Capitulo 2

—Sam ¿qué haces aquí?

—Yo también quisiera saberlo.

Se acerca a mí y me sorprende cuando empieza a besarme, aunque sé que está mal responderle porque esta recién casado, no puedo rechazarlo, he soñado tanto con este momento, me quita la pijama poco a poco y yo estoy temblando por lo que me hace sentir, se quita la camisa y me quedo sin respiración, siempre lo habia visto sin camisa, pero nunca me imaginé que algún día pudiera tenerlo tan cerca, empiezo a acariciar su cuerpo sintiendo el calor de su piel en mis manos, me siento tan  ansiosa por seguirlo tocando y por besarlo que cuando menos espero, estamos completamente desnudos, no quiero pensar,  porque se que estoy haciendo algo malo,  y aunque mi mente me dice que lo detenga cuando se acomoda en medio de mis piernas, me pierdo por completo y lo acerco a mí para sentirlo más cerca; se desliza poco a poco dentro de mí y cuando estoy a punto de gritar me besa con desesperación, se queda quieto por un momento y después empieza a moverse, estoy tan desesperada que le muerdo los hombros mientras siento que el placer se acumula, él no deja de besarme cuando me sorprende un maravilloso orgasmo, no puedo describir lo que me hace sentir, pero me siento en las nubes, mi cuerpo aún sigue temblando por todo lo que acaba de pasar, él pone su cara en mi cuello y se queda ahí por unos minutos; cuando por fin su respiración se normaliza empieza a hablar.

—Yo, no sé que decirte Camila, por favor perdóname, no sé que me paso, perdí la cabeza esto no debió pasar, lo siento.

Se levanta de prisa, se pone la ropa y se va.

Yo me quedo sintiendo una gran tristeza y empiezo a llorar, soy una cualquiera ¿cómo pude hacer algo así cuando acaba de casarse? y su esposa esta en la habitación de al lado, no puedo creer lo que acabo de hacer, estoy tan avergonzada, no quiero ni ver a mi madrina, no me atrevo a verla a la cara, me levanto muy temprano porque casi no pude dormir, al ver las sabanas llenas de sangre las cambio por unas limpias y me llevo las sucias para lavarlas en mi casa.

Me siento tan mal, y lo peor de todo, es que no puedo dejar de recordar las caricias de Sam, fue tan increíble, jamás me imaginé que fuera de esa manera, es tan tierno y apasionado, creo que me dejo marcada para siempre, si antes lo quería ahora prefiero no pensar en lo que siento, me doy una ducha y salgo de la habitación sin hacer mucho ruido, aunque sé que mi madrina se levanta muy temprano, tengo la esperanza de no encontrármela.

Cuando bajo, mi padrino esta tomando un café en el comedor.

—¿Cómo te sientes mi niña, estás mejor?

Me da tanta vergüenza con ellos, que se me hace un nudo en la garganta.

—Si padrino, estoy mejor, ya me tengo que ir, despídeme de mi madrina por favor. 

—Que Trevor te lleve.

—Está bien, gracias.

Salgo casi corriendo de la casa de mis padrinos, ni siquiera recuerdo lo que hable con Trevor en el camino, al llegar a la casa me encuentro a Robert en la cocina.

—Pensé que ahora que se caso Sam ya no te quedarías mas allá. 

—No es asunto tuyo.

Se acerca a mi más de lo normal.

—Mientras vivas aquí, es asunto mío.

En eso entra mi madre y él se da media vuelta.

—Buenos días, Camila no quiero que te quedes mas en casa de tus padrinos mientras este Sam, no me gustaría que estes en boca de todos y vayan a decir que eres su amante o algo parecido.

Yo me pongo roja y no puedo disimular lo que siento.

—Lo vez Camila, tú madre esta de acuerdo conmigo.

Mi mamá se acerca y lo abraza.

—Rob tú siempre preocupándote por todo, incluso por mi hija.

