Capítulo 128
Toda causa tiene su efecto, y cada persona debe pagar el precio de sus palabras.

Ana siempre había creído firmemente en este principio.

"Ding dong..."

Sonó el timbre.

Tadeo llegó de visita con una montaña de snacks. Después de tanto tiempo conviviendo, Ana ya se había acostumbrado a su entusiasmo.

—Ana, no prestes atención a lo que dicen en internet. ¡Vamos a jugar videojuegos!

Los ojos del joven brillaban, dándole a Ana la impresión de estar frente a un golden retriever.

Bajo esa mirada, le resultaba difícil negarse.

Al iniciar sesión en su olvidada cuenta de "Honor of Kings", Ana se quedó momentáneamente perpleja al ver su nombre de usuario, tan familiar y a la vez tan extraño.

En el instituto, cuando este juego estaba en su apogeo, solía jugar con Mateo. Habían cambiado sus nombres para que fueran a juego y habían establecido una relación especial dentro del juego.

Mateo jugaba como tirador, y ella había abandonado su posición de "jungler" para convertirse en su único apoyo.

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