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Reunión De Lobos
Reunión De Lobos
Por: Charlo
Capitulo 1 La Partida De Ruth

Introducción

Angelina Jones; vive en una pequeña ciudad de vinos, familias, poderes que se encontrarán cara a cara.  Jamás nunca la realidad de la vida le dará un certero golpe a lo que su corazón intenta comprender... ¿Puede la felicidad verse empañada por el odio?  Argumentos cuestionables desde su propia lógica y razón.

El paso de los días y meses le dará una clara visión que incluso en la más densa oscuridad, una luz puede brillar, sentirse sola, decepcionada, traicionada, nunca había sucedido. Con tristeza profunda deberá vencer los obstáculos de una sociedad,hipócritamente elogiable.

Su corazón le llevará por el sendero quizás espinoso, sentir los latidos fuertes punzantes, la vida puede darnos sorpresas muy gratas, y otras hostiles. Tendrá que sacar fuerzas para levantarse. 

Con el paso de los años uno aprende que no siempre un lobo anda solitario; está en manada al acecho, mirando de reojo, en otras escondido esperando su momento preciso.

Los lobos que merodean su vida son varios, y tienen la firme intención de destruir todo a su paso. Estarán escondidos en las sombras, en instantes la vida te enfrentará con obstáculos que colocarán tu existencia al límite, es mejor saber que tus enemigos esperan el momento de tu caída, no los ves, pero ellos vigilarán, su objetivo es dar la batalla.

La Autora

Charló Blus

La mañana del veintitrés de junio del mil novecientos noventa y nueve quedaría grabada en la mente de Angelina para siempre.  Días antes al deceso de su madre, ella misma no gustaba de los funerales largos ni días de luto, ese día en punto a las siete y treinta había partido su madre.  Eran las nueve de la mañana, el sol llenaba el lugar, a unos pasos bajo los árboles frescos, verdes, instalada bajo los grandes arboles al costado de la casa, la gran carpa blanca se movía con el viento de aquella mañana que flotaba armoniosamente, como si aquellas rosas y jardín entendieran que las manos suaves que muchas veces les habían regado con tanta ternura estaban allí en un silencio profundo, ellas lo percibían. La brisa lo decía en un susurro profundo, reposaba ahora en el féretro, había partido hacia las moradas celestiales, como tantas veces ella lo había leído en su vieja Biblia que conservaba con tanto amor, había partido con su Señor hacía unas cortas horas.

Ruth había pedido a su hija que no fuese a extender aquella despedida, pues ella prefería decir que era solo una partida, la palabra morir no cabía en su mente, moría a una vida terrenal pero ahora viviría eternamente al lado de su salvador. Riendo aquella mañana dijo a su hija, palabras que quedarían plasmadas en su corazón y mente, tomó su mano y mirándole sus profundos ojos cafés claros- querida nos veremos en la casa del Padre- No llores-

La partida sería inevitable, Ruth había desayunado ese día en punto de las siete de la mañana, su baño lo había hecho casi con poca ayuda, lo que sorprendió a su hija.

Las cortinas habían sido descorridas de par en par, el sol entró por los grandes ventanales, estaban más resplandecientes que nunca. Su madre entonó el himno “Mas allá de sol” acompañada de su hija, la lectura de ese día era el salmo ochenta y cuatro, cobró más vida que nunca en ese momento.

“Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de estanques. Irán de poder en poder, verán a Dios en Sion.”  Sabía que había llegado el momento de partir, su mano dulce se posó sobre el rostro de su amada hija esbozando una sonrisa le dijo: - Se fiel al Señor Jesús hija mía- hizo un gran esfuerzo para respirar- miro el resplandor que la envolvía y finalmente exclamo: El Señor de las Moradas Celestiales está aquí- su cuerpo quedo allí quieto, el rostro sereno adquirió una paz infinita, se había ido con su Señor a casa.

