Ana alzó la mirada hacia él. En sus ojos, la frialdad distante se mezclaba sutilmente con desprecio.La mano de Mateo quedó suspendida en el aire.Su expresión era terrible.—¡Ana!Su voz profunda contenía irritación.Incluso en ese estado, seguía desafiándolo, mostrando su mal genio.¿Qué sentido tenía?Si no fuera por consideración a su madre, ¡Mateo no se habría entrometido!¡Ana era la perfecta representante de la ingratitud!¡El tiempo realmente convertía a las personas en extraños!Mateo recordaba que cuando empezaron a salir, Ana siempre se mostraba frágil.¿Hasta qué punto llegaba su exageración?Al grado de fingir que ni siquiera podía abrir una tapa de botella.No podía negar que a Mateo le gustaba ese comportamiento.Pero después...Los pensamientos de Mateo se detuvieron repentinamente, sus pupilas se contrajeron por un instante.Quizás quien había cambiado no era Ana, sino... él.Cuando la novedad del romance pasó, comenzó a centrarse en sus propios asuntos.A veces, cuand
Ana sostenía el vaso de papel, sus largas pestañas bajadas ocultaban la profunda reflexión en sus ojos.Al no recibir respuesta, Selina no se impacientó.Se dio la vuelta, apoyando los brazos en la barandilla, con una actitud completamente relajada.—Yo creo que fue intencional. Les oí decir que mi primo se metió con el pastel de alguien.Estas palabras hicieron que Ana pensara inmediatamente en Armando.Levantó la mirada hacia Selina.La joven parecía tener solo diecisiete o dieciocho años, pero su pensamiento estaba muy por encima de esa edad.El tiempo pasaba segundo a segundo.Hasta que Fabiola vino a buscarlas, Selina inventó una excusa para escabullirse.—Ana, el oficial Medina te busca.En este accidente, Ana era la única persona consciente y capaz de moverse.Era comprensible que quisieran interrogarla.Manuel se acercó con dos agentes de policía. Fabiola se apartó discretamente, quedándose a poca distancia mientras miraba su teléfono.—Señorita Vargas, no se ponga nerviosa, so
Por tres días consecutivos, Terraflor estuvo bajo un cielo nublado y lluvioso.Ana pidió permiso en la plataforma de transmisión en vivo, yendo y viniendo entre su casa y el hospital.Las heridas superficiales de su cuerpo habían comenzado a formar costras; las áreas más graves necesitaban aplicación de medicamentos y cambios de vendaje diarios.Gabriel yacía en la unidad de cuidados intensivos.Durante estos tres días, todos los que tenían buenas o malas relaciones con los Urquiza vinieron a visitarlo.Sin excepción, todos fueron detenidos por Fabiola en la entrada.—Ana, no necesitas ir y venir todos los días. Los médicos han dicho que Gabriel ya está fuera de peligro. Hazme caso, ve a casa y descansa bien.Las ojeras bajo los ojos de Ana eran muy notorias.Era evidente que no había descansado bien.Fabiola se preocupaba por ella.Según la policía, el conductor del otro vehículo murió instantáneamente. Habían revisado todos los registros telefónicos y otros antecedentes, pero hasta a
Mariana llegó al hospital con su hermano Tadeo.Tras el desagradable incidente en el instituto de investigación, Mariana se había encerrado en su habitación durante varios días.No quería hablar con nadie.Cuando se enteró del accidente de Gabriel, sus sentimientos eran contradictorios.Gabriel la había humillado frente a tanta gente; si ahora se presentaba ansiosa, ¿no se convertiría en una arrastrada?Si eso se supiera, ¿cómo podría mantener su dignidad en sus círculos sociales?Mariana dudó y vaciló durante mucho tiempo.Cuando supo que Tadeo iría al hospital, siguió su instinto y lo acompañó.Al entrar en el ascensor, Mariana le advirtió a Tadeo: —Si Gabriel pregunta por qué estoy aquí, dile que me obligaste a venir, ¿me oyes?Al menos así podría conservar algo de su dignidad.Tadeo ya estaba harto de escucharla. Desde casa hasta el hospital, Mariana había repetido lo mismo no menos de diez veces.Algo impaciente, murmuró distraídamente: —Ya entendí, Mariana, pero no te preocupes t