—Es que yo la quiero como si fuera mía, siempre estaré para cuidarlas. 

Abraza a mi madre y me cierra un ojo mientras se pasa la lengua por los labios sin dejar de observarme, yo no puedo evitar sentir nauseas.

No puedo entender como mi madre está tan ciega con él, en una ocasión invito a salir a Emily y mi mamá no lo creyó, dijo que solo estaba tratando de ser amable, que yo siempre quería hacerlo quedar mal.

Me voy a trabajar al restaurante y Emily llega a buscarme.

—Hola amiga, ¿cómo estás? fui a buscarte con tú madrina y me dijo que te pusiste mala ayer en la noche.

—Hola Emily, si me puse un poco mal de estómago pero ya estoy bien.

—No será que fingiste para quedarte ahí, por ese chico guapo con el que bailaste en la boda.

—No Emily como crees, aunque el chico guapo me quiere seguir hablando para conocernos.

—Pues no esta nada mal, ¿qué le dijiste?

—Que estaba bien, pero no estoy muy convencida, porque es el mejor amigo de Sam.

—Por favor no pongas pretextos, tú siempre pensando en Sam y como si a él le importaras.

—Me dijo que Marson no me convenía.

—Pues trátalo y compruébalo tú misma y ya si no te gusta pues ni modo el que sigue y se acabo.

—Lo dices tan fácil.

—Sería fácil si dejaras de pensar en Sam.

—Emily.

—No me digas nada, que aunque no creas te entiendo, pero no quiero que sufras más.

—Lo sé.

—Bueno me tengo que ir, mi abuela esta sola y se siente un poco mal.

—Salúdala de mi parte, nos vemos después.

Van pasando los días y yo no voy a casa de mis padrinos,  aunque me puede mucho, prefiero evitar a Sam, y sobre todo a su mujer, jamás me perdonaré lo que hice.

Emily no deja de hacerme preguntas, según ella me nota cambiada, y aunque trato de cambiarle el tema para distraerla siento que sospecha algo, he tenido muchos problemas con Robert estos días, ha intentado entrar en mi habitación varias noches, pero por suerte no lo ha logrado, estoy ansiosa por irme,  no puedo ni tomar una ducha porque ya esta tocando la puerta, últimamente lo noto muy extraño pareciera que se droga, ha estado teniendo muchas discusiones con mi madre, a mi me preocupa mi hermanito Mathew pero hasta eso que a él lo trata muy bien.

Por fin se llega el día de irme, llegaré primero a Dallas y de ahi viajaré a Houston, estoy muy emocionada así que me levanto muy temprano para ir a despedirme de mis padrinos. 

Al llegar mi madrina me recibe muy alegre.

—Mi Camila que bueno que viniste, me tienes muy abandonada, y ahora que te vas voy a extrañarte mucho.

—Lo siento madrina, con lo del viaje estuve bastante ocupada, pero te prometo que te llamaré seguido.

Sam entra a la cocina mientras mi madrina y yo nos estamos despidiendo, se sorprende un poco al verme y me saluda con un movimiento de cabeza.

—Mamá necesito hablar contigo.

—Madrina yo me tengo que ir, aún tengo cosas que hacer.

Mi madrina me abraza.

—Sam, porque no llevas a Camila a Houston, tú vas para alla, así se ahorra lo del pasaje y tú no viajas solo.

Sam se pone un poco pálido.

—Madrina, no es necesario de verdad.

—Está bien Camila,  podemos irnos juntos, Marson tuvo que irse antes, así que si voy a viajar solo y me molestaría llevarte.

—Esta bien, gracias.

—Paso por ti en dos horas a tú casa.

Yo asiento y él sale de la cocina, me voy a despedir de mi padrino y de Trevor para irme a mi casa y  tener todo listo.

Emily me esta esperando.

—No puedo creer que ya te vayas, estoy tan triste, me voy a quedar completamente sola.