Angelina se quedó allí mirando a su madre, se dió cuenta que su rostro tenía un brillo de triunfo y paz, un rayo de luz perfecta llenó la habitación, era hermosa e indescriptible no podía explicarlo, solo sentía que tocaba su corazón, le llenó de una inmensa calma, tanto así que saliendo hizo un ademán a sus tías para que entraran, ella salió corriendo directo hacia los rosales, eran los preferidos de su madre, le habían prodigado muchos elogios, nadie poseía un rosal más hermoso que el rosal de Ruth Villena. Ya no estaría más con ella en las caminatas de mañana, no habría tardes de jardín y flores, algún día estarían de nuevo reunidas en las moradas celestes tal como su madre lo había dicho. Ahora tendría que continuar adelante, pero el cambio era rotundo para ella, Angelina se postró junto a la cama de su madre, lloró abundantemente, -mamá sin ti, nada será igual-en medio de la tristeza profunda, las lágrimas abundantes rodaban por sus mejillas, vió

un resplandor que envolvió la habitación, la luz era brillante, era solo ella y aquel resplandor, se secó sus lágrimas, todo volvió a su lugar. Se levantó a prisa, abrió la ventana de par en par, el aire era fresco, la paz le reconfortó, era una cálida, profunda, tenue paz.

Se limpió su rostro pálido, que surcado de lágrimas le hacían ver a simple vista su profunda tristeza, aunque en el fondo de su ser sabía que su madre estaba en brazos de El Padre Eterno y allí la vida sería totalmente diferente, fue directo a su habitación a limpiarse, y lavarse, sus negras vestiduras no tenían más que un cinto ancho, decidió atar sus cabellos largos ondulados.  Nana Dolores estaba mirándole con sus ojos grises humedecidos por el llanto. La mujer que le había enseñado muchísimas valiosas lecciones desde niña. Con esmero había cuidado de su madre y de ella; Dolores Fonses, pero le decían cariñosamente Licha, había estado por más de treinta y cinco años con la familia, era parte vital de ellas, sus vidas e historias.

-No llores mi niña bonita- Dolores está aquí, cuidará de ti como siempre- abrazándola le besó en la frente como cuando era una niña pequeña jugueteando por los corredores de casa.

La hermana de su madre estaba allí en aquel momento, la tía de Angelina había venido unas semanas antes para estar con Ruth,

más allá a dos horas su tía Sara hermana del padre de Angelina.

Su padre Elkin Jones había terminado su servicio en la marina de los Estados Unidos, se habían conocido durante unos meses que había estado hospitalizado en el hospital de Chicago, donde Ruth trabajaba. Quedó enamorado desde que le había visto, eran los años setenta, ella era una joven médica brillante. Pronto crearon un lazo fuerte entre ellos.

Ruth regresó tras la muerte de sus padres en un accidente aéreo, la vida de la pareja había quedado cegada para siempre, quedaron las dos hermanas solas, su hermana se casó al año del accidente, mudándose a San Felipe, Ruth se quedó entonces sola, ante lo cual ella decidió renunciar y quedarse en Santa Bárbara. Colocó un consultorio particular, donde tenía todo lo necesario y así se extendió a los lugares cercanos donde no había acceso a la salud, Santa Bárbara era una pequeña ciudad frontera con estados unidos, dos horas del puerto de san Felipe, contaba con más de veinte mil habitantes. Tenía a dos horas playas y paisajes de ensueño, muchas familias vivían de la ganadería, la siembra, y los viñedos, en general el estado de Baja California era rico en belleza natural. Un lugar tranquilo de gente sencilla había allí en Santa Bárbara, minas de cuarzos que abundaban, era un lugar sencillamente acogedor y cálido con los americanos y franceses que habían ido llegando. Muchos de ellos iniciaron un avance de crecimiento.

Su padre al recuperarse totalmente la llamó y le dijo que quería pasar el resto de sus días junto a ella. Los padres de Elkin tenían una buena posición económica.