Cinco minutos después, Javier se enderezó y dijo con calma: —En el caso de Gabriel, es posible que el impacto en su cerebro haya causado una confusión en sus recuerdos.Fabiola frunció el ceño y preguntó: —¿Y qué se puede hacer?Confundir a la futura esposa de su sobrino con su propia esposa era realmente absurdo.—No me atrevo a sacar conclusiones sobre cuánto tardará en recuperarse —respondió Javier—. Sin embargo, esta confusión de memoria no afectará su vida cotidiana.Al oír esto, Mateo lo miró con desagrado.Preguntó severamente: —¿Estás diciendo que podría no recuperarse nunca?Javier percibió claramente la hostilidad del hombre.Levantó una ceja. —Yo no he dicho eso. Los médicos no somos dioses, en estos casos hay que dejarlo en manos del destino.—Podría mejorar en cualquier momento, o podría tardar años. Nadie puede decirlo con certeza.La habitación quedó en silencio.Fabiola se frotó las sienes con dolor de cabeza, completamente agotada.El asunto ya estaba decidido, no tení
El hombre yacía en la cama de hospital, con la frente envuelta en una venda blanca, el rostro pálido, y bajo sus largas y espesas pestañas, unos ojos negros y profundos.Comparado con su habitual elegancia, ahora mostraba cierta fragilidad.Ana no pudo evitar recordar las palabras de Gabriel antes de desmayarse.—No tengas miedo, estoy aquí.Con esas palabras en mente, algo tan simple como darle de comer manzana era imposible de rechazar.Cortó la manzana en trozos pequeños y usó un tenedor para llevárselos a la boca.Gabriel acababa de despertar y no podía comer mucho.Aunque insistió en querer más, Ana se negó.Gabriel tuvo que ceder.Ana se comió la mitad restante de la manzana.Unos minutos después.Ana regresó después de lavarse las manos y volvió a sentarse junto a la cama, curiosa por saber cómo la recordaba Gabriel con su memoria confusa.—Señor Urquiza, ¿recuerda... dónde nos vimos por primera vez?Gabriel evitó su mirada.Sus largas pestañas ocultaban sus ojos. Después de tre
Pero después de tantos días de investigación, no habían encontrado ni una pista.El conductor que había provocado el choque murió instantáneamente; la autopsia reveló que conducía ebrio.Su historia personal era extremadamente simple.Huérfano de padre y madre, de carácter solitario, sin amigos en Terraflor, vivía en un sótano infestado de ratas.No tenía ninguna conexión con alguien como Gabriel, un privilegiado de la vida.Mucho menos podría haber tenido alguna enemistad con él.Gabriel entrecerró ligeramente los ojos, ya tenía un sospechoso en mente.—Antes había un tipo llamado Erik en el instituto que robó datos experimentales y huyó —dijo.—La última vez que fui al extranjero fue por ese asunto.Lograron atraparlo y darle una lección.Pero luego, por descuido, Erik escapó.Según la investigación, él y Isabella tenían una relación estrecha.Si este accidente estaba relacionado con él, probablemente estaría en Terraflor.Para evadir la orden de captura que Gabriel había puesto en l
Hubo un momento de silencio en el teléfono.La pregunta de Lucía realmente había puesto a pensar a Ana.¿La confusión de memoria de Gabriel era real o falsa?Si fuera falsa, ¿por qué la engañaría así?Al no recibir respuesta, Lucía se impacientó.—Ana, ¿me estás escuchando?—Sí.Ana volvió en sí. Sus pensamientos eran complejos y no podía responder inmediatamente a la pregunta de Lucía.Para evitar que Lucía insistiera con este tema, Ana cambió hábilmente de conversación.—¿Laura ha vuelto a ir a tu bufete últimamente?La familia Ramírez estaba sumida en el caos interno.La infidelidad de Ricardo ya estaba completamente confirmada.En cuanto al hijo ilegítimo, por ahora solo tenían sospechas, sin pruebas, y Ricardo no admitiría nada.Según la ley matrimonial actual, si Laura se divorciaba, él sería la parte culpable, lo que le perjudicaría mucho en la división de bienes.¿Por qué debería entregar la mitad de lo que había trabajado toda su vida?Laura había sido ama de casa, sin contrib