Bella no sabía lo que el chofer estaba pensando, así que simplemente asintió.Cuando el chofer se fue, Bella se sentó en el pasillo.Todavía le daba cierto pavor lo ocurrido la noche anterior.Menos mal que Pedro se dio cuenta de su malestar y acudió al vestíbulo, o de lo contrario se la habrían llevado.¿Quién querría hacerle algo a ella?Miguel y Carlos estaban investigando, y mañana seguramente sabrían quién ordenó ese ataque.Pasado un rato, se abrieron las puertas de urgencias y salió Pedro.Era muy guapo y tenía unas piernas largas. Se había quitado la chaqueta del traje, quedando solo con una camisa blanca por dentro. Alrededor de los omóplatos se notaban manchas de sangre muy notorias.Aun en tal estado desaliñado, su porte aristocrático y elegancia no mermaban en lo más mínimo.A la luz del pasillo, su aspecto se veía aún más atractivo y su expresión era más fría.Al ver a Bella, Pedro mostró sorpresa, pero al ver su chaqueta blanca, su expresión se volvió fría.—¿Cómo estás?
A la luz, la piel de Pedro se veía fría y pálida. Tenía los hombros anchos, el pecho musculoso y la cintura bien marcada.Su línea corporal parecía talladas con sumo cuidado, como si fuera una escultura hecha por un artesano experto.Recostado en la cama, con el hombro vendado y cubierto por la sábana blanca del hospital. Tenía un temperamento único.En él, dos sensaciones opuestas se fundían de forma sorprendentemente armónica.Aunque Bella no era la primera vez que veía el torso desnudo de Pedro, seguía sin poder apartar la mirada de su físico perfecto.—¿Ya has visto suficiente?La voz de Pedro devolvió a Bella a la realidad.Su tono seguía siendo poco agradable, pero ya había mejorado un poco en comparación a antes.Bella desvió la mirada con calma, ocultando con éxito la incomodidad que sentía.No era de extrañar, pues a todos nos atrae lo bello, y es natural querer contemplar más.Cuando Bella se acercó a la cama de Pedro, se dio cuenta de que su camisa no estaba completamente qu
Bella lo miró. —¿Cómo que solo? ¿No hay médicos y enfermeras en el hospital? Tu chofer también está abajo. En todo caso, Miguel puede envié a alguien a acompañarte.Pedro: —Entonces, ¿para ti, soy menos importante que Miguel?Bella: ¿Qué?—¿Qué tiene que ver Miguel en esto? ¿Cuándo te comparé con él? —dijo Bella, desconcertada.Ella claramente había dicho que le pidiera a Miguel que enviara a alguien, ¿cómo es que ahora Pedro lo estaba interpretando así?—La última vez en el bar, recibiste esa herida protegiéndome de la botella, y dijiste que harías lo mismo por Miguel si se encontrara en una situación similar.Pedro la miró con frialdad. —Hoy mi situación es bastante peligrosa, y no solo no hiciste nada entonces, ahora ni siquiera quieres cuidarme.Bella se quedó sin palabras.La memoria y la lógica de Pedro eran realmente abrumadoras para Bella.Aquella vez que lo protegió del ataque, fue un acto reflejo, sin pensarlo siquiera.Y para evitar que él siguiera sacando el tema, ella habí
Pedro miró a Bella sin expresión, como si no percibiera su evidente molestia, y le dijo con tono indiferente: —Espero que cumplas tu palabra y no me engañes.Bella se quedó sin palabras, ¿cómo no se había dado cuenta antes de que Pedro era así?—Tengo sed, tráeme agua. —ordenó Pedro, dando por hecho que ella lo haría.Bella aguantó el impulso de reclamarle y, frunciendo el ceño, fue a la máquina de agua y le sirvió un vaso de agua tibia, que le entregó.Pedro miró el vaso pero no se apresuró a tomarlo.Bella pensó que si Pedro se atrevía a ponerle problemas y le exigía que le diera de beber, le tiraría el agua a la cara para que entendiera la situación.Tal vez percibiendo sus pensamientos, Pedro la miró y entonces extendió la mano para tomar el vaso.Después de beber, Pedro no hizo ninguna otra petición y, dejando el vaso, cerró los ojos para descansar.Bella se sentó en una silla cercana.Había sido un día agitado, con su nuevo trabajo y el encuentro con Darío, y este imprevisto la t
