015

Abril no quería hacer lo que Alejandro le había ordenado. Los minutos iban pasando y ella trataba de ignorarlo, más no pudo hacer nada cuando él le envió un mensaje de texto que decía:

—Dos minutos y te quiero en el auto.

Ella tembló cuando lo miró despedirse de sus amigos con el pretexto de que al día siguiente tenía una reunión a primera hora en la empresa y necesitaba descansar.

—Diez minutos de retraso. ¿Acaso prefieres que vaya y te saque en mi hombro como una niña pequeña y malcriada?— volvió a decir en un segundo mensaje de texto.

—Vete a la mierda, Alejandro. Ni siquiera soy tu empleada para que me des órdenes—. Dijo ella sin pensarlo, luego su sonrisa de triunfo se borró al recordar que, en efecto, ella siempre trabaja para el idiota, aunque ahora como sirvienta en su casa.

Abril le comentó al chico que la invitó, que saldría a tomar aire fresco por unos minutos. Él se ofreció a acompañarla, pero ella lo detuvo aduciendo que estará bien. El chico aceptó, en su interior sonrió
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