Michael caminaba solo por la calle tranquila, era de noche y se negaba a ir a casa, Gary y Fish lo seguían en silencio y él se detuvo y se volvió para mirarlos.

-Déjame en paz.

-Pero joven jefe- Gary trató de protestar y Michael lo miró.

-¡Déjame solo!- Gritó y se escapó. Fish quería seguirlo, pero Gary lo detuvo con un movimiento de cabeza.

Michael seguía corriendo, parecía como si con la brisa rozando su rostro, también le rozara el corazón y temía que si paraba, todos sus dolores volverían en mil pliegues, así que siguió corriendo, corriendo, intentando despejar su mente de la escena que acababa de presenciar.  Alrededor de la medianoche, comenzó un fuerte aguacero, se paró en medio de la calle y dejó que la lluvia lo bañara como si lo limpiara de su angustia.

Se encontró en un parque, un parque abandonado con basura por todas partes, caminó hasta un banco y se sentó, la lluvia seguía cayendo sobre él, las flores habían perdido su belleza, se veían rugosas y a