Someone you loved - Lewis Capaldi
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Deja que el tiempo pase y ya veremos lo que trae.
—Gabriel García Márquez
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Partieron el día viernes desde muy temprano; pese a que corrían el riesgo de toparse con Matías, eso a Maggie pareció no importarle mucho, aunque de ser sincera, por una parte tenía la leve esperanza de no verlo, al menos no dentro de un par de días en lo que ordenaba un poco su vida. Y por el otro lado, ese valiente, deseaba ya terminar con todo.
—No me lo tomes a mal, pero si me encuentro a esa zorra o a él, no sé si logre controlarme —murmuró Melissa, mientras giraba en una esquina, para llegar a la calle en donde queda el departamento.
Maggie contuvo el aire cuando logró divisar el edificio de no más de veinte pisos. Sintió como el estómago se le revolvía, el golpeteo furioso de sus latidos y en cómo, otra vez, la repulsión regresaba a mares, toda la furia, la humillación y el dolor. Pero sobre todas las cosas, la determinación.
Se internaron en el mismo elevador y si se lo pensaba mucho, casi podía sentir que la escena de la tarde anterior se repetía frente a sus ojos, como si fuera el peor de los filmes. Cerró los ojos una fracción de segundo y se obligó a recordar todos y cada uno de los años que había desperdiciado al lado de un hombre que no valía la pena. Se obligó a recordar todas esas veces que sus padres le cantaron su futuro, lo que ella debía hacer. Entonces, entendió que, terminar su compromiso y mantenerse firme frente a sus padres, era algo que debía hacer porque se lo debía a ella misma, a nadie más.
Las puertas del ascensor se abrieron en el mismo piso, anduvo por ese pasillo que se sabía de memoria y abrió la puerta como una más de tantas veces. El silencio la recibió con una amena bienvenida y la fría soledad, que por tanto tiempo fue su fiel compañera, le dio un cálido abrazo, uno que sabía a despedida. Y fue cuando Maggie comprendió que esa vida había llegado a su fin.
Y se encontró muy agradecida con Dios por ello.
—No está —espetó entre dientes Meli, demostrando lo decepcionada que estaba.
—Lo más seguro es que está trabajando, ya sabes, no puede defraudar a su papá —murmuró Margarita a son de mofa, pero había mucha verdad en sus palabras. Sintió la mano de su mejor amiga sobre su hombro, infundiéndole apoyo, uno que necesitaba más que nunca.
—Saquemos todas tus cosas y larguémonos a mi casa... —dijo con voz suave.
—De acuerdo. —Inhaló aire sonoramente, echando fuera sus miedos, toda la tristeza y la incertidumbre que la había acompañado por años.
Visualizó su móvil sobre una de las mesas; ni siquiera recordaba en qué momento lo había dejado, pero luego memoraba la forma abrupta en que había salido huyendo de aquel lugar que no le sorprendía el hecho de haberlo dejado tirado sin reparar en ello. Se lo entregó a su amiga, sin molestarse en revisar el contenido que brillaba en la luz LED que alertaba las notificaciones. Tomó otra inspiración, elevó el mentón y se tragó las lágrimas, no de tristeza, sino de furia. Porque Margarita estaba furiosa e indignada con la cobardía de Matías.
«Engañarme con mi prima», pensó y dio una leve sacudida a su cabeza.
Y sin mayor preámbulo, se fue hasta la que era su habitación.
Tiró las almohadas y las sábanas, percibiendo el aroma de su ex en estas y en como la vieja sensación de agrado era reemplazada por aborrecimiento. Se mordió el labio inferior y limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas. Se fue directo al armario, sacó un par de maletas y comenzó a guardas todas sus cosas, toda la ropa, zapatos, todo lo que ella misma se había comprado. Porque no se llevaría nada que él le hubiese obsequiado.
Entretanto, Melissa comenzó a guardar los perfumes y demás cosas del uso personal de su amiga en la otra maleta. Y cuando ambas se vieron con la habitación hecha un desastre, llegó la tarea más difícil.
— ¿Las joyas también? —preguntó Melissa, tomando un alhajero del tocador del baño. Maggie se quedó inmóvil por unos segundos, batallando entre ella misma y el repertorio de recuerdos tortuosos que salían a la superficie dentro de aquellas paredes.
Revisó el alhajero sin mucho interés, muchos eran regalos que Matías le había dado, profesándole amor eterno y una barbaridad de mentiras más. Solo tomó las que ella se había comprado o que eran suyas por herencia familiar, las demás las dejó ahí.
