Finalmente, Luciana tenía que mover a su amado padre a la residencia de cuidados permanentes.

— Te quiero— dijo ella al mismo tiempo que movían el cuerpo de Andrés a una camilla — todo saldrá bien papá, no te preocupes.

Ella trataba de mantenerse firme y en una sola pieza.

El cuerpo de Andrés estaba desgastado, sus músculos habían disminuido notablemente, su cara que antes estaba llena de vida se estaba consumiendo, haciéndolo parecer un muerto en vida.

Pero Luciana se negaba a aceptar lo que sus ojos veían.

“Él estará bien” pensaba motivándose a continuar con la venda en los ojos, después de todo era su padre “él se va a recuperar y va a regresar conmigo, con nosotros” se corrigió.

Al salir de la habitación, se encontró con Patricia, la pequeña niña que la había motivado a salir adelante y decirle la verdad a Erick aunque no hubiera salido como había esperado la vez pasada que se la encontró.

— Hola— dijo ella feliz.

— ¿Ya se recuperó tu papi?— preguntó la niña moviendo un suero intr