Nos damos un abrazo y las dos lloramos, siempre hemos estado juntas y es muy difícil ahora que me voy, ella se quedará aquí, como vive con su abuela no quiere irse a ninguna parte y dejarla sola, así que estudiará una carrera corta. 

—Aunque estás semanas estuviste muy rara y sigo pensando que me ocultas algo, no quiero que dejes de llamarme ¿me lo prometes?

—Claro Emily, te llamaré, además voy a venir en vacaciones, así que no te preocupes y no te estoy ocultando nada son imaginaciones tuyas.

—No sé, pero siento que tiene algo que ver con Sam, desde que te quedaste aquella noche que te sentiste mal en su casa, algo cambio.

Yo trato de disimular.

—Estás loca Emily.

Estamos muy entretenidas con nuestra plática cuando Sam llega a recogerme, me despido de mi madre y Mathew se queda llorando por mi, y yo no puedo evitar llorar también, es tan pequeño que no entiende lo que sucede, y me parte el corazón dejarlo así.

Sam sube mis maletas y abrazo a Emily para despedirme, nos subimos a la camioneta y él va muy serio, yo la verdad estoy tan avergonzada que prefiero no hablar, me quedo dormida por un rato y Sam me despierta.

—¿Camila no quieres comer algo? falta una hora para llegar a Dallas.

—No Sam gracias, no tengo hambre.

—Yo tengo que quedarme un día en Dallas, para registrarme en la base antes de ir a Houston.

—No te preocupes, puedes dejarme en una estación y de ahí yo me voy a Houston en el autobus.

—No, te quedas en un hotel en lo que yo me registro, y mañana nos vamos a Houston.

Como no es una sugerencia si no una orden, yo prefiero no decir nada, seguimos nuestro camino y cuando por fin llegamos a Dallas me lleva a un hotel.

—¿Estás seguro que no quieres llevarme mejor a la estación?

—Si estoy seguro, mañana vengo por ti a primera hora y nos vamos.

—Está bien, gracias.

Me instalo en  una habitación sencilla y me voy a la ducha directamente para refrescarme, como salimos de Jefferson bastante tarde, estoy hambrienta, bajo al restaurante del hotel para cenar algo antes de irme a dormir.

Pido un pescado con verduras y un refresco, estoy muy entusiasmada comiendo cuando siento a alguien de pie junto a mi, al voltear está Sam con su uniforme viéndome.

—¿Que haces aquí, no te ibas a quedar en la base? 

—Si, pero hubo un problema y tengo que volver mañana muy temprano, ¿te puedo acompañar a cenar?

—Claro.

Pide algo para cenar y se sienta frente a mi, con su uniforme verde sus ojos se ven mas claros, se ve tan guapo que no puedo dejar de verlo.

Los dos estamos incómodos así que para romper un poco el hielo empiezo a preguntarle por su bebe. 

—¿Y ya saben que van a tener? 

El se sorprende por mi pregunta pero sonríe.

—Si, es un niño, puedes creerlo.

—Felicidades, me imagino lo contentos que están los dos.

—En realidad Melanie no quería tenerlo, por eso me case con ella, para que no abortara.

Su comentario me toma por sorpresa,  jamás me hubiera imaginado algo así.

—Yo, lo siento, no quería incomodarte.

—No te preocupes, no me incomodas, Melanie no es una mala persona, pero dice que no se ve como madre, incluso como pudiste ver no le gusta la vida en el rancho.

—¿Y cómo aceptó quedarse ?

—Porque sus papas la corrieron cuando salió embarazada de un simple soldado y no le quedo otra opción.

—Bueno, imagino que ellos no saben que ese soldado, es el dueño de el rancho mas grande que hay en Jefferson, y uno de los que tiene mejor venta de ganado.

El sonríe.

—No, no lo saben, imagínate si se enojaron por que soy soldado, que dirían al saber que soy un soldado vaquero.

Yo sonrío.

—Tienes razón ¿y cómo conociste a Melanie? 

