Allegra lanzó una miradita a los custodios que compartían el ascensor con ellos y se sonrojó hasta la punta de los cabellos. Estaba demasiado absorta en sus propias emociones para darse cuenta de que tenían compañía. Allegra Beaumont. Saboreó el nombre en secreto y experimentó una felicidad intensa. Dante le cumplia otro sueño. Al caminar hacia el coche, el calor del sol la tomó por sorpresa. Sus ojos se clavaron en los pequeños pimpollos en los rosales comenzaban a emerger, y su estómago se contrajo con violencia. —Estamos en primavera. Y mi cumpleaños es en otoño. Con calma Dante la guió hasta el auto. Ya adentro, la envolvió una atmósfera familiar, pero todavía temblaba de miedo. Dante no dijo ni media palabra. Desde luego, siempre lo supo. Sabía que perdió más que unos cuantos dias, pero no vio la razón para aumentar su alarma. Ahora todo tenía más lógica. No se maravillaba de que el doctor Davis se mostrara reacio a dejarla partir con tanta rapidez. Ni que no hubiera reconoc
Dante la miró, mientras apagaba el teléfono y lo dejaba en la mesa como era su costumbre estaba demasiado exaltada. —No quiero irme a la cama. —Ya tuviste toda la excitación que puedes soportar en un día – la cargó en brazos cuando ella trató de caminar en dirección opuesta -. ¿Por qué sonríes? —Porque siento que entré en el cielo, respondió mirándolo con adoración -, y... y te quiero tanto. Dante se puso colorado y endureció la mandíbula. Sin preocuparse, ella le rodeó el cuello con los brazos. —No soy un santo, respondió él. —Puedo vivir con tus defectos. —Tendrás que vivir con ellos. El divorcio no se halla entre tus opciones. —No es muy romántico hablar de divorcio antes de la boda – replicó, haciendo un gesto de dolor ante su respuesta. — Allegra, tu lo sabes, no soy romántico, sentimental o idealista – le recordó, serio. Por alguna razón peculiar estaba enojado. Así que decidió darle por su lado. —Pero haces el amor en muchos idiomas – repuso, con una sonris
Dante ingresó a Esparta, vio a su cuñado y primos sentados en la misma mesa de siempre.— Pero si es el futuro novio,¿dónde has dejado a la futura señora Beaumont?, pregunto Cesare.— Durmiendo, como toda señora Beaumont. No veo aquí a sus esposas, respondió Dante.— La mía es Zouvelekis, no Beaumont. Pero si esta durmiendo dijo Christopher.— Estamos aquí especulando, por qué no se le ve la cara en las fotografías dijo Constantine su cuñado. —¿Cuándo la conoceremos?, pregunto.—Ya la conocen, es Allegra la cantante que tuviste aquí hace unos cuatro años y la verán el día de la boda exclamó Dante bebiendo su copa.— ¡Allegra!, exclamó Constantine.— Ojos de cachorro, por Dios has asaltado una cuna.Cesare y Christopher comenzaron a burlarse.— ¡Ya parecen críos!, exclamó Dante algo irritado. —Necesito un favor, le dijo a Cesare.— Lo que necesites dijo Cesare mirando a su primo.— Quiero que entregues a Allegra en la iglesia, ella no tiene familia.— Por mi encantado, ¿porque no se lo
Dante sonrio—Estás preciosa–le dijo–. La esmeralda realza el verde de tus ojos, Ma belle.– Allegra toco el collar que Dante le había dado.Les llevaron unos cócteles y después les sirvieron la comida. Allegra se sintió desfallecer al ver que el entrante llegaba presentado en forma de corazón y que el menú estaba plagado de ingredientes afrodisiacos. También había en él mucho chocolate. Era como una cena de San Valentín a lo grande.–Todo esto es en tu honor –le dijo él, viéndola morder una trufa de chocolate–. Es evidente que mi chef es tu fiel esclavo.–En absoluto. Él es consciente de lo mucho que aprecio sus esfuerzos –respondió ella con naturalidad. A pesar de que Dante pagaba bien a sus empleados y los recompensaba por su excelencia, en general solo hablaba con ellos acerca de su trabajo cuando hacían algo que no les gustaba. En cambio, Allegra solía llenarlos de elogios. Dante tomó otra trufa de chocolate y la colocó en la boca de Allegra, extasiado en sus expresiones comento.—