Por lo cual al ellos casarse le habían obsequiado algunos equipos médicos a Ruth para su consultorio particular, Elkin y Ruth se habían casado a los pocos meses de su noviazgo, los padres de Ruth le habían dejado la gran casona y tierras, Elkin se había enamorado de la región por lo cual había ido comprando tierras que añadió a los predios, logrando tener veinte y tres hectáreas de árboles frutales. Ruth a quien le gustaba la repostería le daba una mano con algunas faenas, el decidió elaborar conservas y mermeladas, así como delicias en tortas y postres que hacia el deleite de turistas y habitantes. En navidades solían ir a ver a los padres de Elkin, en unos de sus viajes nació su hija y regresaron de nuevo al hogar, cuando Angelina contaba con trece años cuando su padre había fallecido del corazón.

Ruth estuvo varios días sumida en una profunda tristeza, pero una vez más su coraje se había colocado a prueba, se levantó una mañana a los pocos días del funeral, cambiando sus negros vestidos, ato una cinta azul a sus cabellos y tomó de nuevo las riendas de la granja. Con la ayuda de su nana querida comenzó de nuevo, Licha como le decían por cariño, tenía una hija, a quien llamó Marie, jamás había sabido nada del padre de la chica que, saliendo un día por el pan, nunca volvió a regresar, pero no hizo falta, Dolores había sacado a su hija adelante. Cuando estuvo mayor de edad la envió a estudiar a la capital y era una eficiente secretaria bilingüe en un despacho de abogados.

Ruth había sido bendecida pues su abuelo de origen francés le había inculcado el amor por la medicina, en cuanto termino sus estudios la enviaron a la universidad en Norteamérica, luego finalizado se había anotado como voluntaria para un hospital en la localidad donde había estudiado, se unió al hospital de Chicago, fue medica cirujana de urgencias, y estuvo allí durante cinco años.

Al partir sus compañeros le habían despedido entre lágrimas, dejando allí las puertas abiertas por si quería volver.

En verdad que su madre había sido muy feliz junto a su padre, tanto así que no volvió a casarse, era de carácter, alegre, con una calidad humana que lograba sorprenderla en muchas ocasiones, Angelina estaba acomodando su lazo para recoger su cabello, Dolores luego de abrazarla contra su pecho, había limpiado su rostro, a paso firme salió a recibir a los que estaban llegando a extender su pésame a la señorita Jones.

Angelina tomo de su cofre azul, regalo de su padre en su último viaje a España, el broche de oro de su madre, lo coloco con orgullo en la solapa de su vestido, era una mariposa, le gustaría ser una en ese momento, libre volar de allí, un suave golpe en la puerta le sacó de sus pensamientos- Niña el reverendo William y la señora Aymeth están aquí-

-Dolores, en un segundo estoy lista-

Abriendo la puerta de golpe miró a Dolores y le sonrió, como agradecía a Dios que Dolores estuviese en aquellos momentos.

El reverendo saludo a todos dándoles la mano con cordialidad y esbozó una pequeña sonrisa cuando vio a Angelina llegando a la carpa blanca que había sido levantada, allí le daría el último adiós para siempre.

-Señorita Angelina siento mucho lo de su madre- Ruth era una mujer muy amada por todos nosotros-

-Gracias Reverendo-

-Lo sentimos mucho querida Angelina- dijo la esposa del reverendo- ya sabes que estamos para lo que necesites-.

Angelina dió las gracias por venir y estar en esos duros momentos, cuando avanzó unos pasos más vio de lejos al alcalde, su esposa la señora Lourdes, el comisario, los agentes de policía, el boticario y su hija, su amiga Sheila que era reportera y escribía para la prensa local.  Muchos otros iban llegando de las haciendas cercanas habían sido pacientes de su madre por años. Estaban allí dando su último adiós a su querida amiga.

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