Su acción me sorprendió. Valeria era alguien que convertía sus palabras en acciones.

Tan pronto como terminó de hablar, el hombre alto y robusto que había entrado antes volvió a entrar.

Valeria le preguntó de inmediato: —¿El señor ha llegado?

—¡Sí, señorita! —respondió el hombre respetuosamente.

Me sorprendió. ¿El señor también vendría a comer con nosotras? Esto era un asunto serio. Debería agradecerle a este anciano, después de todo, su hija arriesgó su vida por mí. Ahora, me invitaban a comer, y me sentía un poco incómoda.

—Lucas, ¡por favor lleva al señor aquí!

Valeria ordenó, y el hombre llamado Lucas se dio la vuelta y salió de la habitación.

Me levanté rápidamente, un poco nerviosa. Después de todo, el señor de la familia Nieves merecía respeto. Además, su hija había pasado por mucho para salvarme la vida, y aún no le había agradecido personalmente.

Valeria notó mi nerviosismo y se rio mientras se levantaba: —¿Por qué estás tan tensa?

—He querido agradecerle al señor por mucho ti