—Creo que es todo —murmuró Margarita con la voz rota por la sobrecarga de emociones. Llevó una de sus manos al bolsillo de su jean y sacó el anillo de compromiso. La gran piedra captó la atención de Meli, así como, el significado de la misma estrujo el corazón de la que hubiese sido la señora Hunt.
Y vaya vueltas del destino; un día Maggie estaba a punto de casarse y ahora ya no tenía nada.
—Iré a revisar la sala y la cocina para cerciorarme de que no dejemos nada tuyo, libros o algo por el estilo —murmuró Meli, pero la pelirroja sabía que su intención era dejarla a solas un momento, hecho que se lo agradeció mucho en silencio.
Cuando se encontró sola en aquella enorme y fría habitación; se rememoró a ella misma en aquellas noches llenas de aflicción, de todas esas veces que se encontró en la madrugada afligida por el futuro que le esperaba junto a un hombre que no le despertaba nada cercano al amor pasional. Entonces, con la fuerza bullendo en su interior, tomó el anillo y lo dejó en un cajón en el que antes ella solía guardar sus cosas de valor. Y cuando lo estaba cerrando, entró Melissa con las mejillas rojas y los ojos encendidos.
—Matías acaba de venir —alertó, con la ira contenida. Maggie pasó ambas manos por sus jeans, deglutió saliva y dio un asentimiento—. ¿Quieres que lo eche? Porque mira que tengo unas ganas de practicar todo lo que he aprendido en mis clases de defensa personal, vos solo decime.
Y cuando estaba a punto de decirle que no, que ella a partir de ese momento —y para siempre—, se haría cargo..., Matías apareció en el umbral del cuarto.
—Margarita, yo..., necesitamos hablar. Amor, por favor —dijo con un tinte de desesperación en la voz. Y vio como su imponente imagen dio un paso dentro y de inmediato Maggie sintió el desprecio haciendo su aparición. Sacudió la cabeza, una sonrisa llena de incredulidad surcó su rostro.
Porque era increíble que, luego de que ambos presenciaron lo de la tarde anterior, Matías tuviera la mínima esperanza de arreglar las cosas y el descaro de llamarla amor.
El mero hecho le provocó nauseas.
—¡Maldito hijo de puta!, ¿cómo m****as se te corrió revolcarte con la perra de Larcy? Pero no, no respondas, porque ya me imagino la sarta de mentiras que piensas decirle a Margarita —decía con la voz elevada Melissa, estaba casi fuera de sí y la aludida, no deseando empeorar las cosas, intentó calmarla, pero esta no se lo permitió. Se plantó con firmeza frente a Matías y cuando este menos lo vio venir, le dio un golpe de puño cerrado en la mejilla—. ¡Eres una escoria de persona!, pero gracias, porque gracias a la m****a que hiciste ahora Maggie está libre de pasar el resto de su vida con un poco, poco hombre como vos.
Margarita contuvo la respiración; pero cuando notó como su ex prometido comenzaba a perder los estribos, reaccionó y se interpuso entre ambos y le pidió a su amiga que la dejara un momento a solas, esta obedeció y se marchó, percibiendo un satisfactorio dolor en su mano derecha.
Cuando la ex pareja se encontró a solas, Matías se acercó e intentó tocarla.
—No, no te atrevas a ponerme encima ni uno de tus asquerosos dedos —le espetó con la voz inestable, con la cara roja por la cólera.
Matías deglutió saliva y cuando sus miradas se hallaron; lo que encontró en la que hubiese sido su esposa, le provocó una sensación de ahogo, como si le hubiesen sacado el aire de un solo golpe. Notó desprecio, resquemor, decepción y una determinación que jamás la había visto en ella. Y además comprendió que todo estaba más que perdido y que ahora sí, lo dejaría sin titubear.
—Amo..., Margarita, perdóname... —pidió en una súplica que a Maggie se le antojó amarga, casi venenosa—. Yo..., yo fui un completo imbécil, pero por favor no me dejes, yo sé que podemos arreglarlo antes de la boda, porque yo, yo te juro que no volverá a pasar, que lo que viste ayer no significó nada para mí, que...
—¡Ya cállate! —exigió con voz fuerte, sin vacilaciones—.Yo no estoy aquí para arreglar las cosas, así que deja de decir todas esas estupideces, porque no, ¡vos y yo ya no somos nada!, así que, no me busques y ni siquiera intentes recurrir a mis padres porque mi decisión está tomada y me importa una m****a quedarme sin nada, ¡pero yo no voy a casarme contigo! —Matías intentó acercarse, pero ella se lo impidió—. ¡¿Por qué, m*****a sea, no solo me dejaste?!, ¡me hiciste desperdiciar tantos años de mi vida!, ¡me estuviste engañando en mi propia cama con Larcy!, ¿te das cuenta de lo enfermo y asqueroso que es todo esto?, ¡no, claro que no!, ¡por que jamás te ha importado nada que no venga de ti!
