su semblante la hizo acercarse.—Isma, ¿necesitás
Capítulo : La noche de los celosLa música resonaba en cada rincón de la sala. Las luces giraban y se reflejaban en los rostros de los estudiantes, que celebraban la inminente despedida de la universidad. Carolina había llegado con sus amigas, decidida a disfrutar la noche, pero apenas puso un pie en la pista de baile, algo llamó su atención.Allí estaba Ismael, en el centro de la pista, bailando con una mujer que parecía salida de una revista. Era morocha, alta, con un vestido ajustado que resaltaba sus curvas, y tenía una sonrisa radiante. Pero lo que realmente hizo que Carolina sintiera que algo dentro de ella se rompía fue cómo esa mujer lo tenía abrazado, con las manos en su cuello, como si no quisiera soltarlo.Carolina cruzó los brazos y bufó.—Mirá eso, Lucas. Mirá cómo lo agarra, como si fuera suyo. ¡Lo tiene prendido del cuello como una garrapata! —dijo, con el ceño fruncido, y un tono mucho más alto de lo habitual.Lucas, que estaba junto a ella con una bebida en la mano, l