Después de todo, Cira le temía a Morgan en el fondo.No se le ocurrió cómo él usaría el contrato en su contra.Así era la gente; cuando más era desconocida una cosa, más tendía a temer y a sentir inseguridad.Para su sorpresa, Morgan no dijo nada más y soltó directamente su mano, subiendo las escaleras a grandes zancadas.Ni tampoco le pidió que lo siguiera.Pero su espalda le decía claramente que desafiara a subir.Cira rápidamente buscaba soluciones mientras su mente trabajaba a toda velocidad. Sin querer, cruzó miradas con Osiel y lo vio asentir ligeramente con la cabeza.Ante eso, ella se recompuso y finalmente decidió subir.Por lo menos, con Osiel ahí, él la asistiría.En cuanto a Osiel, las condiciones que Cira había ofrecido, incluso no por el bien de Marcelo, le eran satisfactorias.Así que en resumen, él la ayudaría.Abajo estaba la zona de entretenimiento para los invitados comunes, mientras que el segundo piso era donde se reunían los más influyentes del crucero.Ricardo di
Por otro lado...El dolor de espalda que había mencionado Ricardo fue sólo una excusa, y la verdad era que se había enterado de cierta noticia. Al regresar a su habitación, preguntó inmediatamente a su secretario: —¿Gerardo realmente subió al barco?—Joel dijo que vio a alguien con una figura similar, pero no estaba seguro.Ricardo se enfadó tanto que hasta soltó una risita. —Hasta en las fiestas familiares se esconde. ¿Es que acaso aquí hay algo que le impide mostrarse? ¡Sin duda su madre lo corrompió!Él ordenó directamente: —¡Envía a alguien a buscarlo!—De acuerdo.Al pensar en algo, Ricardo detuvo a su secretario y añadió: —Espera. Hazlo discretamente, no llames la atención.En caso de que... Gerardo tuviera sus propios planes, no quería ser una carga para él.El secretario asintió y respondió: —Entendido.Después de que este se retirara, Ricardo todavía no se sentía del todo seguro, así que se dirigió a la habitación donde estaban jugando a las cartas.Mientras tanto, en ese cuar
—Señor García, me está elogiando demasiado. Sólo tengo mucha práctica. En realidad, antes no le sabía tanto al Fucho, pero como soy la secretaria principal del Grupo Nube Celeste, tengo que mantener contactos con los socios y sus señoras en nombre de la empresa. Y cuando nos juntamos, jugamos cartas, así que poco a poco le fui agarrando el modo.Fermín se detuvo brevemente mientras tomaba una carta.Secretaria principal...Mantener contactos con los socios y sus señoras...Reflexionando en su mente sobre aquello, él murmuró: —Ya veo.Morgan, debido a las significativas palabras de Cira, la miró de reojo y jugó una carta.Sin el mínimo temor, Cira le devolvió la mirada. Sus palabras eran para Fermín, pero también para él.¿Morgan de verdad estaba decidido a usarla como moneda de cambio?Ella ocupaba el cargo de secretaria principal en el Grupo Nube Celeste y tenía acceso a una gran cantidad de recursos de clientes. Si Morgan se atrevía a hacerlo, ella podría no tener control sobre lo qu
Cira no había percibido nada cuando sus nervios estaban tensos, pero ahora que se relajaron, comenzó a sentir que su cabeza pesaba mucho.Se palpó la frente y descubrió que, esta vez, de verdad tenía fiebre.Pidió medicamento para el resfriado a un camarero, y después de tomárselo, se dirigió a buscar un lugar tranquilo.En el camino, se cruzó con Enrique, quien le preguntó: —¿No estabas con Morgan?Cira se quedó atónita por un momento antes de reaccionar. Levantó la mano y señaló al azar hacia arriba, luego pasó junto a él y se sentó en el sofá junto a la ventana.Enrique encontró su acción extraña, la observó durante un rato y luego se dio la vuelta para subir las escaleras.Sentada sola en el sofá, Cira sintió que la cabeza daba vueltas cada vez más y que apenas podía aguantar, así que se levantó para volver a su habitaciónPero ese corto trayecto ahora se le hacía largo, y caminaba tambaleándose. De repente, todo comenzó a girar ante sus ojos, y cuando cayó al suelo, vio un par de