Miguel, con gran respeto, le respondió: —Señora, la responsable resultó ser Claudia, de la familia Pérez. Ella ya ha sido llevada por la policía para ser interrogada.Al oír el nombre de Claudia, Bella se sorprendió un poco.Desde que Claudia fue a la casa de su abuelo para tratar de ganarse su favor, y este la echó, ellas no se habían vuelto a ver ni a comunicar.¿Por qué querría hacerle daño a ella?Advirtiendo la duda de Bella, Miguel le informó: —Señora, usted debe saber que Claudia tiene muchas sospechas sobre su participación en el caso fiscal de la familia Fernández.No era que fuera sospechosa, era que Claudia lo hizo, solo que no se había podido encontrar pruebas para condenarla.—Entonces, ¿qué tengo que ver yo en todo esto? ¿Por qué Claudia querría hacerme daño? —Bella no lograba entender.Ella en ningún momento se había involucrado en ese asunto.Miguel le explicó: —Al parecer, es porque su tía fue a armar un alboroto a la casa de Claudia, y ella cree que fue idea suya, por
Frente a la pregunta de Carlos, Bella sintió una extraña sensación de culpabilidad, como si hubiese sido descubierta en algo.Sin embargo, no había necesidad de explicarle mucho a Carlos.Bella respondió con evasivas: —Estoy ocupada, iré a la oficina más tarde.Colgó el teléfono y descubrió que Pedro ya no estaba en la casa, solo quedaba Miguel esperándola.—Señora, ayer revisé las cámaras de seguridad del hotel y encontré su teléfono móvil en la habitación. ¿Quiere que envíe a alguien a recogerlo? —preguntó Miguel.Bella asintió. —Gracias. Por cierto, ya no soy la esposa del jefe, así que no me llames "señora", simplemente me llama Bella.Miguel se quedó en silencio.Sabía perfectamente que Bella y el jefe se habían divorciado, pero mientras el director Romero no dijera nada, él no se atrevía a cambiar el trato, no fuera a enfadar al director y perder su bono del próximo mes.Ser el asistente personal de Pedro era realmente peligroso, siempre expuesto a su ira.Aparentemente era un pu
—Por supuesto. —respondió el oficial con asentimiento.Aún se encontraban en la etapa de interrogatorio, sin llegar al grado de no poder hablar por sí solos.Claudia, con creciente inquietud en su corazón, dijo: —No tengo nada de que hablar con él. Yo no ordené nada de esto, soy una víctima inocente. Seguramente querrá hacerme daño, ¡tienen que proteger mi seguridad!—Soy un hombre de negocios respetuoso de la ley, ¿cómo podría hacer algo para perjudicarte? Simplemente quiere averiguar lo sucedido anoche, nada más.Explicó Pedro con calma. —Claudia, por favor.Claudia fue obligada a entrar a la habitación, y Bella la acompañó junto a Pedro.El personal salió a cuidar la puerta, dejándolos a solas.La sala de interrogación tenía un mobiliario sencillo: un escritorio, una mesita de centro y un sofá.Miguel esperaba a un lado, mientras Pedro invitó a Bella a sentarse en el sofá.—Tú también puedes tomar asiento, Claudia.Claudia desconocía las intenciones de Pedro y se encontraba muy nerv
Claudia sollozó: —¡Fue un momento de locura! Yo solo los traje para asustarte, ¡no pensaba hacerte nada de verdad!Bella respondió: —Pero los vi tan decididos que no parecían darme precisamente un buen trato.—Bella, eso no era mi intención, solo quería desahogarme. Últimamente has cambiado mucho tu actitud conmigo, ni siquiera me dejas hablar con tu abuelo. Por eso pensé que la idea de que tía Fernández viniera a armar escándalo en casa era tuya. Recurrí a eso para obligarte a que no dejaras que tía Fernández siguiera molestando.Claudia se restregó los ojos, enrojecidos, y suplicó con voz afligida: —Bella, déjame disculparme, déjame pagarlo, ¡lo acepto todo!»Tú misma dijiste que, sin importar lo que hiciera, me perdonarías. Bella, te lo prometo, jamás volveré a atreverme. Por favor, perdóname esta vez...Bella miraba a Claudia, humillada y desamparada, sin saber qué sentir.Antes, la consideraba su mejor amiga y compartían todo.Si bien Claudia era un poco avariciosa, no le parecía