No se que ocurrió en aquella reunión, pero una cosa tenía clara, Paolo y Klaus emanaban una tensión incomprensible, de vuelta a la casa. A penas cruzaron una sola palabra, ni siquiera consigo. Cuando llegamos, Nicolasa hablaba con Hugo, me sorprendió que hubiera llegado antes que nosotros. - En serio Hugo, son casi las cuatro de la mañana, no podemos dejarlo para mañana?- preguntó Klaus despojándose de la América y camisa. - Mañana igual amaneces sin manos, por ponerlas donde no debes.- Klaus le ignoro- Que tenemos? - preguntó Nicolasa- Tenemos la lista de aproximadamente una veintena de personas, todos hombres, que han participado en la subasta, las víctimas, seis mujeres de entre 21 y 30 años, ocho hombres de entre 13 y 25 años, y tres niños de unos ocho años. - dijo Paolo- Es aterrador comente al tiempo que me deshacía de la capa y los zapatos. - Mañana harán el reparto de las ventas …. - dijo Klaus.- Y? Que estáis ocultando? - preguntó Hugo, me sorprendió que Nicolasa estuvi
Jamás pensé poder disfrutar de un día así, los chicos habían preparado pasar el día en casa, cocinamos justos, almorzamos juntos, cine y palomitas para pasar la tarde, nos animamos con un karaoke mientras preparábamos la cena. Nos divertimos, nos olvidamos de todo lo que nos esperaba hay fuera. Hugo agarro mi mano para llevarme hasta la habitación. Cerró la puerta con llave. - Gracias - le dije. - El día de hoy ha sido un chute de energía para mi .- Para todos. - No es tan difícil ser feliz verdad? - Tú eres mi felicidad. Verte sonreír es mi felicidad. Besarte es mi felicidad. - su voz sonaba melosa y entrecortada. - sujeto mi cuello con sus manos para besarme. Tire de él hasta la cama. Terminar el día entre sus brazos, comiéndonos a besos, entregándonos piel con piel, era la culminación de un día perfecto. La relación con Hugo era totalmente diferente a lo que había sido mi matrimonio con Mat, con quien todo era sumisión, incluso cuando discutíamos tenía ceder yo siempre ante el,
Lo siguiente que recuerdo es despertarme en una habitación, sola, en medio de una oscuridad inmensa. La luz de la luna entraba por la ventana, no encendí la luz, no por miedo, pensé que sería mejor que no se dieran cuenta de que había despertado. Me dirigí hacia la puerta, no es que fuera idiota, estaba segura que la puerta estaría cerrada con llave, pero preferí comprobarlo. Así fue, cerrada. Volví y me senté en la cama. Mi mente estaba llena de preguntas, preguntas sin respuestas. Pensar en Mía hacia que mi cuerpo se estremeciese, no por recordarla de un modo sexual, al contrario, estremecimiento de dolor, miedo, incertidumbre. A lo largo de mi vida, había tomado muchas decisiones difíciles, había hecho múltiples gilipolleces, pero aquella se llevaba el premio gordo. Joder! Había vuelto a engañar a Mía, y no solo eso, acababa de utilizarla como cebo para terminar con toda la mafia japonesa. Y lo peor de todo! Lo habíamos bordado, excepto por un pequeño detalle, no teníamos ni puta
Estado de ánimo, mentalmente de bajón profundo. Así me sentí después de la conversación con Klaus. Rusia. Mi mente no lograba razonar como había podido vivir con un hombre tantos años y no darme cuenta del tipo de persona que era. Me sentí estúpida. Él creando su mundo de poder, y yo trabajando, cuidando de mis hijos, priorizando sus necesidades a la mías. Dios! Eran tantas las ganas que tenia de matarle, que pensar en vengarme, manipularle, engañarle, me daba hasta cierto placer. No que no tenía ni idea era de cómo hacerlo. Porque una cosa si era cierta, poco podría hacer encerrada en una habitación. Aunque también supongo que en algún momento me dejarán salir. Sumergida en mis pensamientos, oí como alguien metía la llave en la cerradura de la puerta, me acerqué a la ventana, por el simple motivo de no estar cerca se quien entrara, ni más ni menos. Vi entrar a Mat.- Veo que el viaje te ha sentado bien, querida. - matizo al verme con el vestido que seguramente el mismo había elegido,