—Bueno es la hermana de un compañero, en una fiesta Marson me la presento y empezamos a salir, como puedes ver, no tomamos precauciones y salió embarazada, cuando me dijo que quería abortar me negué por completo, y le propuse matrimonio, al principió no quería aceptar pero cuando sus padres la corrieron no tuvo mas remedio.

—Creo que tomaste la mejor decisión.

—Lo único malo es que no estoy enamorado de ella. 

Me pongo nerviosa cuando lo dice por la manera en que me esta viendo.

—Bueno, tal vez ya que nazca el bebe, todo cambie y los ayude como pareja.

—Puede ser, aunque no creo llegar a amarla, de todos modos cuando termine la misión quiero pedir mi cambio para no estar viajando y ya no dejarlos solos.

—Me parece muy bien.

Seguimos platicando por un buen rato hasta que empiezo a bostesar.

—Ve a descansar, ya es tarde.

—¿Tú donde te vas a quedar? 

—Tengo una habitación aquí también.

—Está bien, entonces nos vemos mañana. 

Me voy a mi habitación y me pongo ropa cómoda para dormir, me acomodo en la cama y me estoy quedando dormida cuando tocan la puerta, me levanto a abrir y Sam esta muy pensativo, recargado en el marco de la puerta, antes que pueda decir algo me levanta en brazos y comienza a besarme.

Me sorprendo tanto que no respondo a sus besos, me lleva a la cama y empieza a quitarme la ropa con prisa, estoy por deterlo cuando comienza a besarme el cuello. 

—Sam yo...

—Por favor Camila, no me detengas, me muero por estar contigo, no he podido sacarte de mi mente, no tienes idea de cuanto te deseo. 

Le quito la ropa sin dejar de besarlo, estamos tan ansiosos que cuando menos lo pienso me tiene entre sus brazos, el placer es tan maravilloso que no puedo contener mis lágrimas.

—No llores.

—¿Sabes que esto no está bien verdad? 

—Lo sé, pero no pude resistirme, no tienes idea lo que me haces sentir, contigo nunca es suficiente.

Se acomoda a mi lado y me abraza con fuerza, su perfume tan familiar me relaja y poco a poco me quedo dormida, por la madrugada me despierta llenándome de besos y hacemos el amor de nuevo, pero esta vez de una manera tan lenta y especial que parte de mi corazón se queda con él y se que jamás lo voy a recuperar, aunque se que esto, también es una despedida.

En la mañana que despierto, él ya no está, me siento un poco triste pero me prometo que no voy a llorar más, lo que paso era algo que yo deseaba tanto o más que él, así que con todo el dolor de mi corazón, me prometo que voy a olvidarlo cueste lo que cueste, por el bien de su mujer y su hijo.

Ya más tarde llega a recogerme, está muy serio y empieza a aventar mis maletas con coraje y sin dejar de gritar.

—¿Para que bajaste todas las maletas? no sé supone que solo pasarías una noche aquí.

Trato de calmarme pero es imposible, yo no le he hecho nada y se comporta como si yo hubiera echo algo malo.

—Sam no tienes porque enojarte conmigo, yo no hice nada, te recuerdo que tú fuiste a mi habitación, y con gritarme no vas borrar lo que sucedió.

—Lo sé, y no estoy enojado contigo, estoy enojado conmigo, por haber hecho las cosas mal, por no poder resistirme a ti. 

Se acerca y me abraza.

—¿Porqué todo tenía que pasar así? 

Se separa de mi muy molesto, se sube a la camioneta y cierra de un portazo, yo lo pienso por un momento y abro la camioneta, agarro mis maletas y empiezo a caminar para tomar un taxi, apenas llevo unos  pasos cuando me alcanza.

—Camila, por favor no hagas papelitos, vámonos que voy a llegar tarde.