En ese instante, en la imagen aparecieron dos hombres, quienes claramente atraídos por la belleza de Cira, se agacharon frente a ella y le dijeron algo.Al ver que ella no levantaba la cabeza, uno de ellos extendió la mano y agarró su mentón.Morgan miraba fríamente la pantalla, grabándose en su memoria los rostros de esos dos hombres.Nada más ver la cara de Cira, el otro hombre la reconoció como alguien cercano a Morgan y, rápidamente, tiró de su amigo para irse, sin querer meterse en problemas.Cira recogió la horquilla del suelo y se tambaleó para ponerse de pie en la cubierta.Pero en ese estado, ella parecía un corderito al que cualquiera podía acercarse y darle un mordisco.Hasta ese momento, Morgan no sabía que Cira era tan fácil de intimidar.Lo peor de todo fue cuando Cira se dirigió de repente hacia un ángulo ciego de la vigilancia. Ante eso, el gerente de seguridad cambió las cámaras rápidamente, pero no lograron encontrarla.Morgan preguntó en tono grave: —¿Dónde está ella
Sin encontrar nada, Enrique estaba a punto de apagar su computadora cuando una mujer que tenía detrás dijo de la nada: —A esta hora, alrededor de las ocho y media... creo que escuché un ruido de algo cayendo al agua.La mujer hablaba con su amiga y su voz no era alta, pero a varios metros de distancia, Morgan la escuchó claramente y volteó de repente hacia ella.—¿Escuchaste algo? —preguntó él en voz grave.La mujer se sorprendió por un momento antes de responder, dudando: —A las ocho y media, estaba regresando a mi cuarto en el tercer piso para buscar algo. En el camino de vuelta al salón de fiesta, pasé por una habitación y escuché una discusión, seguida de un ruido como de algo cayendo al agua. En ese momento, también pensé que algo había caído al mar...Morgan abrió un poco los ojos y cortésmente pidió: —¿Podrías llevarme a esa habitación?La mujer asintió rápidamente y lo guio hacia el cuarto del tercer piso.Allí, Morgan no perdió tiempo y golpeó la puerta directamente.Un hombre
Retrocedamos en el tiempo una hora y media atrás...Mientras se encontraba sola en el salón de banquetes, Cira sentía que la cabeza se volvía cada vez más pesada. Al tocarse la frente, se dio cuenta de que aún tenía fiebre.Decidiciendo no aguantar más, se apoyó en la mesa y se puso de pie, planeando regresar a su habitación para descansar.Podía haber tomado el elevador directo al cuarto piso donde se hospedaba. Sin embargo, al llegar allí, se topó con un grupo de hombres que, por estar ebrios o por alguna otra razón, estaban discutiendo y bloqueaban la entrada al ascensor.Ella arrugó el ceño y no tuvo más remedio que usar las escaleras.Pensó que de todos modos, este era el tercer piso, y subir sólo un nivel más la llevaría a su destino.No obstante, cometió un error.La fiesta estaba programada en el segundo piso, pero ella recordaba que era en el tercero, así que creyó que al subir un nivel más llegaría al cuarto piso, sin percatarse de que, en realidad, se dirigió al tercer piso.
Cira conocía muy bien a Morgan, por lo que sabía que su estado de ánimo era terrible en ese momento.Tan mal que incluso estaba enfadado.De hecho, Morgan rara vez se enfadaba de verdad; a fin de cuentas, su estatus le concedía todo lo que deseaba, y no había nada que valiera la pena enfadarlo. Si algo le molestaba, bastaría con dar una orden y alguien se encargaría de ello.Pero esta era una de esas pocas veces.Cira trató de mantener la compostura y lo llamó: —Señor Vega.Morgan se acercó, la agarró por la muñeca y la tiró violentamente de la cama desordenada.Usó tanta fuerza que Cira chocó con su pecho sin previo aviso.A él no le gustaba usar perfume, pero emanaba un olor fresco, similar al aroma de la nieve en invierno.Era una fragancia muy tenue pero que, como una red, envolvía todos sus sentidos al contacto, haciéndola olvidar el olor a ciprés.El dolor en la muñeca hizo que Cira regresara a la realidad. La fuerza ejercida era tan intensa que sentía que iba a quebrarse. Un gem