La única pista que nos podría llevar hasta Mía dependía de una japonesa bien adoctrinada y un italiano presuntuoso a quien odie desde el primer momento que clavé mis ojos en él. A pesar de que los teníamos retenidos y amordazados en un sótano en el corazón de Tokio, la italiana por mucho empeño que puso, juro que más que empeño lo que la ml si era la venganza hacia aquellos dos, los torturo, no quise saber ni cómo, ni cuánto. Una semanas después, al ver que obtenía resultados, me presenté en aquel sótano. La pareja estaba llena de sangre, había sido fuertemente golpeados, con la,cara desencajada el italiano sonrió al verme. Al contrario que la japonesa, quien no disimuló su miedo, supuse que ella sabía quien era yo. Me acerqué a ellos.- Solo voy haceros una pregunta. Quien de los quiere morir primero? - ella bajo la mirada, él seguía sonriendo. No podía matar al italiano, eso era cosa de Nicolasa, pero ella, ella era una mujer despiadada, con múltiples cargos a sus espaldas, asesina
Bajo la atenta mirada de Venichi, Louis y Josh me acerqué aquella mujer, después de percatarme de que no me tenía miedo, algo que no llegue a comprender, atada, amordazada y seguía retándome con la mirada, sin una pizca de temor. - Cual es tu nombre? Real - Ya te lo dije, Lola - me acerqué y le quité la peluca rubia de pelo auténtico, bajo aquella fachada de mujer fatal, apareció un morena de larga melena rizada. - Tan real como esto? Porque te acercaste a mi en el bar?- Enserio? Mírate! Eres un caramelito, papi, un caramelo que quería para mi, amor. - dijo humedeciéndose los labios, y subiendo su pierna derecha hasta mí entrepierna. Las risas de mis compañeros de fatiga no me ayudaban en absoluto. Agarre su tobillo, con un rápido moviendo, lo quebré. No gritó, no lloro, no …. Demostró un ápice de dolor. Mire su pie, comenzaba a inflamarse, la mire, y volví a recolocar el hueso en su sitio con un simple moviendo de mi mano. - Traedle hielo.Louis volvió de la cocina con hielo envu
Escuchar la voz de Mía cada día, era para mi una inyección de adrenalina diaria, a su vez mis sentimientos eran contradictorios, conocía a Mia mejor que a mi mismo, pese a que su voz sonaba firme y tranquila, las pausas mientras hablaba, la excesiva suavidad de su tono de voz, pequeños detalles que solo yo podía descifrar. La llegada de la italiana a Moscú, con las malas noticias que portaba, hicieron que todos mis planes se adelantasen, en el fondo, yo mismo sabía que todo era una excusa, necesitaba terminar con todo esto cus do antes, necesitaba a Mía a mi lado, necesitaba la tranquilidad de mi hogar junto a ella. - cuánto tiempo tenemos? - pregunté a Nicolasa.- tres días, según mis hombres es lo que tardarán en llegar a las montañas los hombres de Mat. - Venichi, necesitamos una avioneta para sacarlos de allí cuanto antes, tu y Josh volareis hacia allí mañana.- Yo me quedo- dijo Josh- Tu mujer te necesita, - No, mi madre me necesita, mi mujer está escoltada por un ejército, M
Que creéis que sucede cuando intentas, en una última jugada, hacer jaque mate a la vida? Había estudiado muy bien mi estrategia, aparqué el coche a la derecha de la carretera, a tres kilómetros de la mansión, tenía una visibilidad perfecta a ambos lados. Esta era mi guerra, la única en la que me jugaba lo que más amaba en la vida, y me juré a mí mismo que sería la última, sólo deseaba un futuro en paz con Mía. En cuanto Mat se largo, me refugié en mi habitación, no pensaba permanecer hay más tiempo. Busque por toda la habitación algo de ropa, sabiendo que no encontraría nada, a excepto del vestido que Mat me había dejado, siempre se aseguraba que no pudiera desobedecerle vistiéndome otra cosa que no fuera lo que él me dejaba. Me enfundé en el vestido de corpiño negro, falda larga con vuelo semi transparente, me coloqué las botas camperas, recogí la media melena en alto, me maquille exageradamente, si lograba salir de la mansión, acercarme a la carretera y parar un coche, podría irme l