—¿Papelitos yo, no me digas? te metes en medio de la noche en mi habitación, que precisamente esta al lado de la de tú esposa, me haces el amor, me pides disculpas y te vas, sin importarte como me sentía yo, y ahora haces lo mismo y todavía te ofendes, discúlpame Sam,  pero aquí la ofendida debería de ser yo, eres un hombre casado y aún así me has buscado aprovechándote del amor que siempre he sentido por ti.

—Camila yo..

—Ya no quiero escuchar nada, prefiero que no vuelvas a acercarte a mí, es lo mejor que podamos hacer, te deseo de todo corazón que seas muy feliz con tú mujer y tú hijo.

—Lo siento Camila, solo déjame llevarte a Houston, tienes razón, soy un imbécil. 

—Esta bien, pero no lo hago por ti, lo hago porque tengo que llegar hoy mismo a la academia y definitivamente si eres un imbécil.

Sonríe y sube mis maletas de nuevo y nos vamos, el camino es algo incómodo porque casi no hablamos, cuando por fin llegamos a Houston me lleva a la academia y se baja para despedirse.

—Espero que algún día puedas perdonarme lo que te hice, y que encuentres a un hombre que realmente te merezca.

Le doy un abrazo y un pequeño beso en los labios y me voy, con lo que queda de mi corazón echo pedazos y a comenzar una nueva etapa en mi vida sin Sam.

A los pocos meses de estar en la academia recibo una llamada de mi madrina.

—Hola madrina.

—Camila, es Melanie y su bebe.

—¿Qué pasa madrina, están bien? 

Ella llora desesperada y yo me siento impotente tan lejos sin poder abrazarla.

—Fallecieron, el parto se complico y no se pudo hacer nada.

Siento que me recorre un escalofrío por todo el cuerpo, se me hace un nudo en la garganta y empiezo a llorar.

—Madrina, cuanto lo siento, no sé ni que decirte.

—Ay hija, todo esto es tan triste, aún no lo puedo creer.

—¿Quieres que vaya a acompañarlos? 

—No es necesario mi niña, sus padres se la llevaran a Houston, mañana viajaremos para allá y te mando la dirección de donde vamos a estar.

—Madrina, ¿Sam ya lo sabe? 

—No, no lo hemos podido localizar, pero en su base ya lo saben, así que de un momento a otro se va a dar cuenta.

Me despido de mi madrina con un nudo en el estómago, no puedo creer que esto esté sucediendo, Sam se va a volver loco.

Al día siguiente acompaño a mis padrinos a la funeraria, la familia de Melanie no parece tan adinerada como yo pensaba, aunque si tratan de aparentar, de pronto un hombre robusto se acerca a nosotros.

—Soy el padre de Melanie, ¿quiero saber dónde está su hijo? No sé supone que el tendría que estar aquí, necesitamos que firme unos documentos,  de otra manera no podremos sepultar a Melanie y al bebé.

Mi padrino se pone un poco pálido.

—El está en Afganistan, no hemos podido localizarlo.

El señor se acomoda los lentes.

—Siempre se lo dije a mi hija, que no valía la pena que se casara con un simple soldado.

Su comentario me da tanto coraje, que aunque trato, no puedo quedarme callada.

—Que curioso señor, creo haber escuchado que su hijo también es un simple soldado, que por el conoció Sam a Melanie, y sabe qué ese simple soldado como usted lo llama, está arriesgando su vida en este momento por este país, para que todos podamos estar bien y libres del terrorismo, Sam es un gran hombre y le aseguro que hubiera sido un excelente padre, no como usted que corrió a su hija por salir embarazada y ahora la perdona cuando ya es demasiado tarde, y para sentir menos culpa quiere atacar a Sam.

La gente a nuestro alrededor se queda viéndome y mi padrino me toma de la mano.

—Bien hecho hija, ahora si nos permiten nosotros nos vamos, en cuanto tengamos noticias de Sam les avisáremos.

Salimos los tres de la funeraria mientras toda la gente no deja de observarnos y hacer comentarios.

—Madrina por favor discúlpenme, no se que estaba pensando, pero ese hombre no tenía porque ser tan grosero.