—No, amor..., yo, yo... —balbuceó sin saber qué hacer para evitar que Margarita se le escapara de entre los dedos. Y como último recurso, añadió—: ¡Todo esto es culpa de los dos! —La aludida tomó aire, buscando la forma de calmarse y no brincar directo a la yugular de ese miserable.
—¡Deja de llamarme amor, maldición!, ¡y no, no te estoy echando la culpa, pero eso no significa que vaya a olvidar todo y a regresar contigo! ¡No lo haré!, yo no quiero estar con un cobarde como vos... —Cerró los ojos y tomó una inspiración, el poder apaciguarse estaba costando tanto, incluso más al verlo y notar sus intenciones de querer victimizarse—. Matías ya, por favor, si lo que temes es que lo cuente todo a la prensa, pierde cuidado que yo no voy a hacerlo..., solo déjame en paz.
Un segundo después Melissa entró y avisó que el botones ya estaba ahí. Y sacaron las maletas a pesar de los constantes ruegos; salieron y se marcharon de aquel lugar que, en algún punto de la vida de Maggie, había sido especial pero que ahora solo era un vivo recordatorio de la traición.
—Estarás bien, ya verás... —dijo Melissa, mirando a su amiga de soslayo, iba gimoteando.
—No hay otra manera —respondió, junto a una sonrisa desprovista de felicidad.
Lose you to love me - Selena Gomez (La amo, bai).***Casi casi me quisiste; casi casi te he querido: si no es por el casi, casi me caso contigo. —Rubén Darío***Un par de días después; Matías volvió a buscarla por medio de llamadas y textos. Y era tan sofocante que no se diera por vencido, que le importara poco el bienestar de Maggie, porque esta estaba segura de que lo que él estaba haciendo era un acto egoísta.Buscarla sin cansancio, recordarle una y otra vez lo felices que había sido. ¡Un sinfín de tonterías!, que a ella nada más le provocaban dolor, así como, el resentimiento crecía y en su mente no dejaba de pensar en que, al final, todo se había ido a la basura.Y que de recuerdos ningún amor puede sobrevivir.Además, era seguro que para entonces, sus padres ya se habían dado cuenta de que Margarita estaba cancelando la boda, suceso que no tardaría en llegar a oídos de todo su "círculo de amigos" y que pronto sería la comidilla de todos.☔Los días siguieron pasando, ya más
Weather - Novo amor (estála melodía que se menciona)***Yo prometí que no volvería a enamorarme, pero eran las 3am, reíamos sin parar y me sentí feliz por primera vez en mucho tiempo.—Anónimo.***Desde que pasó el día de la boda; las redes sociales de Maggie no habían dejado de notificarle sobre los muchos mensajes de aquellas personas que se decían ser sus amigos y en los cuales le preguntaban sobre los verdaderos motivos de la cancelación de la boda y, a su vez, "alertándola" de los rumores que corrían ya en su círculo social.
Khalid - Talk☔️Es tan lindo saber que usted existe. —Mario Benedetti☔️—Muchas gracias, Meli, por ayudarme con la mudanza —dijo Maggie, dando una breve ojeada al montón de cajas que había regadas en la estancia y eso sin mencionar de las muchas otras que había en el resto del departamento.—Sabes que lo hago encantada, aunque ya estaba acostumbrada a verte todos los días, ahora me harás mucha falta —respondió la aludida junto a un mohín y ambas estaban comenzando a dejarse embargar por la nostalgia, por lo que, pronto se pusieron a desempacar y a tratar de ordenar al menos la estancia y la cocina.Por la noche, mientras Maggie terminaba de ordenar la que ahora sería su habitación, escuchó como su móvil alertaba a que estaba entrando una llamada. Frunció el ceño, preguntándose quién podría ser, aunque la verdad era que las opciones eran limitadas, aun más ahora, ya que había cambiado de numero teléfono. ¡Por fin pudo decirle adiós a los mensajes de Matías!Tomó el móvil y leyó con
Khalid - Vertigo☔️No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. —Mario Benedetti☔️Pasó un buen rato en el que Maggie luchó contra su curiosidad y contra el impulso por preguntar; pero cuando notó con desilusión que él no tenía intenciones de charlar, se dijo a sí misma que tenía que averiguar quién era ella.Y cuando encontró el valor, solo se fue por un detonante.—¿Llevaban mucho tiempo sin verse? —cuestionó.Andrew pestañeó un par de veces, saliendo de su ensimismamiento. Se disculpó con Maggie y le pidió que repitiera la pregunta. Y para cuando ella lo hizo, él no pudo reprimir una mueca de incomodidad, porque de verdad, todo lo referente a Adelina le incomodaba con demasía. Pero aunque había aprendido a disimular, con Margarita no sintió la necesidad de fingir.—Cinco años... —respondió y cuando notó que ella ya no pensaba preguntar más nada, quizá porque había not