Dante abrió su ordenador portátil en el despacho. Habia varios problemas en la agencia de publicidad, pero tendrian que sobrevivir sin Vesper. Llevaban cinco dias en el yate. Faltaban dos dias para la boda esa tarde atracarian en la isla y al día siguiente en la noche cenarian con los padrinos y algunos amigos.Termino de redactar algunos correos y reviso algunos balances. Volvió a cerrar el ordenador y se puso de pie. –¿Dónde está Allegra? –le preguntó al custodio, que estaba junto a la puerta.–En la cubierta –le confirmó el otro hombre. Dante la encontró apoyada en la barandilla, con la vista clavada en el mar y el vestido golpeándole los muslos con la acción del viento. Despidió a Roberto que la seguia de cerca.Apoyó las manos en sus hombros y ella se sobresaltó.–Deja de husmear –le dijo, apoyándola en su cuerpo.–¡No estaba haciéndolo! –protestó Allegra sin girar la cabeza–. Le acarició los brazos y despertó en ella un deseo que no podía dominar. Tal vez no le tuviese miedo
El desayuno, llevado en una hermosa bandeja, no tentó a Allegra, la pesadilla había dejado un sabor amargo en ella, obviamente ella lo consideraba un remordimiento de conciencia, Dante ignoraba su enfermedad y todo lo que ella significaba.Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la señora Grenwhit, luego de llevarse la bandeja, ella se dio una ducha.Terminaba de secarse cuando llegó la peinadora, seguida de sus ayudantes, el maquillista y la manicurista. A medida que las horas transcurrían, se sentía más y más como una muñeca. Al fin, satisfechos con su trabajo, aplaudieron, la muñeca estaba vestida. Contemplo en el espejo la imagen que tanto se parecía a su sueño de adolescente. Jamás se vio tan hermosa y no la maravilló que los demás estuvieran satisfechos de su obra. Su propia imagen en el espejo la dejó sin aliento.Verse vestida de novia el día de su boda era algo totalmente atemorizante. Eleonora había insistido en que usara una diadema de brillantes que había perten
Allegra respiraba con dificultad, había salido de la iglesia y se encontraba en el jardín que había a un costado.Cesare se acercó. — Muy bien, cálmate una novia tiene todo el derecho de llegar tarde a su boda.— Dante debe estar enojado comento— Dante nació enojado así que ese no es un problema. Además, tú vas a entrar a la iglesia. No creo seas capaz de dejar a mi primo de esa manera. Sería muy humillante exclamó Cesare muy calmado.— No quiero humillarlo, solo que tal vez yo no sea la persona adecuada para él.— La persona adecuada es esa que te acepta con lo bueno y con lo malo. Que te apoya incondicionalmente o eso dice mi padre comento Cesare. — Mira no te conozco pero nunca vi a Dante tan relajado y sonriente como anoche.Allegra lo miró.—No sé que decirte – murmuró, tensa.—Una novia atada y con una mordaza quizá causaría uno que otro comentario desfavorable, reflexionó Cesare algo divertido.— No quiero eso, es que me entró el pánico.Cesare la miró y le ofreció su brazo. Al
Allegra despertó, Dante dormía profundamente a su lado. Al mirar por la ventana vio que el yate se estaba moviendo.— Buenos días, dijo Dante besándola en un hombro la tomó de la cintura y tiró de ella.— Buenos días, ¿a dónde vamos?, pregunto Allegra y lo beso.— Solo sé donde me dirijo yo, comento Dante y la beso apasionadamente...Una hora después Allegra se encontraba debajo de la ducha. Minutos después se sentó en la terraza privada a tomar su desayuno junto a Dante quien estaba muy concentrado en su ordenador.— ¿A dónde vamos?, pregunto ella.— Dame un segundo, dijo Dante. Termino de redactar un correo y lo envió. Cerró el ordenador y miro a Allegra.—Lo siento era importante, vamos a nuestra casa, compre una hermosa casa en París.— ¿ Viviremos en París?, pregunto Allegra sorprendida.— De momento, tengo que ocuparme de algunos asuntos.— ¿Y mis estudios?, pregunto ella.Dante la miró.— Puedes estudiar en París, ya verás te sentirás como en tu casa. Le pediré a Mackenzie que