—No hay nada que disculpar, todo lo que dijiste es cierto, gracias por apoyarnos, esa gente nos hubiera comido vivos.

Nos vamos a una pequeña cafetería y mi padrino me toma de la mano.

—Hija hay algo mas que tenemos que decirte.

—¿Qué pasa padrino?

—Tú madre y Robert están vendiendo el rancho.

—¿Que? Mi madre no me ha dicho nada.

—Al parecer se van a Chicago con la familia de Robert.

—Ay no, ¿ahora como voy a ver a Mathew y donde voy a vivir cuando regrese?

—Camila, nosotros también podríamos ayudarte, tú sabes que tenemos una buena posición económica y tú eres como nuestra hija.

Yo les doy un abrazo.

—Gracias, tal vez más adelante si les acepte la ayuda pero por ahora voy a terminar mi carrera.

—Hija, hemos estado pensando en arreglar la casita de huéspedes para ti, ahora que tú madre se va a ir nos gustaría tenerte mas cerca, tú sabes que Sam no pasa mucho tiempo con nosotros, asi que te ayudariamos y tú nos harias compañía, ¿qué te parece? 

Mis ojos se llenan de lágrimas. 

—Gracias padrinos, creo que lo mejor que mi madre ha hecho por mí, es escogerlos a ustedes como mis padrinos,  y si, acepto su oferta siempre y cuando me cobren una renta.

—Eso lo hablaremos cuando regreses, por lo pronto empezaremos con la renovación. 

Seguimos platicando cuando suena el celular de mi madrina y ella empieza a llorar desconsolada.

—¿Qué pasa madrina, porqué lloras?

—Sam ya lo sabe, al parecer lo van a dejar volver para despedirse de su familia, no quiero ni imaginarme como esta.  Creo que lo mejor será quedarnos aquí a esperarlo, para darle nuestro apoyo. 

—Si creo que es lo mejor, cualquier cosa que necesiten no duden en llamarme. 

Me llevan a la academia y nos despedimos con mucha tristeza.

Mi madrina me llama a los pocos días.

—Camila ya llego Sam, mañana será el funeral ¿puedes acompañarnos?

—Si madrina, ahí estaré.

Al día siguiente me pongo la única ropa negra que me traje y me voy a la funeraria.

Cuando llego me parte el corazón ver a Sam, esta tan triste, aunque por alguna extraña razón no derrama ninguna lágrima, me acerco a el para darle el pésame y me abraza con tanta fuerza que me falta el aire.

—Lo siento mucho Sam, no tengo palabras para aliviar tú dolor.

De pronto empieza a llorar desconsolado.

—Es mi culpa Camila, es un castigo por lo que hice, por no quererla, nunca me lo voy a perdonar. 

Me duele tanto oírlo decir eso, pero no puedo consolarlo, porque yo también me siento culpable, todo es tan triste, yo no dejo de llorar, me duele mucho ver a Sam sufrir de esa manera, no se lo merece.

La familia de Melanie se acerca a Sam para darle el pésame y yo quiero alejarme pero él me toma de la mano.

—Por favor no me dejes solo, creó que no podría soportarlo.

Me quedo a su lado hasta que termina el funeral y aunque tenía unos días de permiso, prefirió regresarse a Afganistan,  por lo que me dijo no quiere volver al rancho, dice que no se siente capaz, mis padrinos están muy tristes, pero respetan su decisión y no quieren presionarlo en este momento tan difícil para él.

Yo sólo espero que con el tiempo cambie de opinión, por que si no regresa al rancho mis padrinos van a sufrir mucho. 

Regreso a la academia con una  tristeza muy grande, a veces no puedo entender porque la vida es tan injusta, Sam amaba a su pequeño y hubiera sido un excelente padre, no puedo dejar de pensar en lo que esta sufriendo, siento que esto le va a cambiar la vida por completo y que jamás volverá a ser el mismo.

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