Lover - Taylor Swift ft Shawn Mendes☔️Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites. —Mario Benedetti☔️—¿Te la encontraste cuando estabas con Margarita? ¡Pero qué mala suerte tienes, hombre! —Andrew no retuvo el impulso de rodar los ojos al cielo, había decidido comentarle a Javier, un compañero del trabajo y con el cual solía ser muy cercano.Andrew aún percibía un sabor amargo en el paladar cuando recordaba lo que había pasado hace más de una semana. Y no era porque la apariencia de Adel le quitara el sueño —de eso ya habían pasado un par de años—, no obstante, no podía sacarse de su mente la última conversación que había tenido con Margarita y en cómo esta le había servido como obstáculo para poder finalmente sincerarse.Y es que, ¿era normal temerle a una mujer como Maggie?, porque sí, Andrew le temía y no era porque ella fuera una mala mujer, ¡porque Dios sabía que no era así!, sencillamente había descubierto que ella estaba ca
When the end comes - Andrew Belle☔️Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás. Morir y todavía amarte más... —Pablo Neruda☔️Andrew fue de los primeros en comprar la revista "Female and home", en la cual había sido publicado el artículo de Maggie. Y mientras la leía, con su café matutino y un centenar de emociones encontradas saliendo a flote, estas exploraron cuando notó que ella había mencionado un par de consejos que él le había comentado. Así como había citado textualmente una de la frases que le había dicho."Las festividades, no solo las navideñas, no deberían ser excusa para el consumo compulsivo. Las familias, ahora en día, deberían cuidar sigilosamente de su economía más allá de preocuparse por cumplir con la aprobación de la sociedad". —Andrew G. ejecutivo y analista de préstamos micro empresariales.Y durante el resto del día no pudo deshacerse de la sonrisa en su rostro; además tanta era la emoción que él reflejaba que su compañero Javie
You are mine - Secret nation☔️Cuando tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas enseguida. Yo quiero acabarme contigo y quiero morirme en tus brazos. —Gabriela Mistral☔️Maggie se sentía ofuscada; enmarañada en la retahíla de pensamientos y recuerdos que estaban por volverla loca.Soltó un suspiro y masajeó sus sienes; sopesando en lo que debía hacer, en lo que fuera mejor para todos o en la solución que la hiciera sentir menos miserable y mala hija. Miró la hora en su móvil y notó con algo de ilusión que Andrew estaba por llegar, miró su salita de estar e inevitablemente recordó los comentarios hirientes que su mamá le había dado.—¿Aquí es donde quieres vivir? Por favor, Margarita, si es una pocilga. —Sacudió la cabeza—. No puedo creer que hallas preferido dejar las comodidades a las que estas acostumbrada por un capricho.—¿Te estás oyendo?¡No es ningún capricho!, yo solo estoy dándome el valor que merezco...—El valor que merezco —repitió con un dejo de sorna—. Y tus padres, ¿a
Shot down - Khalid ☔️No hables a menos que puedas mejorar el silencio. —Jorge Luis Borges☔️Cuando sintió que su cuerpo comenzaba a relajarse y que el llanto ya había disminuido considerable —e imprimiendo gran parte de su fuerza de voluntad—, la alejó apenas un poco. Miró con atención su rostro, su nariz enrojecida y sus ojos humedecidos, se sumergió en la tristeza que su expresión revelaba y deseó con todas sus fuerzas borrar toda la congoja que la estaba consumiendo.Posó ambas manos en sus mejillas y con los pulgares limpió los rastros del llanto. Se inclinó otro poco, con la intención de quedar a la misma altura que Maggie y hacerle saber que él estaba ahí, para ella y que no la dejaría jamás —si es que jamás puede llegar a ser una palabra real.—¿Quiere hablar de lo que pasó? —Ella negó en respuesta—. Okay, ¿le gustaría salir a distraerse un rato o prefiere que veamos una película aquí? —Y Andrew rogó para sí mismo para que ella le permitiera entrar.Margarita chasqueó la le